Reinstatement. Reform of China's ailing state-owned firms is emboldening them. Outperformed by private firms, they are no longer shrinking as a share of overall output

Cita: 

The Economist [2017], "Reinstatement. Reform of China's ailing state-owned firms is emboldening them. Outperformed by private firms, they are no longer shrinking as a share of overall output", The Economist, London, 22 de julio, https://www.economist.com/news/finance-and-economics/21725293-outperform...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Julio 22, 2017
Tema: 
Las fallidas reformas de mercado prometidas al inicio de la presidencia de Xi Jinping y la consolidación de las empresas chinas de propiedad estatal
Idea principal: 

Al asumir la presidencia de China, Xi Jinping prometió que las fuerzas del mercado tendrían un papel decisivo en la asignación de recursos y ofreció impulsar una serie de reformas a las empresas de propiedad estatal (en adelante, EPE). Como una forma de hacer eco de la política oficial, se ha hecho una intensa campaña de prensa en los medios oficiales en la que la venta de la mitad de las acciones de las EPE a inversionistas privados es promocionada como el esperado momento en el que las lentas e ineficientes compañías estatales son finalmente puestas en un camino que conduce hacia la mayor productividad. Muchos inversionistas y analistas consideran, en cambio, que las reformas a las EPE están atascadas, puesto que las compañías continúan en manos estatales y las ventas no se han dado en las áreas que el gobierno considera estratégicas, como la producción de electricidad y las finanzas, sino únicamente en áreas secundarias.

Las reformas de mercado y su aplicación adecuada son factores centrales para explicar el acelerado crecimiento económico de China en las últimas décadas. En particular, la reducción de las EPE permitió el crecimiento de un “vibrante sector privado” que dio dinamismo a la economía china. En la década de 1980, cuando comenzaron las reformas de mercado en China, el sector estatal representaba cuatro quintas partes del producto de aquel país; hoy día, las EPE dan cuenta de menos de una quinta parte del PIB chino. Sin embargo, durante los años más recientes, el sector estatal ha dejado de reducirse. Aún hay más de 150 000 EPE en China, dos terceras partes de las cuales pertenecen a los gobiernos locales y el resto al gobierno central.

Las empresas privadas son mucho más productivas que las de propiedad estatal, pero estas disponen de una cantidad de recursos desproporcionadamente mayor que aquellas. Las empresas estatales dan cuenta de la mitad del crédito bancario del país y son responsables del desmesurado crecimiento de la deuda corporativa china; además, desde 2015 su inversión ha crecido a mayor velocidad que la del sector privado, revirtiendo una tendencia que se había observado por décadas. El resultado de esto es un círculo vicioso: conforme la economía se vuelve menos competitiva y el crecimiento más lento (por el aumento en la participación de las EPE en el producto), el gobierno exige a las empresas estatales que gasten más para impulsar el crecimiento, lo que aumenta aún más su peso en la economía y el endeudamiento. Es necesario que China ponga un alto a esta situación. El Fondo Monetario Internacional considera que un programa de reforma de las EPE adecuado y bien ejecutado permitiría que la economía china se expandiera en aproximadamente 10% en el transcurso de una década.

Por otra parte, el futuro de las empresas estatales chinas no sólo es importante para ese país, sino para todo el mundo. Estas empresas son ya gigantes a nivel mundial: “las 200 empresas chinas de propiedad estatal más grandes representan el 18% de los ingresos globales de las compañías integradas de gas y petróleo, 6% en la fabricación de autos y 5% en la construcción. Una serie de mega-fusiones que está actualmente en curso está concentrando aún más poder en las manos de unos pocos, dándoles el peso para abrirse paso en nuevos mercados. Para las compañías extranjeras, esto puede oler a competencia desleal, como si estuvieran luchando contra el estado chino. La tentación que puedan sentir otros países para bloquear las inversiones extranjeras de las EPE aumentará, creando un escenario para disputas más amargas”.

Existen temores fundados de que las pocas reformas que se han implementado en las EPE (algunos programas piloto y modificación de directivos) no sólo no están consiguiendo disminuir la importancia de las empresas estatales sino que, por el contrario, la están acentuando: "las EPE se están volviendo más grandes, no más pequeñas; su administración se ha vuelto más conservadora; y sus deficiencias están comenzando a infectar la economía de forma cada vez más amplia".

Algunas ideas parecen promisorias para reducir el tamaño de las empresas estatales en la economía china. Por ejemplo, el gobierno local de Shanghai ha clasificado sus EPE en comerciales o de servicios públicos. Esta distinción -que ha sido promovida por el gobierno central- permitirá que las empresas que sean clasificadas como comerciales puedan ser tratadas cada vez más como empresas privadas. Otra idea promisoria son las "reformas de propiedad mixta", consistentes en permitir que las EPE vendan participaciones a inversionistas privados, quienes exigirán cada vez más de la empresa, particularmente si tienen también un asiento en el consejo de la empresa. Esta situación no es nueva, pues desde hace más de una década numerosas EPE cotizan en la bolsa de valores y accionistas privados pueden invertir en ellas. Sin embargo, según analistas, estas reformas que modifican la propiedad de las empresas podrían conducir a grandes transformaciones. "La palabra privatización no es usada. Es muy delicada. Sin embargo, el estado puede vender una participación mayoritaria".

Aun cuando estas reformas podrían traer consigo grandes cambios, su aplicación ha sido muy reducida pues el gobierno central sólo ha vendido participaciones minoritarias en ramas subsidiarias de grandes grupos. Algunos gobiernos locales han vendido participaciones mayoritarias en sus empresas, pero en general esos tratos han sido excepcionales. La responsabilidad de esto no es sólo del gobierno, sino que hay una lógica que subyace a esta situación: las EPE que son rentables no quieren vender participaciones a los privados y nadie quiere comprar una empresa que no es rentable y que está al borde de la quiebra.

Las señales contradictorias enviadas por el gobierno chino hacen pensar que lo que Xi Jinping desea no es reducir el tamaño de las EPE sino mejorar su funcionamiento para que "sirvan al partido ayudándolo a manejar la economía interna y a llevar la bandera de China a territorio extranjero". Prueba de ello es la reciente declaración del presidente chino en el sentido de que debe fortalecerse el control de las EPE por parte del partido: "el liderazgo del partido en las EPE es un principio político de primer orden, y debemos insistir en ese principio".

Esto se ha reflejado en un cambio en la atmósfera de las empresas estatales. Los tecnócratas han sido sustituidos en la dirección de las empresas por los oficiales del partido, quienes prefieren no tomar riesgos y consideran que no hacer nada es lo más seguro que uno puede hacer. Esto ha sido acompañado por una intensificación en la formación política de todos los trabajadores al interior de las EPE. Además, el gobierno ha limitado aún más los ya de por sí reducidos ingresos de los altos directivos de las empresas estatales (el presidente de PetroChina, la principal petrolera del país, tiene ingresos de 112 mil dólares al año, mientras que el CEO de Chevron, una empresa con un valor de mercado aproximadamente igual, tiene ingresos por 24.7 millones de dólares anuales).

Hay mucho por mejorar en las empresas chinas de propiedad estatal. Una de las prioridades, de acuerdo con el propio Xi Jinping, es reducir sus excesivas deudas (actualmente, los pasivos de las EPE representan más del 160% de sus acciones). Además, en vista de que la formación política más rígida no ha producido un mejoramiento en el desempeño de las empresas, el partido está considerando delegar una mayor capacidad de decisión a las juntas de administración de las compañías para la planeación de largo plazo.

Otra acción emprendida por el estado para reformar las EPE ha sido el impulso de fusiones de empresas estatales que compiten entre sí o que tienen actividades complementarias. Sin embargo, estas acciones pueden tener como resultado el fortalecimiento de las empresas, más que la reducción de su importancia, debido a las economías de escala y a la reducción de costos asociadas a las fusiones, que tienden a producir nuevos gigantes. Esto complica el panorama para las empresas privadas que compiten con las estatales, pues de acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, una empresa estatal promedio tiene trece veces más activos que una empresa privada promedio.

Hace algunos años, el consuelo frente a esta situación era que la mayoría de las EPE operaban exclusivamente en el interior de China. "Esto está cambiando: industrias desde la construcción hasta el acero están comenzando a mirar hacia el exterior". La estrategia de "Un cinturón, una ruta" emprendida por Xi Jinping, que es el núcleo de su política exterior, ha hecho de la expansión de la EPE hacia el exterior una prioridad explícita. El peligro que esto entraña no es sólo que desplacen en la competencia a las empresas chinas privadas sino que, probablemente, esto provocará una reacción violenta por parte de las grandes empresas extranjeras, que solicitarán el apoyo de sus gobiernos para nivelar el campo de juego. Asimismo, los reguladores extranjeros se volverán más hostiles hacia las empresas chinas. Esto sólo dañaría al libre mercado.

Durante las últimas décadas, las EPE han tenido un papel dominante en sectores como el transporte y la generación de energía, pero han estado limitadas a esos sectores. Una de las claves del acelerado crecimiento económico de China ha sido el ámbito restringido en que operan las empresas estatales. Las empresas privadas han tenido una gran libertad para ampliarse y hacer negocios. "Las manufactureras que condujeron el asalto de las exportaciones chinas en los mercados globales fueron privadas. Las empresas tecnológicas que dominan en internet son privadas". En este sentido, sería favorable que las empresas privadas continuaran dominando los sectores de mayor crecimiento y con mayor eficiencia.

Sin embargo, otro factor que preocupa es el rápido crecimiento de las llamadas compañías de "inversión y operación de capital estatal", que manejan los activos estatales existentes e invierten en nuevos. Estas compañías de inversión buscan incursionar en los sectores de alta tecnología. Los gobiernos provinciales de todo el país tienen planes para invertir más del 80% de los fondos de estas compañías en infraestructura, servicios públicos y en "industrias emergentes estratégicas" (energías renovables, biotecnología, telecomunicaciones, entre otras). De esta manera, el estado metería la mano en las áreas más dinámicas que han sido dominadas por el sector privado.

Los optimistas piensan que después de que Xi Jinping reafirme su autoridad en el congreso del Partido Comunista estará en condiciones de dar rienda suelta a las fuerzas del mercado, tal como propuso cuando asumió la presidencia. "No obstante, dada la retórica y las acciones hasta ahora, estos sólo parecen buenos deseos. Las EPE, lejos de estar en retirada, están avanzando, echando mano del apoyo gubernamental para compensar sus debilidades. Están logrando algunas conquistas tanto en casa como en el exterior. El objetivo de la reforma de las EPE debería ser reducir el tamaño de las empresas estatales y abrirlas a la competencia. En lugar de eso, China está fortaleciéndolas y conduciéndolas hacia un nuevo territorio".

Datos cruciales: 

Los directivos de las empresas estatales chinas reciben ingresos muy inferiores respecto de sus pares en las grandes corporaciones trasnacionales. Por ejemplo: el presidente de PetroChina, la principal petrolera del país, tiene ingresos de 112 mil dólares al año, mientras que el CEO de Chevron, una empresa con un valor de mercado aproximadamente igual, tiene ingresos por 24.7 millones de dólares anuales.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La ampliación y consolidación del capitalismo chino ha tenido como su punta de lanza a las empresas de propiedad estatal. El liberalismo exige que se reduzca el tamaño y la extensión de las empresas estatales y alerta sobre los riesgos vinculados a su ampliación, pero los hombres de Pekín continúan ampliando el tamaño y la esfera influencia del sector estatal como parte de su estrategia de crecimiento económico y de ampliación hegemónica.

Es interesante notar que al interior de China existe una marcada división del trabajo: las empresas estatales se han concentrado en las industrias pesadas, la infraestructura, el transporte y la energía, y han ejercido un estricto control de ellas; por otra parte, las empresas privadas se han concentrado en las industrias intensivas en tecnología y en el desarrollo tecnológico, con una mayor libertad para ello.

El desarrollo de formas financieras que concentran recursos para invertirlos en las ramas económicas de vanguardia es un signo claro de la proyección hegemónica de China. El capitalismo de estado cuenta con recursos relevantes para disputar el liderazgo económico con las corporaciones gigantes con sede en Estados Unidos.