Walvis Bay es una ciudad portuaria del Océano Atlántico ubicada en Namibia, donde se encuentran las oficinas y barrios residenciales de China Harbour Engineering Company. Una alambre de púas electrificado encabeza la pared circundante de lo que parece un cuartel. Este lugar es la vivienda de cientos de trabajadores chinos que están construyendo una nueva terminal para contenedores y una instalación de almacenamiento de petróleo a las afueras de Walvis Bay. Sin embargo, los habitantes de este enclave chino tienen muy poca interacción con los locales, según el comentario de un gerente de la empresa.

Por toda África, empresas como China Harbour Engineering Company están abriendo nuevos enclaves para la expansión económica de China en el mundo. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, de 2010 a 2015 las inversiones de China en África casi se triplicaron, pasando a 35 mil millones de dólares.

Miles de empresas chinas en África están empleando a millones de locales. Sin embargo, el número de chinos en África es lo que más llama la atención. Muchos de ellos son residentes temporales empleados por empresas estatales; su número ha aumentado de 181 000 en 2011 a 264 000 en 2015. Sin embargo, el número de chinos que migraron a África para establecer negocios propios como tenderos, restauranteros y comerciantes es mucho mayor.

Para Howard French, escritor del libro “China’s Second Continent”, la migración china es parte de los factores importantes e impredecibles de la relación entre China y África. French estima que en la última década ha llegado 1 millón de chinos al continente, y Namibia podría ser el país con mayor concentración de migrantes chinos (se estima que hay 40 000), aunque probablemente el número un poco menor ahora.

Actualmente los empresarios chinos en Namibia se quejan de que la economía se ha "enfriado" y algunos piensan en irse. En 2017 la economía de Namibia entró en recesión, el desempleo aumentó y la moneda se ha visto afectada por el nerviosismo sobre las inversiones globales en Sudáfrica, economía a la que Namibia está vinculada. Estas condiciones han encarecido el costo de importación de productos chinos para venderlos en Namibia. Algunos chinos están obstinados con quedarse, otros deciden mudarse a otros países africanos, pero son pocos los que piensan en volver a China, pues aunque su país está prosperando, piensan que la competencia allí es viciosa, mientras que en África aún hay posibilidades.

Algunos locales desean que los chinos vuelvan a casa. Los medios locales preguntan por qué hay tantos trabajadores de China empleados en grandes proyectos de construcción, incluidos edificios de gobierno. Los medios locales también señalan el daño que implican los migrantes a la vida silvestre, y aunque China ha trabajado para ayudar a detener la caza de elefantes en Namibia y otras partes de África con políticas como la prohibición de la venta de marfil, la caza furtiva de pandillas chinas continua.

Las tensiones raciales también se encuentran en un momento caliente. Los locales consideran que los chinos están dañando el país y que encuentran menores oportunidades de trabajo en las empresas chinas. Mientras tanto, los chinos hablan despectivamente de los “negros”, considerándolos muy flojos. Sin embargo, la antipatía mutua no se da sólo en Namibia. French observa que los rumores sobre la presencia china en África abundan entre la gente común, inclusive cuando sus gobiernos la apoyan y alientan. Phil ya Nangoloh, líder de Nam Rights, un grupo por los derechos humanos, acusó a China de querer crear un espacio vital [Lebensraum] en África y de practicar el neocolonialismo. Asimismo, se cree que los chinos están operando por encima de la ley. Murmullos similares se pueden escuchar al interior de la Unión Europea, donde el censo de 2011 reveló que alrededor de 820 000 personas nacidas en China vivían en la UE.