Los años de reparación

Cita: 

Klein, Naomi [2020], Los años de reparación, Buenos Aires, Clacso. https://www.clacso.org/wp-content/uploads/2020/11/Los-anios-reparacion.pdf

Fuente: 
Libro electrónico
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
Lecciones de la pandemia: bajar el ritmo y decidir mejor.
Idea principal: 

Naomi Klein es periodista, escritora y activista canadiense colaboradora habitual en The Nation y en The Guardian centra su trabajo en la crítica a la globalización y el capitalismo.


Los años de reparación

Estamos en un contexto donde los hombres más poderosos de la extrema derecha están intentando validar la forma en la que amasan su fortuna a través de un discurso machista y supremacista que sirve para desviar la atención de la población. Ante esta situación se debe recurrir a las más valiosas tradiciones internacionalistas para destruir las fronteras y entablar un diálogo incluyente.

Antes que todo debemos plantearnos qué entendemos por progreso para poder diferenciar cuál es el progreso que necesitamos y cuál es el progreso que se usa como arma ideológica para aniquilar la vida. El más claro ejemplo de un progreso indeseable fue el que utilizó la Europa imperial para destruir a las civilizaciones que consideraban inferiores.

Ese tipo de discurso sigue siendo utilizado contra agricultores y pueblos para justificar la destrucción del medio ambiente con fines económicos o de transformación. Existe una obsesión con el crecimiento y el progreso desarrollista, por lo que se hace necesario un cambio profundo en las estructuras económicas y políticas para evitar vivir en una constante crisis sanitaria, climática y económica.

Está muy presente dentro del proyecto internacionalista progresista la idea de un Green New Deal (Nuevo acuerdo verde), este nuevo acuerdo consiste en una serie de cambios profundos al sistema dentro de los que se destaca el abandono de los combustibles fósiles, una mejor democracia, una sociedad más inclusiva y la reparación del daño a las víctimas del saqueo y destrucción del medio ambiente.

En primera instancia se pensó que una implementación gradual de este acuerdo sería lo mejor, se construiría toda la infraestructura necesaria para llegar a las emisiones cero y una vez que la gente viera los beneficios sería más fácil detener el consumo desmedido actual. En la práctica esto no está siendo lo mejor, ya que si bien se generan empleos verdes los ingresos provenientes de estos empleos se van directo al consumo que a su vez impacta en la contaminación y la destrucción del medio ambiente.

El tiempo es otro factor importante, no hay tiempo para hacer un cambio gradual, el cambio debe ser completo. Con la actual pandemia COVID-19 se presenta una gran oportunidad para abrir el debate sobre los temas importantes. En una sociedad que no viaja en avión y que no sale de su casa es más fácil hablar sobre limitar el número de vuelos y sobre la dañina industria de la moda rápida, ya que ahora es evidente que no son indispensables.

Ahora también se abre la posibilidad de criticar la necedad de buscar un crecimiento económico infinito. A medida que se fuerza a la sociedad para regresar a las actividades económicas no esenciales se disparan los contagios, Nueva Zelanda está teniendo un desempeño económico peor que Estados Unidos pero el número de muertos es mucho menor.

La retórica actual de los líderes de los países es ver al virus como un enemigo al que se debe erradicar, es un discurso de guerra para unificar a la gente contra una amenaza mayor. Sin embargo, un mejor mensaje podría ser ver al virus como un maestro que nos permite aprender sobre los errores que como sociedad estamos cometiendo.

Podríamos aprender de este virus sobre las degradadas condiciones de hacinamiento para las personas, sea en su trabajo, en viviendas o en la cárcel. Podemos aprender a valorar la labor de las personas que trabajan en los empleos esenciales, vemos la importancia de la comunidad para cuidarnos entre nosotros, no solo físicamente, también emocionalmente vemos lo relevante que es la convivencia con otras personas.

Pero la lección más importante que nos podría dejar el virus es la de aprender a bajar el ritmo de nuestra sociedad. Cada vez que hemos intentado regresar a la normalidad preocupados por el crecimiento económico el virus se hace presente y cobra vidas humanas. Cuando bajamos el ritmo el virus se va y nos deja tiempo para reflexionar sobre nuestros problemas.

Cuando estábamos inmersos en la cotidianidad que vivíamos en 2019 difícilmente teníamos tiempo para reflexionar sobre nuestros problemas, sobre nuestras emociones. Es significativo que se hable tanto sobre los fundamentos racistas del capitalismo moderno justo en este momento, pero parece lógico que es hasta ahora que tenemos tiempo para pensar en esos problemas.

Aprender a bajar el ritmo y decidir mejor es la lección clave. Debemos entender que es mejor detenernos y hacer un cambio profundo que seguir buscando un crecimiento sin sentido. Podemos aprovechar estos años de pandemia para hacer los cambios difíciles pero necesarios para que el planeta no se vuelva inhabitable.

Todo está demasiado roto

Tenemos un gran problema con el mundo natural. Fracturas en las capas de hielo, incendios forestales, aumento del nivel del mar, etc. Es momento de promover una misión colectiva centrada en reparar todos estos aspectos que están mal con nuestro entorno. De nada nos sirve una economía sana si el mundo se derrumba.

Debemos adoptar estos extraños años de pandemia como años de reparación. La reparación va en varios sentidos, arreglar los daños causados al mundo material, arreglar los discursos erróneos que están en la sociedad, reparar la infraestructura social desmantelada por la privatización, etc.

La reparación debe servir también para trabajar de la mano con las comunidades afectadas por la supremacía blanca, cristiana y masculina. Han sido muchos años en los que se ha postergado la reparación al daño que se les ha causado, debemos poder voltear al pasado y aceptar lo que paso, pero para eso es necesario hacer las paces psíquica y financieramente.

Debemos tomar las lecciones aprendidas de la COVID-19 para configurar una visión sobre cómo vivir mejor. Esta visión debe ser compatible con el cambio profundo antes expuesto. Debemos vigilar que los programas de estímulo tengan como objetivo la reparación antes que la simple activación económica. La verdadera medida del éxito de estas medidas debe ser qué tanto estamos sanando y no cuántos puntos del PIB estamos recuperando.

La lógica de reparación pide un cambio importante en cómo percibimos el tiempo, no es un proceso simple y rápido sino un trabajo complejo e intergeneracional. Antes de pensar en productos verdes debemos poder mirar al pasado y arreglar las heridas que se han quedado sin sanar.

En el proceso también tienen que salir formas nuevas de solucionar los problemas. Por ejemplo, ahorita los padres deben decidir si dejar a sus hijos 5 horas tomando clases en línea, aislados y viendo una pantalla o permitirles regresar a las aulas que han sufrido un abandono sistemático y que no están en condiciones para ventilar adecuadamente incrementando el riesgo de contraer el virus. Una propuesta adecuada sería primero reparar la infraestructura que fue abandonada e impartir las clases al aire libre.

La pandemia ya ha iniciado una serie de cambios importantes, las industrias dependientes de los combustibles fósiles están agonizando y es nuestra responsabilidad abandonar las viejas ideas para dar paso a la reparación que el mundo de verdad necesita.

Nexo con el tema que estudiamos: 

N. Klein propone aprovechar estos años de pandemia como años de cambio profundo. Apostar todo por la reconstrucción de la sociedad antes que el crecimiento económico.