Hegemonía, Geopolítica y Estados Unidos
Gandásegui hijo, Marco A. [2016], "Hegemonía, geopolítica y Estados Unidos", Marco A. Gandásegui hijo (coord.), Estados Unidos y la nueva correlación de fuerzas internacional, Buenos Aires, CLACSO, pp. 69-88.
Gandásegui comienza su texto señalando que a pesar de que las innovaciones en el sector industrial han pasado de Estados Unidos a China, el primero sigue concentrando la producción y venta de armamento militar a nivel mundial y que el eje nor-atlántico sigue controlando los movimientos financieros internacionales (p. 69).
El autor se pregunta si el capitalismo está condenado al estancamiento, si se está recuperando o si algo lo reemplazará (p. 70). Para contestar estas preguntas inicia mencionando que el sistema capitalista ha generado ganancias explotando la fuerza de trabajo para que la producción supere de manera significativa a los costos de los factores productivos. Frente a este proceso, quienes se han beneficiado y apropiado de las riquezas son los financistas, quienes nacieron en Inglaterra con la creación del Banco de Inglaterra y posteriormente, en 1913, se organizaron en Estados Unidos con el Banco de la Reserva Federal (Fed) (p. 71).
Los financistas son sectores de la población que crean dinero de la nada y lo transforman en capital. En los últimos años, este grupo se ha beneficiado aún más con las políticas neoliberales y la financiarización de las economías, debido a que esto les ha permitido obtener mayores ganancias por la circulación de capital y no por su reproducción. En el contexto neoliberal, se consideró que tras la implosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) también se había gestado el fin de la historia. Sin embargo, para Gandásegui, este evento “no es el momento de triunfo del capitalismo y su forma neoliberal de acumulación. Tampoco es la derrota de la clase obrera y su proyecto de socialismo. Es el fin de la acumulación capitalista en su forma industrial financiera” (p. 74).
A inicios de este siglo, analistas estadounidenses comenzaron a vislumbrar a Rusia como un posible enemigo para su hegemonía. Por esta razón, Brzezinski sugería que Estados Unidos tenía que dividir a Rusia en tres regiones para controlarla, mientras que Kissinger consideraba que Ucrania debía fungir como un país puente para hacer frente a los intereses rusos; convirtiendo a Rusia en un aliado que permitiera continuar con el saqueo del sur, a pesar de lo peligroso que podría ser este acuerdo (p. 76).
Para el autor, la emergencia China como potencia económica sería la única manera en la que surgiría un polo capaz de enfrentar a la hegemonía estadounidense. Lo anterior tiene concordancia con la política bélica impulsada por los especialistas militares estadounidenses, quienes han diseñado diversas acciones militares para frenar las capacidades chinas. Además, la estrategia de contención no sólo se enfoca en lo militar. De hecho, el Pacto Transpacífico es una táctica con la que se pretendía crear un cerco económico frente a la emergencia china (p. 77)
A pesar de esto, China continúa buscando mercados para colocar sus productos y extraer recursos. Este país asiático es consciente de que la capital industrial europea es Alemania, por lo que recientemente ha intentado consolidar el eje Pekín-Berlín y acceder de manera más fácil, económica y eficiente a mercados de otros continentes (p. 78). Este eje también atravesará Moscú, lo cual puede fortalecer la creación de un polo capaz de competir con Estados Unidos en el ámbito económico y cultural. No obstante, el actual hegemón continúa teniendo una preeminencia en el campo militar, por lo que la guerra funge como una estrategia para mantenerse a flote y disuadir a sus enemigos de una confrontación directa (p. 81).
Este reacomodo de fuerzas internacionales ha producido una bifurcación para América Latina, región que se puede mantener como proveedora de materias primas subordinada a alguno de los ejes o puede reducir los excedentes que se destinan a la clase dominante de la zona; es decir, este cambio en la dinámica internacional puede ser una oportunidad para las globalizaciones contra-hegemónicas latinoamericanas (p. 83).
Frente a esta situación, Estados Unidos ha preferido el caos y la desestabilización cuando no puede controlar las dinámicas latinoamericanas para mantener su hegemonía. Así, los países que se han opuesto a sus políticas han sufrido la hostilidad del hegemón (Venezuela, Ecuador y Bolivia), mientras que los que se han alineado sólo han visto la agudización de la pobreza de sus pueblos (México y Colombia) (p. 84)
La financiarización de la economía se ha combinado con la pauperización y exclusión de la clase obrera de los procesos que generan excedentes en la reproducción capitalista a lo largo y ancho del mundo. Por eso, para que la hegemonía de Estados Unidos deje de estar estancada, es necesario que el país resuelva sus problemas internos; de lo contrario, tendría que explotar al resto de las economías del mundo -incluyendo a la europea- para superar la crisis (p. 79).
“Estados Unidos elabora casi un 60% de todo el armamento del mundo, sus ventas representan el 50% del total” (p. 70).
En 2008 se estimaba que 15% de la población concentraba 85% de todos los recursos mundiales (p. 74).
La inversión directa no financiera de China a América Latina era de 1.04 mil millones de dólares en 2003, para 2012 pasó a 10.7 mil millones (p. 83).
“A finales de 2014 la inversión directa de China en América Latina totalizó US$ 98.900 millones y el volumen combinado real de los proyectos contratados en la región llegó a US$ 67.600 millones, según el Ministerio de Comercio chino” (p. 85).
A pesar de la crisis hegemónica estadounidense, este país sigue liderando por medio de la concertación y la coerción. De hecho, en los últimos años, la expansión y reproducción del capital se ha apoyado cada vez más del brazo armado, sector que es controlado por Estados Unidos.
La financiarización de la economía implica la concentración de la riqueza y las ganancias en cada vez menos manos. Las contradicciones que el sistema está creando en el interior de Estados Unidos pueden agudizar la crisis a la que actualmente se enfrenta el hegemón; por otra parte, aunque la consolidación y emergencia de algunos países como China o Rusia comienza a ser más evidente, parece que estos no amenazarán realmente al hegemón si no es por medio de acciones multilaterales.
Esta crisis sigue afectando a los que menos tienen; empero, también es una posibilidad para que estos pueblos caminen por rutas distintas. El escenario de búsqueda de alternativas contra-sistémicas o contra-hegemónicas es sumamente complejo, debido a que los bloques que pueden poner en peligro al hegemón no están cuestionando la hegemonía, por lo que la tarea de los excluidos del sistema será aún más difícil, pero no por esto innecesaria o no prioritaria.