Under construction. Fifteen years after America's invasion, Iraq is getting back on its feet. With Islamic State defeated, a new sense of unity prevails. But it is fragile
The Economist [2018], "Under construction. Fifteen years after America's invasion, Iraq is getting back on its feet. With Islamic State defeated, a new sense of unity prevails. But it is fragile", The Economist, London, 31 de marzo, https://www.economist.com/news/middle-east-and-africa/21739759-islamic-s...
En 2014 Irak parecía una causa perdida cuando el Estado Islámico (EI) capturó la ciudad de Mosul, las fuerzas armadas huyeron de la ciudad tomada, el control territorial del país era menos de la mitad y los yihadistas amenazaban con marchar hacia la capital Bagdad. Además, en 2015 la economía iraquí experimentó una caída en los precios del petróleo. El conjunto de estos problemas proyectó una posible erosión de la soberanía iraquí.
No obstante, Irak parece encontrar la solución de estos problemas; derrotó al EI, recuperó el control de las fronteras y el precio del petróleo se duplicó de acuerdo a su mínimo en 2015. La política exterior incluso ha mejorado, países como Estados Unidos e Irán han otorgado apoyo militar y político a pesar de existir fricciones con Irak en el pasado, los demás países del Golfo Pérsico (Kuwait, Arabia Saudita, Baréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán) han restaurado sus relaciones diplomáticas y contemplan la posibilidad de invertir en Irak. Dicho esto, en la actualidad Irak se caracteriza dentro del mundo árabe junto con Túnez por ser democracias activas.
The Economist afirma que tres ideologías son las que han propiciado las coyunturas en Irak, pero en la actualidad han sido controladas con rapidez y aparente éxito:
1) El revanchismo de la minoría árabe sunita: representa alrededor del 15-20% de la población y motivó la formación de organizaciones terroristas (Al-Qaeda y Estado Islámico).
2) El triunfalismo de la mayoría árabe chiita: representa el 60% de la población y se considera que se convirtió en un grupo violentamente sectario.
3) El nacionalismo kurdo: denegada su independencia en 1920, los kurdos están dispersos en cuatro países. En septiembre de 2017 el presidente kurdo Masoud Barzani desafió al gobierno de Bagdad y a las protestas de Estados Unidos e Irán convocando un referéndum ponderado en un estado pleno de derecho. Las fuerzas armadas iraquíes arrebataron los territorios en disputa que los kurdos tenían más allá de su región autónoma oficial.
En 1991 después de que las fuerzas de ocupación chiitas y kurdas fueron expulsadas de Kuwait, las milicias se unificaron en contra de Saddam. En la actualidad se puede apreciar de nueva cuenta este fenómeno de unidad en Irak; la concentración de 45 000 chiitas unidos con Hashd (coalición paramilitar iraquí de milicias) desempeñaron una función de suma importancia durante la liberación de sunnitas del yugo del Estado Islámico. Este “éxodo” fue apoyado por ciudades kurdas y chiitas que dieron refugió a los sunnitas que huyeron del Estado Islámico enfatizando la unión de las sectas iraquíes en tiempos de guerra.
En cuestiones civiles, los ciudadanos iraquíes han regresado a sus hogares después de la guerra de forma rápida e iniciaron un proceso de reconstrucción. De la misma forma los profesores de la Universidad de Tikrit reconstruyeron el campus y diseñaron el plan de estudios perfilado hacia la coexistencia pacífica. “La mitad de las personas desplazadas por el conflicto tarda cinco años en regresar a su hogar después de una guerra, dice la ONU. En Irak, ha tardado tres meses. ‘No hemos visto nada parecido en la historia de la guerra moderna’, dice Lise Grande, que dirigió las operaciones de la ONU durante la guerra contra EI”.
Se estima que las minorías religiosas están seguras, más de 70% de los 10 000 cristianos que huyeron de Kurdistán regresaron a sus hogares en Nínive. Sin embargo, se inició una reacción negativa contra el islam organizado. La desconfianza hacia los clérigos fue expuesta y el avance del secularismo ha sido apoyado por los chiitas.
Los partidos políticos religiosos sufrieron un fuerte baja de sus votantes. “Una encuesta de opinión realizada en agosto de 2017 publicó que solo 5% de los iraquíes votaría por un político con una agenda sectaria o religiosa. En el país se inició un fenómeno de fragmentación partidaria; Muqtada al-Sadr, un clérigo chií, se alió con los comunistas, a quienes una vez condenó como herejes; la rama iraquí de the Muslim Brotherhood, un partido islamista, ha unido fuerzas con al-Wataniya, un partido anti-sectario liderado por un ex baathista, Iyad Allawi; the Iraqi National Alliance, que agrupaba a los principales partidos chiítas, ha dividido sus partes en constituyentes y los bloques kurdos y sunníes se están fragmentando también.
En el gobierno iraquí los funcionarios aún se dividen según su secta y etnia. Mediante la corrupción, las facciones nombran sus propios ministros y crean trabajadores fantasmas para cobrar los sueldos. Las encuestas de opinión sugieren que la mayoría de los iraquíes quieren nuevos líderes y sustituir a aquellos que llegaron tras la invasión de Estados Unidos. El combate contra la corrupción ha sucumbido a la especulación entre fracciones.
En el sur de Irak aún expresan nostalgia por Saddam. Durante su mandato reparó puentes bombardeados y plantas de energía a un año de la guerra de 1991, mantuvo funcionando hospitales y electricidad, y el país era autosuficiente en arroz, azúcar y aceite vegetal.
La amenaza de guerra es latente en Irak afirma The Economist. Los combatientes de Peshmerga (combatientes kurdos armados) humillados amenazan con recuperar los territorios si continua su marginación. Incluso se cree que Estado Islámico podría resurgir. En febrero un pelotón escondido en las montañas de Hamrin al norte de Tikrit emboscaron y mataron 27 soldados, estos hechos podrían incubar una nueva generación de terroristas.
El derrocamiento de Saddam fue arruinado por Estados Unidos, que excluyó a los sunnitas del nuevo orden imputado y el fracaso del ministro de Irak, Nuri Al-Maliki, que lanzó una ofensiva apoyada por Estados Unidos en Bagdad para terminar con las matanzas que han puesto al país al borde de la guerra civil. No obstante, la situación de Irak es prometedora, su riqueza en recursos naturales como petróleo y agua, y la elección del nuevo primer ministro Haider Al-Abadi aún pueden estabilizar el país árabe.
Por último, The Economist considera improbable que los iraquíes actúen como lo hizo Inglaterra al finalizar la Segunda Guerra Mundial, pasar de la guerra a la reforma social; en su lugar Irak está arriesgando una reversión a la guerra civil. La población está desanimada, las milicias están empoderadas, los políticos aún son corruptos y los yihadistas podrían planear una estratagema para incorporarse al escenario político. Estos factores no garantizan la paz de Irak.
1. Gráfica 1 señala que durante los 15 años transcurridos desde la invasión de Estados Unidos a Irak, han muerto unos 300 000 iraquíes y 4 400 soldados estadounidenses. Y muestra una recuperación gradual del PIB que fue interrumpida por la agitación de 2014 y 2015.
2. Mapa 1 muestra las áreas de control ocupadas por los distintos actores que intervienen en conflicto interno de Irak; Las fuerzas armadas y los Kurdos. Dentro del mismo mapa está otro que señala el territorio controlado por Estado Islámico y debajo un mapa que señala el predominio de las sectas religiosas.
3. La producción de petróleo aumentó de un mínimo de 1.3 millones de barriles por día (b / d) en 2003 a 4.4 millones. Irak ya es el segundo mayor productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), con una producción pronosticada que aumentará a 7 millones de barriles por día para el 2022. Ha acumulado más de 50 mil millones de dólares en reservas, aproximadamente una cuarta parte del PIB.
La guerra en Irak ha definido la sociabilidad y la construcción de escenarios políticos que nos permite identificar a los diferentes actores que participan en este conflicto.
Los indicadores de gobernabilidad y el auge económico del petróleo son factores indispensables que exhiben la evolución política y económica de Irak. Sin embargo las coyunturas étnicas y sectarias podrían desatar una guerra civil.
El dilema de reforma o revolución es visible en esta situación, el contexto que vive Irak determina su inclinación política y su proyección internacional. Dicho esto, la guerra se convierte en el principal factor que define el contexto coyuntural de cualquier nación.
El paradigma liberal plantea los escenarios en términos de pacificación vs nueva guerra civil. La interpretación que se ofrece intenta situar a Irak en la vía de la reconstrucción pero las contradicciones acumuladas en ese país y en la región apuntan hacia la guerra permanente y el caos creciente. Es relevante también el poco espacio que se dedica al papel de Estados Unidos en el conflicto.