Jail bait. The lock-’em-up mentality for white-collar crime is misguided
The Economist [2016], “Jail bait. The lock-’em- up mentality for white-collar crime is misguided”, The Economist, London, 29 de octubre, http://www.economist.com/news/business/21709331-lock-em-up-mentality-whi...
Una cosa en la que tanto la corriente de derecha como la de la izquierda pueden estar de acuerdo siempre es en que la sociedad es demasiado blanda con el “crimen de cuello blanco”.
Dos libros tratan esta problemática: “Why They Do It: Inside the Mind of the White Collar Criminal” de Eugene Soltes, de la Harvard Business School, y “Capital Offenses: Business Crime and Punishment in America's Corporate Age” de Samuel Buell, fiscal en el caso Enron case, profesor de la Universidad de Duke.
Ambos demuestran que Estados Unidos es cada vez más enérgico en contra de los crímenes corporativos: entre 2002 y 2007 federal se ha enjuiciado a 370 integrantes de la alta gerencia de diversas empresas. En dos de los más grandes escándalos corporativos de 2001 y 2002 se llevó a cabo un duro tratamiento contra los implicados. Bernard Ebbers, presidente ejecutivo de WorldCom, fue condenado a más de 20 años de prisión sin derecho a libertad condicional, y Kenneth Lay, ex jefe de Enron, murió en espera de su sentencia.
La Ley Sarbanes-Oxley (2002) y el proyecto de ley Dodd-Frank (2010) son medidas diseñadas para castigar a los delincuentes corporativos más severamente. Otros países como Corea del Sur, Omán y España también están ejerciendo acciones en este sentido.
Esto está dando lugar a una nueva industria mundial: asesores, como Wall Street Prison que se especializan en ayudar a los delincuentes de cuello blanco a adaptarse a la vida tras las rejas.
Un tema esencial es entender el crimen corporativo como una acción colectiva: cadenas de instrucciones y culturas empresariales que estimulan a los empleados para que corran riesgos; por ello, las autoridades están adaptando su comportamiento para estimular que las empresa se supervisen para evitar sanciones y a perseguir a las empresas más que a los individuos.
Actualmente una gran parte de la creación de riqueza se lleva a cabo en el espacio que existe entre lo legal y lo cuestionable. Algunas de las empresas más exitosas del mundo se especializan en la aplicación de nuevas tecnologías en los mercados en los que existen regulaciones obsoletas: Uber en el transporte y Airbnb en alojamiento se dedican frecuentemente a enfrentar batallas legales contra los reguladores.
Se debe castigar a los criminales de cuello blanco si cometieron crímenes y ocasionaron daño, pero se debe resistir la tentación de criminalizar los nuevos negocios que ponen a prueba las reglas establecidas.
Entre 2002 y 2007 los fiscales federales condenaron a más de 200 directores generales, 50 directores financieros y 120 vicepresidentes.
Después de la crisis de 2008 se ha puesto más atención al papel de grandes empresas en la economía mundial y al actuar de sus líderes, directores y fundadores que en muchos casos buscan “vacíos legales” mediante los cuales pueden realizar negocios que, aunque no sean bien vistos moralmente, no son ilegales. Es de esta manera como muchas de las principales compañías se han hecho de enormes riquezas y han concentrado y acumulado el capital que poseen en la actualidad.
De esta manera ha surgido un debate cada vez más intenso entre las autoridades que consideran que es necesario un marco legal mucho más preciso y estricto en contra de estas prácticas y las autoridades que apoyan la total libertad de las empresas para llevar a cabo cualquier negocio siempre y cuando no sea ilegal dentro de las obsoletas leyes que imperan en la mayoría de los países.
Así, para el argumento liberal, la ley debe adaptarse a las nuevas formas de obtener ganancias y defiende la "riqueza" y el "éxito" sin colocarlos en sus correlatos: la miseria y el "fracaso" que tantos estragos sociales está causando en los marcos del capitalismo decadente.