The one-China policy. The great obfuscation of one-China. The polite fiction that there is only one China has kept the peace in East Asia—but now it is coming under pressure from all directions
The Economist [2017], "The one-China policy. The great obfuscation of one-China. The polite fiction that there is only one China has kept the peace in East Asia—but now it is coming under pressure from all directions", The Economist, London, 11 de marzo, http://www.economist.com/news/briefing/21718499-polite-fiction-there-onl...
El nuevo presidente de Estados Unidos ha puesto en duda una característica fundamental para mantener la seguridad en Asia: la política de una sola China.
La propia China no tiene realmente una política de una sola China. Tiene lo que llama un principio de una sola China, que sostiene que sólo hay una China con su gobierno en Pekin. Se considera a Taiwán como una provincia que ha traicionado a China, y se niega el reconocimiento diplomático a cualquier país que reconoce a Taiwán como estado.
Por su parte, Estados Unidos no reconoce la soberanía de China sobre Taiwán, ni reconoce a Taiwán como un Estado independiente. Taiwán ocupa la novena posición en cuanto a compradores de exportaciones estadounidenses, delante de Italia e India. En la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, Estados Unidos se compromete a ayudar a Taiwán a defenderse contra invasiones y embargos.
Para Taiwán la noción de una sola China tiene sus raíces en la ficción de que el primer presidente de la isla, Chiang Kai-shek, que huyó de allí en 1949 después de perder una guerra civil contra los comunistas de Mao Zedong, algún día recuperaría la totalidad de China.
Así, el partido del cual Chiang fue líder, el Kuomintang (KMT) y el gobierno chino se suscribieron al “consenso de 1992”, que dice que sólo hay una China, pero reconoce que las partes no están de acuerdo acerca de lo que eso significa en la práctica. Otro partido importante de Taiwán, el Partido Democrático Progresista (PDP), rechaza tanto el consenso de 1992 como el principio de una sola China en términos más generales.
China considera que el tiempo está de su lado. A medida que la patria se hace cada vez más rica y poderosa, sus líderes parecen tener la esperanza de que el pueblo de Taiwán quiera unirse a ellos.
Los líderes de Taiwán piensan lo contrario. Con el tiempo la gente de la isla va a darse cuenta de que tienen cada vez menos cosas en común con China.
Para Estados Unidos, el status quo le permite tener lazos diplomáticos con China sin la ruptura de relaciones con Taiwán, lo cual es bastante bueno.
Este equilibrio de intereses depende de ciertas cosas importantes: que China continúe siendo cada vez más rica, que la gente de cada lado del estrecho de Taiwán no se vea como enemiga, que Asia se mantenga más o menos estable para que las partes no se vean involucradas en otros conflictos, y que en el peor de los casos las fuerzas armadas de Estados Unidos intervengan para mantener la paz.
Todas estas condiciones están cambiando. La economía de China se ha desacelerado, Asia ya no es tan estable y Trump ha amenazado con imponer aranceles a las exportaciones chinas, lo que aumenta el riesgo de una guerra comercial. China todavía tiene una amenaza de invasión o bloqueo contra la isla.
Estados Unidos ya no podría ser capaz de enviar dos grupos de portaaviones al estrecho de Taiwán para obligar a China a dar marcha atrás, como lo hizo en 1996. La Ley de Relaciones con Taiwán no obliga a Estados Unidos a hacerlo, pero abstenerse sería un golpe importante para su posición y prestigio como superpotencia.
El 25 de noviembre China voló un par de bombarderos Xi´an H-6K alrededor de la isla. Dos semanas después, otro bombardero Xi´an y tres aviones de combate volaron de nuevo sobre Taiwán. En enero el Liaoning, un portaaviones chino, navegó alrededor de la punta sur de la isla y en el estrecho de Taiwán, después de lo cual, Andrew Yang, ex viceministro de defensa taiwanés dijo “se ve que va enserio”.
Se dice que China podría considerar la adopción de “métodos no pacíficos para defender la soberanía de la nación” sólo si Taiwán declara formalmente su independencia o si no hay esperanza de una solución pacífica.
Hay tres razones para pensar que el conflicto no van tan mal. La primera es que tanto el señor Xi (presidente de China) como la señora Tsai (presidenta de Taiwán), tienen fuertes razones internas para dejar a un lado sus diferencias por un tiempo. La señora Tsai sabe que sus posibilidades de reelección en 2020 dependen de su manejo de la economía, no del manejo de las relaciones con China.
La segunda razón es que durante su toma de posesión, la presidenta Tsai reconoció como un “hecho histórico” las negociaciones de 1992, que es lo más cerca que se ha podido llegar a reconocer el consenso sin aceptarlo.
En tercer lugar, el equilibrio militar en el estrecho de Taiwán no se ha movido lo suficiente para que haya seguridad total de una victoria por parte de China.
El número de turistas chinos a Taiwán se ha reducido en más de un tercio en el último año, en gran parte porque la burocracia se ha hecho más complicada para poder viajar. Las actitudes políticas se están endureciendo. Taiwán solía tener un partido que simpatizaba con la política de una sola China, el KMT, y un partido que prefiere la independencia, el DPP. Pero el KMT está en caída libre tras su derrota en las elecciones del año pasado. La fuerza política que está más rápido en aumento es el Partido Nuevo Poder, que tiene sus raíces en las manifestaciones estudiantiles contra estrechos vínculos con China.
En 2011, Wang Yi, ahora ministro de Asuntos Exteriores de China, entonces jefe de la Oficina de Asuntos de Taiwán, dijo en privado durante una visita a Washington que China podría considerar el cambio de las negociaciones de 1992.
La solución más simple y natural es la de admitir que hay dos Chinas, pero el gobierno comunista no esta preparado para hacer eso. En su lugar se está llevando a cabo una política de una sola China en la que tres jugadores (China, Taiwán y Estados Unidos) se mueven lentamente hacia un juego final más peligroso.
Una gráfica muestra el porcentaje de personas en Taiwán que se identifican como taiwanesas, como chinas o como ambas desde 1994 hasta 2016. El porcentaje de taiwaneses ha ido en aumento, mientras que las personas que se identifican como chinas se encuentra actualmente alrededor del 3%.
Taiwán fabrica más de una quinta parte de los semiconductores del mundo. Un bloqueo chino podría paralizar la industria informática.
Un mapa muestra datos sobre los principales indicadores económicos y demográficos de China (sin incluir Hong Kong y Macau) y Taiwán. China muestra mejores indicadores en área geográfica, PIB, y población; pero Taiwán presenta mejores condiciones de vida tomando en cuenta que su mortalidad infantil, esperanza de vida, índice de corrupción, etc. son mejores que los datos que presenta China.
El conflicto de China con Taiwán, que ha durado más de 60 años, se encuentra actualmente en una situación que parece ser peligrosa. Tomando en cuenta la magnitud en la que conflictos mundiales de distinta índole pueden llegar a influir en el ámbito internacional, cualquier situación que involucre a alguno de los dos territorios puede ocasionar un conflicto mucho más grave que el que hasta ahora sucede.
En este sentido, la estabilidad del continente asiático, las acciones de Trump como presidente de Estados Unidos ante estos dos territorios y la situación interna tanto de China como de Taiwán, son claros ejemplos de posibles detonantes en este conflicto, que al tener a una de las principales potencias del mundo como protagonista, podría originar un enfrentamiento de enormes dimensiones, en el que se verían involucrados países con un potencial militar muy grande en su búsqueda por conseguir la hegemonía mundial.
Sin ser un conflicto de primer orden, la reunificación de China, en especial con Taiwán, puede reducir la dinámica ascendente de China como competidora por la hegemonía mundial.