Con el avance de la tecnología, las empresas se ven obligadas a adaptarse a los requerimientos del mercado, insertando cada vez más sensores y conexiones a internet en diferentes productos. Por lo que estas firmas deben de adaptarse en dos sentidos:

i) Cambiar de la fabricación a los servicios. Los datos que generan los productos conectados a internet ayudan, por ejemplo, a producir informes meteorológicos en tiempo real, o a mejorar el movimiento de saque de un jugador de tenis. Estos servicios suelen ser más rentables que los productos en los que se basan.

ii) Desarrollo de software (como ios de Apple o Android de Google), que respalde la generación de aplicaciones.

Diferente a la producción tradicional donde las fábricas adquieren los insumos, los procesan y envían el producto a los consumidores finales, algunas empresas alemanas ya muestran adaptación a las nuevas formas de producción. Trumpf, un fabricante de equipos industriales, ha puesto en marcha un software que recoge datos de las máquinas construidas por la propia firma y las fabricadas por sus rivales, con el fin de garantizar al cliente que sus procesos de producción son los mejores.

Para estas empresas alemanas la clave se encuentra en cambiar la cultura del empresario a una era digital. Las jerarquías entre firmas deben de ser menores, mejorando las relaciones empresariales.

No obstante, el cambio no sólo debe de darse en las fábricas, también en las políticas gubernamentales. La iniciativa Industrie 4.0 (iniciativa del gobierno alemán en 2011, para promover la informatización de la fabricación) es un buen comienzo, pero también se tiene que extender a la educación y en la generación de espacios para experimentar con los nuevos desarrollos.