War in Ukraine Likely to Speed, Not Slow, Shift to Clean Energy, I.E.A. Says

Cita: 

Plumer, Brad [2022], "War in Ukraine Likely to Speed, Not Slow, Shift to Clean Energy, I.E.A. Says", The New York Times, 27 de octubre, https://www.nytimes.com/2022/10/27/climate/global-clean-energy-iea.html

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Jueves, Octubre 27, 2022
Tema: 
El conflicto en Ucrania y la forma en que podría contribuir al desarrollo de energías limpias
Idea principal: 

Brad Plumer es reportero para The New York Times, en donde se encarga de cubrir temas relacionados con el medio ambiente, específicamente política climática y los esfuerzos para reducir las emisiones de dióxido de carbono.


La invasión a Ucrania por parte de las fuerzas armadas rusas, entre una variedad de consecuencias, ha llevado a una crisis energética que, en los últimos meses, ha comenzado a acelerar la transición al uso de energías limpias; esto, ya que se busca reemplazar el uso de combustibles fósiles, de los cuales Rusia es un gran productor y exportador, por energías renovables como la eólica, la solar y los vehículos eléctricos.

De acuerdo con el informe anual “Perspectivas de la energía en el mundo” (WEO, por sus siglas en inglés), elaborado por la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés): 2022 ha destacado por ser un año en donde algunos países han quemado más combustibles, como el carbón, en respuesta a la escasez de gas natural que derivó de la guerra en Ucrania; no obstante, se prevé que esta sea una tendencia en declive.

Asimismo, el informe clama, por primera vez, que la demanda mundial de todos los tipos de combustibles fósiles alcanzará su punto máximo en un futuro próximo.

Una causa de lo previo, es que con el consistente aumento de precios de estos combustibles, muchas naciones han comenzado a optar por invertir en infraestructura que les de acceso a energías más limpias y baratas a largo plazo, como son la adopción de turbinas eólicas, paneles solares, centrales nucleares, plantas de hidrógeno, vehículos eléctricos y bombas de calor eléctricas. Prueba de esto se ha dado en Estados Unidos, Japón, China, India y Corea del Sur, en donde a nivel gubernamental, se han aprobado leyes y programas para el financiamiento de energías más limpias (Dato crucial 1).

Sin embargo, el cambio hacia las energías limpias no se está produciendo lo suficientemente rápido, por lo que la temperatura del planeta sigue subiendo a niveles peligrosos. Según la IEA, esto solo puede ser combatido por los Estados, quienes deben comenzar a tomar medidas mucho más contundentes para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.

Con base en las políticas actuales, se espera que el uso de carbón a nivel mundial comience a disminuir en los próximos años. Asimismo, se prevé que la demanda de gas natural se estabilizará para finales de la década de 2020, así como el uso de petróleo se estabilizará a mediados de la década de 2030. Mientras lo previo sucede, se espera que la inversión mundial en energías limpias continúe aumentando hasta indicar un cambio significativo (Dato crucial 2).

Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía, ha enlistado no solo al cambio climático como motivo para acelerar la transición energética: políticas industriales, seguridad energética y el deseo de estar a la vanguardia en las industrias energéticas del futuro, también figuran como móviles.

Siguiendo las políticas energéticas actuales y sus resultados hasta el momento, la IEA espera que para 2025 se alcance el pico de las emisiones de dióxido de carbono, así como se prevé que para el año 2100 la Tierra alcance un calentamiento de 2.5°C en comparación con los niveles preindustriales.

Estas predicciones coinciden con los reportes de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la cuál desde la firma del Acuerdo de París en 2015, ha analizado las promesas que diversas naciones hicieron para intentar limitar el calentamiento global a 1.5°C. Dichos compromisos, se realizaron con el objetivo de reducir los impactos más graves e irreversibles del cambio climático en el planeta, como son: la pérdida generalizada de cosechas, el colapso de los ecosistemas, la exposición de millones de personas a intensas y peligrosas olas de calor, la escasez de agua y alimentos, el aumento en las inundaciones, la desaparición de especies de flora y fauna.

Al respecto, la ONU anunció que para reducir los gases de efecto invernadero, las emisiones no solo deben alcanzar su punto máximo en los próximos años; sino, que deben reducirse a la mitad para finales de la década de 2020 si se quiere salvar a un planeta que ya se ha calentado una media de 1.1°C. Para lograr los objetivos establecidos, también se ha hecho claro que es necesario invertir en energías limpias el doble de lo previsto por la IEA, principalmente en los países en desarrollo (Dato crucial 3).

Para finales de 2022, se espera que las emisiones de dióxido de carbono procedentes de los combustibles fósiles, a nivel mundial, aumenten aproximadamente 1% y se acerquen a máximos históricos. Esta previsión, resulta del hecho de que se ha aumentado el uso de carbón, principalmente en Europa, en un esfuerzo por sustituir el gas natural ruso desde el inicio de la invasión en Ucrania.

A pesar de que el aumento del uso del carbón es negativo, la realidad reside en que se anticipa un aumento mayor en el uso de este recurso, lo cual fue controlado gracias al despliegue de turbinas eólicas, paneles solares y vehículos eléctricos ante la prospectiva de una posible escasez de gas y petróleo. El incremento en los precios de recursos no renovables y el débil crecimiento económico de Europa y China, también contribuyeron a mantener emisiones bajas.

Frente al aumento del uso de carbón, ya han comenzado a implementar planes para contrarrestarlo. En el caso de Europa, se tiene prevista la instalación de hasta 50 gigavatios procedentes de energías renovables para 2023, mismos que alcanzan para suplir la generación de carbón. Asimismo, según la IEA, no se espera que a nivel internacional se invierta en nuevas plantas de carbón.

Frente a la implementación de las medidas referidas a lo largo del texto, se prevé que Rusia, el principal exportador de combustibles fósiles, comience a verse afectada por los cambios en la producción, distribución y tipos de energía que se dieron desde el inicio de la contienda en Europa del Este: mientras los países europeos hacen y harán todo lo posible por reducir su dependencia de los recursos ruso, el gigante euroasiático se enfrentará al desafío de buscar nuevos mercados, lo que vaticina que las exportaciones rusas de combustibles fósiles nunca serán las mismas que en el periodo pre-guerra.

La actual crisis energética es un parteaguas para dar impulso al desarrollo de tecnologías más limpias; sin embargo, a pesar de los beneficios a largo plazo de estas energías, por el momento se han hecho importantes sacrificios monetarios (Dato crucial 4). Esto, ya que los gobiernos alrededor del mundo se han visto obligados a invertir dinero para proteger a sus consumidores de los aumentos de precios; asimismo, se prevé que, principalmente en Europa, en 2023 se agrave la escasez de recursos fósiles y que los suministros para reemplazarlos sufran un aumento en precio y en tiempo de llegada.

En los países en desarrollo, la crisis energética no solo se ha traducido en pérdidas monetarias; sino que, se prevé que el número de personas que sufren por falta de energía, principalmente la eléctrica, se incremente para finales de 2022 (Dato crucial 5). Aunado a ello, se contempla la posibilidad de que en diversos países surja malestar social y reacciones adversas contra las políticas climáticas y de energía limpia. Lo previo se debe a que, aunque las políticas para combatir el cambio climático no sean la principal causa del aumento de precios de energías, siempre existe el riesgo de que los gobiernos no implementen las medidas adecuadas para realizar un cambio frente a las presiones internacionales.

El informe anual WEO, así como el informe anual de la ONU sobre la brecha de emisiones, fueron presentados previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, COP27, que fue llevada a cabo en Sharm el Sheij en Egipto. Dichos documentos, no solo sirven para abrir debate durante la conferencia acerca de si los esfuerzos de las naciones por combatir la destrucción al medio ambiente están dando resultado o si es necesario el apoyo financiero de los países más ricos a los más pobres; también, detallan algunas recomendaciones para que las naciones cumplan sus compromisos respecto a la estabilización del calentamiento global en 1.5° Celsius.

A pesar de las promesas de los países y de las recomendaciones, la realidad dada por los informes mencionados recae en que la mayoría de las naciones han sido muy ambiciosas con sus objetivos de reducción de emisiones, ya que han afirmado que sus medidas son capaces de limitar el calentamiento global a 1.8°C. Los objetivos previos no son considerados por la IEA como algo creíble, esto a consecuencia de la falta de políticas ambientales y por la necesidad de transformar a las sociedades, ya que sería necesario cambiar la forma de vida de millones de personas para eliminar su uso de combustibles fósiles en sus actividades diarias y así contribuir a la reducción de emisiones.

Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ha declarado que el estado actual del mundo, desde política internacional hasta el uso de recursos, podrían complicar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en lo que queda de la década; no obstante, señala que cada esfuerzo es de gran importancia para la conservación del medio ambiente y de las diversas formas de vida que existen.

Datos cruciales: 

1. En Estados Unidos, el Congreso aprobó un gasto de más de 370 mil millones de dólares para el desarrollo de tecnologías verdes en el marco de la Ley de Reducción de la Inflación. Por su parte, Japón ha iniciado un programa para la financiación de energía nuclear, de hidrógeno y de otras tecnologías de bajas emisiones. Finalmente, China, India y Corea del Sur han comenzado a considerar a las energías renovables y nucleares como objetivos nacionales.

2. En 2022, la inversión mundial en energías limpias fue de 1.3 billones de dólares. Se espera que para 2030, dicha cantidad incremente a 2 billones de dólares anuales.

3. De acuerdo con Faith Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), para que se alcancen los objetivos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) respecto a la reducción de gases de efecto invernadero en la década de 2020, se necesitaría de una inversión de 4 billones de dólares en energías limpias de 2022 a 2030.

4. Desde el inicio de la crisis energética, gobiernos de todo el mundo ya han comprometido hasta 500 mil millones de dólares para la protección de sus consumidores frente al aumento de los precios de energía.

5. Debido a la crisis energética, se prevé que en los países en desarrollo al menos 75 millones de personas que recientemente obtuvieron acceso a la electricidad, gracias al gas natural licuado, lo pierdan para finales de 2022.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto plantea una situación a nivel mundial que podría considerarse una contradicción: el hecho de que frente a una crisis multidimensional se podrían acelerar las acciones para sacar al planeta de otra crisis, de forma específica, el hecho de que mientras se desarrolla una crisis económica, armada, de energía y de recursos se ha comenzado a trabajar para combatir y salir de la destrucción del medio ambiente. Tomando en cuenta lo que se expresa a lo largo de la nota, es posible entrever que como parte de la disputa hegemónica actual, han comenzado a tomarse medidas que buscan contribuir a detener la destrucción del planeta; no obstante, dichas medidas no han sido elegidas con el principal objetivo de combatir los daños a nuestro hábitat, sino que buscan primariamente dañar una de las más grandes ventajas que el enemigo de Occidente ha conservado a lo largo de la contienda: la obtención de Rusia de recursos económicos a través de la venta y exportación de combustibles fósiles. Como resultado de lo anterior, algo es claro: el hecho de que la economía, la sociedad, los recursos, los gobiernos e incluso la guerra, están sumamente conectados en un sistema en disputa que cada vez denota más interdependencia entre sus más grandes combatientes.