Un planeta en llamas ¿Debería el movimiento climático abrazar el sabotaje?

Cita: 

Riofrancos, Thea [2022], "Un planeta en llamas ¿Debería el movimiento climático abrazar el sabotaje?", Contra el diluvio, 17 de octubre, https://contraeldiluvio.es/planeta-llamas-deberia-movimiento-climatico-a...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Lunes, Octubre 17, 2022
Tema: 
Diálogo crítico con las propuestas de ecosabotaje de Andreas Malm
Idea principal: 

Thea Riofrancos es profesora de ciencia política en Providence College. Estudió ciencia política en la University of Pennsylvania, sus principales líneas temáticas son el extractivismo, el cambio climático, los movimientos sociales y la izquierda en Latinoamérica.


En este texto Thea Riofrancos discute críticamente las propuestas de Andreas Malm quien por años ha pugnado por el ecosabotaje como respuesta a la crisis climática. Riofrancos inicia explicando que desde 1957 existen estudios científicos que demuestran que la gran cantidad de CO2 en la atmósfera está relacionada con la quema de combustibles fósiles. Pero, lejos de disminuir, la quema de combustibles fósiles y la emisión de CO2 aumentó demasiado, y el planeta se encamina a los 3.2 grados de calentamiento por encima de la temperatura del mundo preindustrial [1].

De la catástrofe climática ni la Organización de Naciones Unidas (ONU), ni los estados, ni las empresas privadas se hacen responsables. La ONU no genera compromisos vinculantes; de los estímulos fiscales aplicados por los estados del G20 solamente una minúscula parte se destina a reducir las emisiones; y Blackrock, el mayor gestor de activos del mundo continúa invirtiendo en empresas de combustibles fósiles. Mientras tanto las emisiones no dejan de aumentar (Dato Crucial 1).

El Norte global es el principal responsable de la crisis climática, pero es el Sur global quien sufre las peores consecuencias. En vez de redistribuir los recursos de los países centrales hacia los devastados países periféricos, el Sur Global solamente puede esperar una terapia de choque del carbono. Es decir que los préstamos que otorga el Fondo Monetario Internacional vienen condicionados a la aplicación de medidas neoliberales como impuestos regresivos sobre la emisión de carbono y recortes a los subsidios de los combustibles. Y para empeorar el escenario, la invasión de Rusia a Ucrania provocó que los países metropolitanos pospongan sus compromisos con las energías renovables.

A pesar de todo, el capitalismo fósil enfrenta grandes resistencias en múltiples territorios (Dato Crucial 2). Las campañas de resistencia siguen múltiples estrategias que varían de acuerdo con el territorio y los sujetos participes del movimiento, el único punto en común es la no violencia. Dentro de los múltiples tipos de activismo climático los activistas que optan por el ecosabotaje son la excepción. Precisamente la última obra de Andreas Malm Cómo Dinamitar un Oleoducto [2021] discute y rechaza el consenso pacifista del activismo climático. Para Malm el movimiento climático necesita atacar el problema de raíz desmantelando la infraestructura del capitalismo fósil.

La trayectoria de Malm es larga. En el Capital Fósil [2016] Mann desmantela la historia positivista y lineal según la cual los combustibles fósiles son un inevitable punto de llegada del desarrollo histórico de la civilización. Su argumento consiste en señalar que la revolución de los combustibles fósiles a inicios del siglo XIX se produjo como una estrategia de la clase capitalista para mejorar el dominio y control de los trabajadores y de la naturaleza; pues mediante motores de carbón y vapor el disciplinamiento del trabajo era más efectivo que con los motores de agua y viento que se encontraban dispersos en el campo fuera de los grandes centros urbanos.

En el Progreso de Esta Tormenta [2018] Malm crítica diversas teorías académicas. Nociones como la de “la trama de la vida” de Jasoon Moore, la “teoría del actor en red” de Bruno Latour y el “nuevo materialismo” de Jane Bennet son criticadas por eliminar la distinción entre lo humano y lo natural. El argumento es que al eliminar la dicotomía personas/naturaleza se vuelve imposible señalar a la clase capitalista como las personas responsables de la destrucción del planeta. Para Malm la guerra política contra las élites responsables de la destrucción del planeta implica mantener la dicotomía entre lo humano y lo natural.

En Cómo Dinamitar un Oleoducto Malm tiene por objetivo generar un estado de rabia colectiva en el movimiento climático para afrontar la catástrofe planetaria mediante el sabotaje. En esta obra Malm comienza con una interpretación del desarrollo histórico del movimiento climático en la que distingue dos lógicas. Según Malm en los años más recientes el movimiento climático sigue el principio de la no violencia y ha logrado ser disruptivo mediante mecanismos como bloqueos o apagones en centros urbanos. Pero en el tiempo profundo, en la larga duración el activismo climático abreva de movimientos que han hecho uso de la violencia como mecanismo de emancipación, como las revueltas de esclavos, los movimientos anticoloniales, el de las sufragistas, entre otros.

Debido a la historia más larga de los movimientos Malm sostiene que los grupos que abrazan el pacifismo diseñan una historia suavizada de los antiguos movimientos emancipatorios. El pacifismo, para Malm, es un ejercicio de represión activa que no tiene relación con su propia trayectoria histórica. La crisis climática es causa y consecuencia de la desigualdad, los responsables no sufren los estragos y los menos responsables pagan las peores consecuencias, por tanto, para Malm la acción violenta es un imperativo. El llamado a la acción violenta no puede ser más explícito, pero la argumentación de Malm contiene diversos puntos débiles.

Para empezar, Malm no señala al sujeto revolucionario de la crisis climática, y sin un claro agente del cambio histórico es difícil organizar movimientos dispuestos a la destrucción de la infraestructura del capital fósil. Para llamar a la acción colectiva es necesario identificar las condiciones en las que los más afectados por el cambio climático pueden reconocer sus demandas compartidas y su capacidad en conjunto de poner fin al capitalismo fósil; pero Malm no logra identificar esas condiciones.

Malm sostiene que los grupos más afectados por el cambio climático tienen una militancia insuficiente, y crítica a los movimientos del Sur global por no recurrir al sabotaje a pesar de tener una mayor concentración de la infraestructura del capitalismo fósil y de los efectos del cambio climático. Según Malm, en el Sur global las personas no encuentran las formas de contraatacar al capitalismo fósil. Pero pensar que en el Sur Global no se encuentran las formas de contraatacar minimiza el activismo antiextractivista más efectivo del mundo. Además, los movimientos del Sur Global que crítica Malm, suelen arriesgar constantemente la vida al poner los cuerpos y hacer frente a la represión estatal y corporativa (Dato Crucial 3).

El ecosabotaje que exige Malm contiene expectativas sumamente específicas y difíciles de satisfacer. Por ejemplo, África y Oriente Próximo sí cuentan con una larga historia de ecosabotaje, pero Malm considera que estos movimientos no han atacado la infraestructura del capitalismo fósil como la fuerza de destrucción que es en sí misma. La cuestión es que los movimientos del Sur Global sí observan la maquinaria de los combustibles fósiles como fuerzas de destrucción en sí mismas; pero también atienden a sus propias territorialidades, es decir a los impactos ecológicos y sociales localizados.

Malm pretende que el ecosabotaje se dirija explícitamente a abstractas nociones de la cantidad de carbono en la atmósfera o a la denuncia de los grandes ejecutivos del petróleo; pero esto implica ignorar que el activismo climático real nos ha enseñado que para organizar a las masas las promesas abstractas de mitigar el cambio climático no sirven, lo que se necesita son propuestas concretas, localizadas, palpables.

Una de las preocupaciones centrales en Cómo Dinamitar un Oleoducto es la de llamar a una conjunción entre la militancia y la movilización masiva, pues se afirma que ambas están dialécticamente interrelacionadas. Según Malm las actuales condiciones de emergencia climática generan un escenario propicio para que haya más receptividad a la violencia, para que más personas practiquen el ecosabotaje. El problema de esta noción es que ignora que las condiciones de posibilidad de la violencia contra la infraestructura de la dominación surgen en escenarios de movilización masiva (Dato Crucial 5). Es decir, las protestas masivas, aun cuando sean relativamente pacíficas, son necesarias para que la violencia tenga un impacto profundo.

Malm considera que la violencia es una adecuada ruta para el actual estancamiento del movimiento climático, y considera que la ausencia de una ola de ecosabotajes es muestra del triunfo del pacifismo. Pero, lo que no se pregunta Malm es si más bien la ausencia de predisposición a la violencia es consecuencia de la incapacidad del movimiento climático por dar profundidad social a la causa y articular las diversas caras de la crisis ecológica al tiempo que amplía sus bases.

La acción colectiva amplia no brota de nociones abstractas como la cantidad de Co2 en la atmósfera. Lo que genera las condiciones para amplios movimientos en los que haya personas dispuestas a arriesgar sus vidas enfrentado a los poderes estatales y corporativos son los efectos de los cambios planetarios que afectan directamente nuestras vidas, como la perdida de fuentes de sustento y la brutalidad.

El verdadero reto no radica en cambiar las razones y estrategias de quienes ya se están movilizando; sino implicar a muchas más personas en la causa ecológica, de forma independiente de las estrategias que decidan seguir. Malm reconoce la necesidad de ampliar la organización; pero su interés principal se centra en desatar la rabia social, no en tejer una amplia base social.

Malm finaliza su libro Cómo Volar un Dinamitar un Oleoducto con una reflexión sobre la moralidad del ecosabotaje. Malm apela a la nobleza del martirio y sostiene que aun cuando todo pronóstico sea negativo es un imperativo moral actuar contra el cambio climático, pues es un deber que tenemos con tanto con el pasado como con las generaciones futuras. Pero para que el activismo climático tenga un margen de maniobra para cambiar el acelerado camino hacia el colapso ecológico se necesita que podamos ver en vida un profundo y radical cambio del sistema energético mundial. La profundidad y magnitud de estos cambios requiere la firme convicción de que las cosas pueden y deben cambiar; esta convicción, a su vez, puede necesitar de fortalecer el compromiso con el ecosabotaje.

Cómo Dinamitar un Oleoducto tiene las virtudes de incitar al coraje, la disciplina, al uso de la violencia popular como mecanismo de emancipación, y de ser una convincente crítica a la piadosa tendencia del pacifismo. Pero, el libro no es útil para enfrentar el desafío de tejer comunidades capaces de hacer frente al problemático escenario de los años venideros. La crisis ecológica exige preguntas que Malm pasa por alto, como quiénes son los sujetos que van a enfrentar al capitalismo fósil, cuáles son las fuentes que impulsan a estos sujetos; qué nos impide crear colectividades y cómo se facilitaría la movilización; y de qué manera, a pesar de lo negativo del escenario, es verdad que hay posibilidades de cambiar el mundo.

Notas

[1] En 1990 el primer informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático proyectó que la temperatura del planeta podría elevarse 1 grado Celsius, respecto a niveles preindustriales, para el año 2025, y poco más de 3 grados Celsius para 2100.

Datos cruciales: 

1.-Solamente 6% de los estímulos fiscales de los países que integran el G20 se destinan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

2.-En 2021 el mundo rompió el récord de la cantidad de emisiones de Co2 en la historia, y también el de mayor incremento anual en la emisión de dicho gas.

3.-En Estados Unidos ha habido numerosos casos exitosos de campañas que se oponen a los nuevos proyectos de oleoductos y plantas energéticas y extractoras. En Memphis, una coalición por la justicia ambiental paró el oleoducto de Byhalia, que iba a cruzar los barrios negros del sur de la ciudad; en Luisiana, la resistencia de la población desbarató el proyecto de la terminal de exportación de petróleo de Plaquemines, que, habría sido construida sobre un cementerio de esclavos. Tras seis años de organización, los activistas climáticos de Virginia Occidental a Carolina del Norte han forzado a Duke Energy y Dominion Energy a cancelar el oleoducto Atlantic Coast. La nación Lumni y sus aliados han ayudado a evitar la construcción de una terminal de exportación de carbón en el condado de Whatcom en Washington; al otro lado del Estado, grupos ecologistas han ayudado a evitar que el Gobierno conceda permisos para una refinería de metano en Kalama. En las Grandes Llanuras, tras más de una década de lucha contra el oleoducto Keystone XL –que habría transportado petróleo de arenas bituminosas extraído de debajo del bosque boreal de Alberta, Canadá, a refinerías en la costa del Golfo de Texas– el presidente Biden revocó el permiso transfronterizo y TC Energy abandonó el proyecto.

4.- Hay investigadores que señalan que puede atribuirse a las temperaturas extremas causadas por el cambio climático un exceso de muerte de 5 millones de personas cada año.

5.- Según un megaestudio sobre los movimientos antiextractivistas en el mundo entre 1997 y 2019 poco menos de un cuarto de los 371 casos de protestas contra la extracción de combustibles fósiles, oleoductos o plantas de refinamiento, tuvieron lugar en países de ingresos altos, mientras que casi la mitad se dieron en países de ingresos bajos o medio-bajos. Además 40% de los casos de protesta contra oleoductos resultaron en criminalización estatal o violencia clara, e incluso asesinatos.

6.- En el contexto del movimiento masivo que movilizó entre 15 y 24 millones de personas en Estados Unidos a raíz del asesinato de George Floyd, el incendio de una comisaría en Mineápolis recibió una aprobación de 54%.

Trabajo de Fuentes: 

1.-Malm, Andreas [2021], "Fighting Despair", How to Blow Up a Pipeline. Learning to Fight in a World on Fire , Verso, London.

2.- Malm, Andreas [2016], Fossil Capital. The Rise of Steam Power and the Roots of Global Warming, Nueva York, Verso, 348 pp.

3.- Malm, Andreas [2018], The progres of this storm. Nature and society in a warming world , Londres, Nueva York, Verso, 203 pp.

4.- Malm, Andreas, The Zetkin Collective [2021] White Skin, Black Fuel. On the Danger of Fossil Facism, Londres, Verso, 576 pp.

5.- Sarah, Kaplany, Dennis, Brady [2022], "The World is running out of options to hit climate goals, U.N. report shows", The Washington Post, Washington, 4 de abril, https://www.washingtonpost.com/climate-environment/2022/04/04/climate-ch...

Nexo con el tema que estudiamos: 

Mientras en el mundo los efectos de la devastación ambiental cobran cada vez más vidas, es necesario no perder de vista las propuestas que buscan caminos y sociabilidades para hacer frente al dramático problema. En este texto podemos encontrar un dialogo critico entre dos posturas que ante la destrucción de las naturalezas buscan hacer frente al problema. Mientras Malm apuesta por generalizar la rabia y por el ecosabotaje, Riofrancos argumenta que es más importante la construcción de un tejido social sumamente amplio que sea capaz de combatir la catástrofe climática y la violenta represión corporativa y estatal.