Africa's broken heart. Congo is sliding back to bloodshed. How to stop a catastrophe

Cita: 

The Economist [2018], "Africa's broken heart. Congo is sliding back to bloodshed. How to stop a catastrophe", The Economist, London, 15 de febrero, https://www.economist.com/news/leaders/21737027-how-stop-catastrophe-con...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Jueves, Febrero 15, 2018
Tema: 
La situación actual en Congo, ante el peligro de una nueva guerra civil
Idea principal: 

El conflicto armado que ha azotado República Democrática del Congo ha sido quizás el más sangriento desde 1940 a la fecha, pero también uno de los más ignorados por la opinión pública. Los costos de vida demuestran ser mayores que los de algunas de las guerras más mediatizadas del siglo XX (Siria, Vietnam, Corea e Irak). A pesar de los altos costos humanos del conflicto este aún sigue siendo desconocido, es necesario rastrear sus causas ahora que nos encontramos en un panorama en el cual el conflicto podría reactivarse.

Entre 1965 y 1997 el Estado congoleño [1] estuvo dirigido por Mobutu Sese Seko. Durante su administración el Estado sufrió un desbaratamiento producto de los altos niveles de corrupción por parte del mismo Mobutu y de sus subalternos. El derramamiento del conflicto ruandés de 1994 [2] fuera de las fronteras de este país, terminó por hacer caer al gobierno en crisis de República Democrática del Congo. Después de ser derrotados en Ruanda, miembros del grupo hutu cruzaron la frontera, a la zona oriental del Congo; después, el gobierno de Ruanda [3] invadió la parte oriental congoleña con el objetivo de neutralizar a los perpetradores del genocidio, y en esa campaña lograron quitar del poder a Mobutu y reemplazarlo por su aliado local Laurent D. Kabila [4].

En un segundo momento Laurent D. Kabila decide modificar las alianzas de la región, dando apoyo militar al grupo hutu (responsable del genocidio), rompiendo su alianza con el gobierno tutsi de Ruanda. El gobierno ruandés en una segunda campaña intentó sacar del poder a Kabila, sin embargo, el apoyo de Angola y Zimbabwe lo mantuvo en el poder.[5] La guerra en República Democrática del Congo terminó degenerando en una acción bélica basada en la extracción y robo de las riquezas del país a costa del derramamiento de sangre de la población. La riqueza mineral del país alentó a grupos liderados por señores de la guerra a llevar a cabo acciones de autodefensa, diferenciación racial, saqueo intertribal y violación a los derechos humanos.

Aunque la guerra terminó, producto de un desgaste de las facciones en disputa, y aunque las Naciones Unidas desplegaron la mayor Operación para el Mantenimiento de la Paz, el actual presidente Joseph Kabila, presidente desde la muerte de su padre en 2001, no ha logrado construir un Estado donde no se violen los derechos. Aún sin guerra, los problemas de corrupción continúan, el autoritarismo del ejército continúa en zonas rurales y prácticamente no existe la infraestructura de servicios.

En los comicios electorales en 2011, Joseph Kabila fue elegido para un periodo de 5 años en la presidencia, el cual debió terminar en 2016, sin embargo, J. Kabila se ha negado a abandonar el poder pese a su alta impopularidad, a su autoritarismo en zonas urbanas, los brotes de conflicto en diez de las veintiséis provincias que integran el país y el aumento de desplazados. A estos problemas se suman la tenencia del coltán [6] y otros minerales, que anima el interés de saqueo ante su disponibilidad. The Economist considera que en países donde se han dado guerras civiles existe mayor probabilidad de que existan guerras civiles posteriores; hoy día en República Democrática del Congo parece que las condiciones se están acomodando para una nueva fase de confrontación bélica.

Pero ¿por qué es importante para el mundo poner atención a la situación en Congo? La importancia radica primero, en la necesidad de velar por las vidas humanas que no merecen otro enfrentamiento bélico, en segundo lugar, hay que recordar, que República Democrática del Congo es un Estado de proporciones gigantescas [2 344 858 km2 contra 1 964 375 de México], y un conflicto en él, podría derivar en el derramamiento hacia sus vecinos, que terminarían pagando parte de los costos de la violencia. Esto quiere decir que si se mantuviera un escenario de paz en Congo, este podría beneficiar a la región entera.

The Economist considera que el conflicto en República Democrática del Congo aún se puede evitar. Para esto se considera necesario que se reviertan los recortes hechos a la Organización de las Naciones Unidas, que se mantengan los cascos azules (fuerzas que aún cuentan con la confianza de algunos sectores de ese país), que se mantenga la presión para que Joseph Kabila convoque a elecciones presidenciales y no incumpla la Constitución reeligiéndose, y que la oposición participe en lo comicios, en lugar de boicotearlos.

[1] Entre 1971 y 1997 el nombre de este Estado fue República de Zaire, fue en 1997, durante la presidencia de Laurent Kabila, cuando se modificó el nombre a República Democrática del Congo.

[2] En 1994 el grupo hutu llevó a cabo un genocidio contra la población tutsi. Dicho conflicto puede encontrar gran parte de sus raíces en la historia colonial.

[3] Encabezado por el presidente que hasta hoy se mantiene en el poder, Paul Kagame.

[4] Estos eventos son parte de la Primera Guerra del Congo, la cual se desarrolla entre 1996 y 1997, los cuales tuvieron afectaciones en toda la zona de los Grandes Lagos Africanos.

[5] Estos eventos son parte de la Segunda Guerra del Congo, los cuales se desarrollan entre 1998 y 2003.

[6] El coltán es un compuesto de columbita y tantalio, esencial para industrias como la telefonía celular.

Datos cruciales: 

Desde 1998 y hasta 2003 se puede estimar que en el conflicto armado en República Democrática del Congo, murieron entre 1 millón y 5 millones de personas, sin embargo es imposible tener la cifra exacta debido a que jamás se contabilizaron los cadáveres.

Si del último dato, se toma un punto medio, el costo de vidas del conflicto fue más alto que el de la guerra en Siria, la guerra en Irak, la guerra de Vietnam o la guerra de Corea.

Ocho países se vieron envueltos en los conflictos en República Democrática del Congo, además de las milicias locales.

Joseph Kabila tiene índices de popularidad muy bajos, menos del 10% de los congoleños lo apoyan. Sin embargo se ha negado a dejar el poder.

Actualmente, diez de las 26 provincias que integran República Democrática del Congo están sufriendo conflictos armados.

En 2017, 2 millones de congoleños dejaron sus hogares producto de la violencia, el total de desplazados ronda los 4.3 millones.

Los conflictos civiles no solo generan costos a los actores del conflicto, también tienen repercusiones en sus vecinos. El el caso de República Democrática del Congo, sus vecinos conforman una población de 200 millones de personas.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El agravamiento del extractivismo es un rasgo principal del capitalismo decadente. República Democrática del Congo es uno de los escenarios privilegiados para observar que a pesar de las guerras y los conflictos interminables, la explotación de las riquezas naturales continúa.

En la construcción de las condiciones previas para un conflicto en República Democrática del Congo se imbrican diferentes problemáticas que hacen parecer que existen actores que se benefician con éste. El conflicto en Angola nos demuestra como las condiciones de extractivismo pueden mantenerse durante los periodos bélicos (durante la Guerra Civil en Angola, entre 1975 y 2002, la extracción de petróleo se mantuvo), por lo que ante el reavivamiento del conflicto congoleño podrían ser los sectores dedicados a la extracción de minerales algunos de los más beneficiados, más ahora que Joseph Kabila ha modificado el reglamento de extracción, esta situación permitiría las negociaciones con grupos locales sin pasar por el Estado, fragmentando el territorio para saquear e inundando las arcas para la posibilidad del consumo bélico.

Es también la industria militar otra de las industrias clásicas del capitalismo que probablemente estén interesadas en la construcción de un nuevo conflicto, que vendría acompañado de gasto, sobre todo en armas convencionales.

Los conflictos armados son parte del alimento del capital financiero, bélico, energético y de reconstrucción, por lo cual es necesario buscar alternativas rápidas al conflicto, oponiéndose en parte a las acciones llevadas a cabo para la reavivación. Ante un escenario de previo conflicto es necesario siempre demandar por la situación de los civiles.