Balance de la política climática de AMLO

Cita: 

Montaño, Pablo y Carlos Tornel [2022], "Balance de la política climática de AMLO", Análisis Plural, año 1, (1): 1-18, mayo-agosto, Guadalajara, https://analisisplural.iteso.mx/index.php/ap/article/view/8/6

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Junio 15, 2022
Tema: 
Los retos socio-ecológicos del proyecto de desarrollo nacionalista de la administración de Andrés Manuel López Obrador ante el colapso climático
Idea principal: 

Pablo Montaño es politólogo, productor, guionista y docente ambientalista, formado en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente y la Universidad del Colegio de Londres. Es coordinador de la organización Conexiones Climáticas, dedicada a la mejora de los sistemas agroalimentarios locales y la comunicación de la crisis climática.

Carlos Tornel es investigador, escritor, docente y activista abocado a los temas de justicia climática y transformaciones energéticas. Realizó estudios de posgrado en Política y Gestión Ambiental, en la London School of Economics and Political Science; así como en Política y Gestión Energética y Medioambiental en FLACSO México.


“[L]a crisis climática es un síntoma”, es decir, tan sólo una parte de una serie de procesos “que hoy se manifiesta[n] a través del progresivo colapso de la modernidad capitalista”. Sin embargo, debido a que sus causas y consecuencias son diferenciadas, las responsabilidades para enfrentarla son igualmente variadas (Dato crucial 1).

Aunque el discurso de la agenda internacional en materia climática se ha multiplicado -por ejemplo: mediante la celebración de más conferencias internacionales o la adopción de nuevos acuerdos-, los gobiernos han postergado las acciones reales que podrían limitar el calentamiento del planeta hacia cifras que no pusieran en peligro el ecosistema mundial (Dato crucial 2).

En este artículo se analizan las acciones climáticas de México, en general; y las de la administración a cargo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en particular.

Antecedentes de las políticas climáticas en México

Tres momentos destacan en la implementación de medidas institucionales para el combate del cambio climático en el contexto mexicano:

1) La publicación del 1° Programa Especial de Cambio Climático (PECC), en 2009, y el alojamiento de la 16ava Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (o COP16), en 2010.

2) La aprobación de la Ley General de Cambio Climático (2012) bajo la presidencia de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012); normativa que pretendía implementar estrategias de reducción de las emisiones nacionales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de -30% para 2020 y de -50% para 2050.

3) Los acuerdos realizados por el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), para aminorar las emisiones de GEI en -22% incondicionadamente y en -36% condicionadamente para 2030.

Se argumenta que lo anterior ilustra el avance de la neoliberalización de las políticas climáticas en México, como efecto del creciente “consenso” mundial sobre la autenticidad del cambio climático, pero enfocado en el crecimiento “verde”. No obstante, se señala que la inclinación de los gobiernos hacia el despliegue de megaproyectos se vincula con la tendencia neoextractivista de toda la región latinoamericana, procesos que arriesgan el cumplimiento de las mismas promesas climáticas (Dato crucial 3).

Para el caso particular de México, ello se ha replicado en un contexto en el que la producción de petróleo y gas se encuentra en pronunciado declive (Dato crucial 4), a la par que los conflictos socio-ecológicos proliferan en el territorio (Dato crucial 5).

La 4T en medio de la ola neoextractivista en América Latina

Desde hace un par de décadas, la labor del politólogo y funcionario público Andrés Manuel López Obrador ha contemplado el uso patrio de los hidrocarburos mexicanos.

Por ejemplo, con la conformación civil del Frente Nacional por la Defensa del Petróleo, en 2006; la publicación del decálogo NaturAMLO en 2018 (Dato crucial 6); la promesa de no incentivar la extracción de petróleo y gas mediante la fractura hidráulica o fracking (Daro crucial 7); y el plan de desplegar un régimen democrático de gestión energética, impreso en el Proyecto 18 en 2018 (Dato crucial 8).

Si bien la agenda política de la Cuarta Transformación (4T) ha buscado alejarse del neoliberalismo imbricado en México desde los años 80 del siglo XX, no ha podido abandonar las dinámicas mundiales capitalistas (Dato crucial 9).

Entonces, se han implementado mecanismos legales que refuerzan la dirección del Estado en el proyecto de desarrollo nacional. Por mencionar un caso, se encuentra la renegociación de las relaciones con el gran capital. Esto ha abarcado a sectores estratégicos como el minero, petrolero y eléctrico, en función de la seguridad energética doméstica y, por lo tanto, reduciendo la participación del sector privado -y extranjero- en la generación de energía (Dato crucial 10).

Asimismo, se exhibe que se ha apelado a maniobras de seguridad energética enfocadas en la producción creciente de hidrocarburos. Sin embargo, pese a que se han otorgado múltiples medios para incrementar las capacidades nacionales de exploración, explotación y refinamiento fósil, México no ha logrado aumentar su producción petrolera (Dato crucial 11).

Encima, en el texto se señala que el mayor “consumo de combustibles puede implicar un aumento temporal en la seguridad energética”, puesto que mientras “enfrentamos el fin de la era de la energía barata, la actual administración incrementa su dependencia en los combustibles fósiles”.

Se trata, además, de procesos que traen consigo serios problemas climáticos. Debido a que el sector energético genera más del 70% de las emisiones de GEI, el férreo apoyo a los proyectos de fósiles arriesga el cumplimiento de los acuerdos internacionales para la reducción de las emisiones.

En conclusión, el desdoblamiento de las políticas energéticas que incrementan la sujeción a los hidrocarburos (como el reforzamiento de Pemex y la CFE) y de la construcción de megaproyectos infraestructurales mediante dinámicas extractivistas (como las refinerías, el Tren Maya, el Corredor Transístmico y el Aeropuerto de Santa Lucía) de la administración de AMLO se contraponen con sus propuestas de mitigación. Incluso, los mismos pueden verse afectados o inviables por las condiciones impuestas por el colapso climático en curso.

“Siguiendo la lógica de la acumulación por desposesión […] el avance de estos megaproyectos y su militarización, suponen una forma de mantener y reinventar los mecanismos de acumulación de capital”.

La transformación que sigue pendiente

Los importantes logros en materia climática, tales como la cancelación de las subastas eléctricas y la prohibición del uso del glifosato y de los transgénicos en el campo, no han sido suficientes. Menos todavía, si vienen acompañados del robustecimiento de las fuerzas militares -justificado por defender las “prioridades de la nación”-, así como de la agudización de la violencia vinculada a los megaproyectos.

Se considera que 4 desafíos deben tenerse presentes para darle genuino seguimiento a la 4T:

1) Sopesar el aumento de la dependencia de los combustibles fósiles en medio del colapso climático (Dato crucial 12);

2) trabajar en una centralización estatal del sector eléctrico basada en el combate a la pobreza y a las desigualdades energéticas (Dato crucial 13);

3) prestar atención al incremento de los conflictos socio-ecológicos y su relación con la imposición de una progresiva militarización de los territorios;

4) no alimentar la polarización política y la intimidación del disenso por parte de los propios funcionarios públicos (Dato crucial 14).

Para que se lleve a cabo la Cuarta Transformación, “es urgente una transformación profunda de las formas en las que está organizada nuestra sociedad, donde al centro y primero se coloquen aquellos grupos que históricamente se empobrecieron y vulneraron por las estrategias coloniales, de desarrollo, de extracción y explotación capitalista”.

Razones por las que se debe superar la dimensión narrativa y las meras reducciones de las emisiones de GEI, para ir trazando los caminos que permitan: suprimir progresivamente la fantasía del crecimiento económico infinito, tener en cuenta los límites geológico–técnicos de la extracción de combustibles fósiles y constituir planes de redistribución energética en el país entero.

Datos cruciales: 

1. La crisis climática ha provocado desplazamientos forzados de millones de personas; pérdida de ecosistemas, junto al patrimonio biocultural que estos conllevaban; daños económicos; y desestabilización política, por mencionar algunos ejemplos. Aparte, cabe destacar que las afectaciones han sido mayores en los países más vulnerables y pobres: “los 85 países que menos han emitido GEI concentrarán 80% de las muertes resultantes del cambio climático”.

2. Las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) son compromisos voluntarios que algunos países han adoptado para reducir sus emisiones de GEI, para 2030. Según datos de Climate Action Tracker, por las NDC que ha acordado cada país y considerando que las cumplieran, se vislumbra un aumento de la temperatura promedio mundial de 2.7° Celsius, para finales del siglo XXI. Esta es una cifra catastrófica, si se toma en cuenta que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha advertido que un aumento de más de 1.5° de la temperatura media global traería consecuencias como el derretimiento de las placas de hielo del planeta, cientos de ciudades costeras bajo el agua por el incremento del nivel del mar, la muerte de la totalidad de los arrecifes de coral, sequías en cada vez más territorios, incendios forestales intensificados, huracanes y tormentas tropicales más poderosas, la extinción de numerosas especies, etc.

3. Las políticas neoliberales en México han facilitado la instauración de megaproyectos de energía “renovable”, lo que ha detonado una mayor dependencia al gas natural estadunidense, incrementado las concesiones de extracción minera, impulsado el desarrollo de la agroindustria y aumentado las concesiones de extracción de otros recursos naturales como el agua. Con la administración de Peña Nieto, las reformas estructurales favorecieron el acceso del capital extranjero a la tierra, agua, minerales y combustibles fósiles de la nación; de forma que, sólo se pudieron reducir las emisiones de GEI en un tercio del total prometido durante su sexenio.

4. México alcanzó su “pico” de producción petrolera en 2004 y de gas natural en 2009. Es por esta razón que las importaciones de gas natural estadounidense se han multiplicado exponencialmente, concentrando para 2021 64% del consumo nacional. Se explica por ello, también, la construcción de 3 392 km de gasoducto en el territorio mexicano, entre 2012 y 2019.

5. Los conflictos socio-ecológicos relacionados con el extractivismo han crecido sin cesar en México. De 2012 a 2017, algunos estudios han registrado 560 casos; mientras que otros análisis han documentado 336 conflictos, de 2006 a 2019, de los cuales 155 son mineros, 75 petroleros, 49 por presas hidroeléctricas, 40 en parques eólicos y 17 por oleoductos.

6. NaturAMLO fue un documento que plasmaba la perspectiva ambiental de la candidatura a la presidencia de López Obrador. Entre los temas que contemplaba, se enlistan: la protección de la biodiversidad nacional; el combate al cambio climático -con referencia al Acuerdo de París (2016)-; la justicia ambiental; el respeto a la defensa del territorio por parte de poblaciones indígenas, y una puesta en duda al extractivismo.

7. Durante la campaña presidencial de Andrés Manuel, la propuesta de prohibición del fracking en México fue reiterada. Algunas de las razones fueron las denuncias contra sus altos impactos ambientales y sociales, como la amenaza a la disponibilidad de agua, suelo y aire limpios. Sin embargo, a lo largo de su administración ya se han asignado partidas presupuestales de 40 000 millones de pesos, a 2 proyectos de extracción mediante la fractura hidráulica: “Aceite y Gas en Lutitas” y “Aceite Terciario del Golfo”.

8. Proyecto 18 fue un programa diseñado en el marco de la candidatura de AMLO para establecer un régimen democrático de gestión energética por medio de proyectos comunitarios locales, descentralizados y bajo la rectoría del Estado, reposicionar a la paraestatal energética Petróleos Mexicanos (Pemex); a la par de favorecer el desarrollo de las energías renovables, reducir la pobreza energética, democratizar el acceso y la administración de la energía y reducir las emisiones de GEI.

9. La 4T defendida por López Obrador ha buscado un desarrollo nacionalista que apuesta por la rectoría del Estado para redistribuir la riqueza social en favor de las clases trabajadoras. Algunas de sus estrategias para lograrlo: perseguir altas tasas de crecimiento económico; favorecer la integración de México con el capital transnacional, por ejemplo, mediante la renovación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (antes TLCAN, ahora TMEC); y la reorganización territorial del sur del país, a través del despliegue de megaproyectos, con el fin de facilitar la incorporación regional a la economía internacional.

10. En el 2020, se aprobó el Acuerdo por el que se emite la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional. Esta normativa tenía el propósito de priorizar la generación de energía proveniente de las plantas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), por encima de las de fuentes de energía “renovable”. Encima, luego se sumaron disposiciones oficiales para modificar el orden de abasto de las centrales de generación de energía eléctrica, ofrecimiento la oportunidad de quemar un excedente en la producción de combustóleo, por parte del gobierno.

11. Entre 2018 y 2021, la administración de AMLO ha privilegiado y fortalecido constantemente el presupuesto de Pemex, la CFE y la Secretaría de Energía (Sener), al mismo tiempo que cercena los recursos para el sector ambiental. Sin embargo, el país se mantiene produciendo entre 1.6 y 1.7 millones de barriles diarios y 1.4 mil millones de metros cúbicos de gas al día, la misma cantidad alcanzada desde 2018. Incluso, se subraya el hecho de que México consume apróx. el triple de la gasolina que elabora y cerca del doble de diésel que produce; esto, aún con la compra de la Planta Deer Park en Texas y con la inauguración de la Refinería Dos Bocas, última que provee de 340 000 barriles de petróleo diarios.

12. La continuidad de las políticas energéticas del gobierno de López Obrador apuntan un aumento de las toneladas métricas equivalente de dióxido de carbono (MtCO2e) a 239.23, cifra que imposibilitaría el cumplimiento de los acuerdos climáticos no condicionales que México ha firmado para reducir sus emisiones de GEI al 2030.

13. En 2014 se contabilizaba que 46% de los hogares mexicanos experimentan algún grado de pobreza energética. Pese a ello, dentro del mismo sector residencial, el decil más alto de la población consume el séptuple de energía que la suma de los tres deciles más bajos.

14. La polarización social incentivada por el propio Ejecutivo Federal, a través de denuncias públicas, ha intimidado la emergencia de cualquier desacuerdo con el proyecto de nación de la 4T. Esto ha provocado que luchas legítimas, por ejemplo, de movimientos sociales o de pueblos originarios, sean calificadas como falsas, enemigas o “compradas”.

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

Ferrari, Luca [2021], La falacia del crecimiento verde, México, Animal Político, https://www.animalpolitico.com/blog-invitado/la-falacia-del-crecimiento-..., 03 de diciembre.

Ferrari, Luca y Edgar Ocampo [2019], “Tendencias Globales en Energía y perspectivas de México”, José Luis Calva (editor), Futuro de la Energía en México, 2018–2024. Nueva estrategia de desarrollo, México, Juan Pablos Editor, pp. 17-44, https://issuu.com/publicidadglobalmx/docs/volumen_8-futuro_de_la_energia...

Torres–Mazuera, Gabriela et al. [2021], “Extraer lo (in)productivo de las tierras comunales en el siglo XXI: Acaparamiento de tierras y expansión capitalista en la Península de Yucatán”, Trace, México, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 80: 138-170, 01 de julio, https://www.scielo.org.mx/pdf/trace/n80/2007-2392-trace-80-138.pdf

Nexo con el tema que estudiamos: 

El capital transnacional se ha adaptado y (re)funcionalizado ante sus crisis autogeneradas durante varios siglos y en cada rincón del mundo. No así será igual de sencillo crear y conformar otros modos de relación socioecológica a partir de las condiciones de colapso ecológico-civilizatorio que nos han heredado y que estaremos dejando para las futuras generaciones de sobrevivientes. Tenemos que desertar, pero sin perdernos en la ilusión utópica ni en la ilusión de la acumulación “infinita”.