The $600bn question. Donald Trump has talked big about his military build up. It is not going to happen
The Economist [2017], "The $600bn question. Donald Trump has talked big about his military build up. It is not going to happen", The Economist, London, 17 de junio, http://www.economist.com/news/united-states/21723452-it-not-going-happen...
Después de meses de negociación y disputas, la administración encabezada por Donald Trump consiguió un incremento de 19.9 mil millones de dólares en el presupuesto destinado al gasto en defensa para el año fiscal 2018. Además, Trump anunció que este incremento será reforzado por aumentos adicionales al presupuesto del Pentágono. De acuerdo con el presidente estadounidense, este incremento presupuestario –que fue negociado ante el Congreso por el secretario de defensa Jim Mattis y por Joseph Dunford, presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos– estará destinado a la compra del mejor equipo militar para el ejército estadounidense, con la finalidad de expandir la flota de la marina de 275 a 350 embarcaciones, de dar cientos de jets de batalla adicionales a la fuerza aérea y de elevar el número de soldados en activo de 476,000 a 540,000.
Las fanfarrias con que este incremento fue anunciado hacen pensar que se trata de un aumento excepcional en el presupuesto militar. No obstante, si se mira con más cuidado, aun cuando el presupuesto aprobado de 603 mil millones de dólares (mmd) se ubica 54 mmd por encima de los límites señalados por la Budget Control Act [Ley de Control Presupuestario] de 2011, está sólo 3.3% por encima de los planes presupuestarios de Barack Obama en materia de defensa. Aproximadamente la mitad de los 19 mmdd adicionales aprobados por el Congreso estarán destinados a cubrir dos rubros: la incorporación de 16,000 efectivos adicionales al ejército y un incremento salarial del 2.1% (en lugar del 1.6% programado con anterioridad). En términos del equipamiento del ejército, el incremento presupuestal “significará un [tanque] destructor más, pero ninguna aeronave extra más allá de lo solicitado por Obama”. De esta forma, el aumento en el gasto de defensa presumido por Trump servirá apenas para “llenar [algunos] hoyos”.
Los líderes republicanos en el Congreso consideran que la solicitud presupuestaria de Trump es inadecuada. John McCain, por ejemplo, considera que el presupuesto del ejército debe aumentar –hasta 740 mmdd en 2022, dice McCain– pero piensa que deben asignarse estrictamente 60 mmdd a las “operaciones de contingencia en ultramar” –destinados a guerras que se están librando en el exterior–, pues se ha hecho un uso muy laxo y abusivo del presupuesto destinado a estas “operaciones” para eludir los límites presupuestarios marcados por la ley.
La posibilidad de que el presupuesto destinado a la defensa aumente radica en parte en que se reduzca el presupuesto de otras áreas no vinculadas a la defensa. Eso ya está sucediendo con los recortes al Departamento de Estado, al apoyo al exterior y a la Agencia de Protección Ambiental promovidos por Trump. Sin embargo, la posibilidad de que el gasto en defensa aumente al nivel en que Trump lo desearía está condicionada por la derogación o modificación de la Ley de Control Presupuestario. La derogación parece improbable y la modificación, en caso de darse tras el atasco en que se encuentra el poder legislativo, otorgaría sólo unos cuantos miles de millones de dólares más de los que había solicitado Obama. Por tanto, esto no puede considerarse una “escalada en el gasto de defensa”.
No parece que la situación vaya a cambiar considerablemente en los próximos años. De hecho, el propio secretario de defensa estima que el crecimiento anual máximo del presupuesto a las fuerzas armadas será de entre 3% y 5%. Diversos analistas piensan que el aumento en el presupuesto militar se podría lograr utilizando de forma temprana el capital político del que dispone el presidente; “desafortunadamente para Trump, muchos en el Congreso creen que ya ha agotado el pequeño capital con el que inició” su administración.
Una de las más amenazantes promesas de campaña de Trump fue elevar el gasto en materia militar y emprender una nueva carrera armamentista, que encendía los focos rojos rumbo a una nueva escalada militarista de alcance mundial. El texto de The Economist introduce valiosos matices respecto de las aseveraciones de Trump y muestra que aun cuando el incremento del gasto militar es real, es mucho menor de lo que Trump alardeaba. No obstante, lo pequeño de los incrementos en el presupuesto militar no anula la retórica ni la práctica beligerante y autoritaria de Trump y la élite estadounidense, que enfilan al mundo hacia la posibilidad de la guerra total.