Present at the destruction. Donald Trump is undermining the rules-based international order. There may be short-term wins for America but there will be long-term damage to the world

Cita: 

The Economist [2018], "Present at the destruction. Donald Trump is undermining the rules-based international order. There may be short-term wins for America but there will be long-term damage to the world", The Economist, London, 9 de junio, https://www.economist.com/briefing/2018/06/07/donald-trump-is-underminin...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Junio 9, 2018
Tema: 
Las condiciones bajo las cuales la política exterior se encuentra siendo conducida por Donalnd Trump, la falta de apego a las instituciones y normas de alcance internacional y sus efectos a largo plazo a nivel mundial.
Idea principal: 

El Primer Ministro de Canadá Justin Trudeau, en una entrevista para The Economist, habla al respecto de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Menciona que las relaciones con Estados Unidos –en específico con el presidente Donald Trump– son buenas "que mantienen buenas relaciones de trabajo" y que él -Trump- comprende que su deber es ver por los intereses de sus connacionales.

Pero la situación política que plantea Trudeau se encuentra alejada de lo que sucede en la esfera de la política internacional. Hay razones por las que el Primer Ministro canadiense se puede sentir amenazado. El comercio de Canadá depende en dos terceras partes de sus relaciones con Estados Unidos, de esta forma la aplicación de aranceles al acero y aluminio, que también habría de incluir a la Unión Europea, es la situación "tras bambalinas" de las declaraciones de Trudeau. Al respecto de las medidas arancelarias, Emmanuel Macron en Francia ya se ha posicionado y ha nombrado a las tarifas ilegales y peligrosas, recordando que "el nacionalismo económico es lo que ha guiado a la guerra: esto es exactamente lo que sucedió durante la década de 1930".

Pero la desconfianza no se circunscribe al ámbito de América del Norte. Esta situación con respecto a Estados Unidos es global debido a la línea de política exterior seguida por Donald Trump. La comunidad internacional ve en su política una línea de acción que es clara pero no lógica. Su presidente ve a Estados Unidos como un fracaso –antes de su llegada– en un mundo que se encontraba en completo desorden. Con fundamento en ello, la visión de Trump ha sido que la política "América first" implica deslindarse de la responsabilidad resarcir el orden, velando ante y sobre todo por los intereses de Estados Unidos.

Pese a lo anterior, algunos miembros de su mismo equipo habrían asumido que la política de Donald Trump hasta cierto punto pasaría desapercibida, que no asumiría los riesgos de cumplir las promesas de campaña. Aunque, es cierto que no se ha planteado una fórmula o estrategia que asuma los riesgos, las promesas de campaña han sido llevadas a cabo a pie juntillas.

Entre las medidas que vuelven trasparente la política nacionalista extrema de la Casa Blanca se encuentra la elección del segundo secretario de Estado, Mike Pompeo de línea dura y el tercer consejero de seguridad nacional, el ultra “extremista”, John Bolton. En materia de política exterior, en los últimos meses (sumado a la imposición de tarifas arancelarias a sus aliados, en Europa principalmente), Trump ha abrogado el acuerdo nuclear con Irán, se ha movido para obtener un acuerdo comercial con China de manera directa y le ha ofrecido a Kim Jong-Un una reunión que tendrá lugar el 12 de junio; en cada escenario busca obtener alguna ventaja.

Algunos de los principales agentes de la política internacional se encuentran alarmados del "U.S. New Way of Politics", los expertos en comercio, veteranos políticos y diplomáticos, y en general, el público que confió su voto a él, se encuentran pesimistas ante la aplicación de sus promesas de campaña, con la salida de la convención del cambio climático en París y el fin del acuerdo con Irán, lo mismo que con la decisión de colocar una embajada en Jerusalén, reconociendo de este modo la autoridad del gobierno de Israel. La situación es ambivalente pues, pese a la poca disposición que muestra Donald Trump en generar alianzas, las acciones tomadas han hecho que algunos países lo apoyen; este es el caso, de Arabia Saudita -debido a la posición que Donald Trump mantiene con Irán- y evidentemente el gobierno de Israel.

Hay tres perspectivas de las cuales partir con respecto al orden actual y las decisiones de Donald Trump, cada una tiene su peso en la construcción de un análisis completo:

1) La primera visión propuesta por The Economist es de la desesperación. Desde la cúpula europea, se vislumbra el desvanecimiento del orden de la segunda posguerra, con lo que podrían desaparecer el bienestar humano y el comercio global y de la vida humana en general, a causa de la amenaza del surgimiento de un conflicto armado.

2) La segunda perspectiva podría ser nombrada "sí, pero". En ella, pese a la desesperación por las acciones de Donald Trump y su sinsentido político se mantienen expectantes ante su ira que les parece efímera y ante un viejo orden que consideran falló en numerosos aspectos por lo que la “nueva visión” política que ha practicado Trump es más el resultado de la necesidad de confrontar la ineficiencia del ordenamiento anterior.

3) La tercera perspectiva es la de la apertura a un éxito sorpresivo, en este aspecto "la mezcla del estilo y de las ambiciones de Trump significa que él podría lograr cosas que las personas, que han seguido la vieja línea de trabajo, no podrían".

Para una evaluación de la política exterior de Trump que permitiera poder optar por cualquiera de estas perspectivas es necesario saber quién es él y cómo opera. Donald Trump es profundamente narcisista e impetuoso -impulsivo-; parece no tener trazada alguna estrategia a largo plazo y no suele considerar las consecuencias.

La falta de humildad se vislumbra en la banalización del actuar de un presidente que ve las relaciones internacionales como una serie de televisión: "impredecible y absurdo para levantar el ‘rating’, el volumen en los capítulos guarda cosas frescas y usted nuca habrá de olvidar que él es la estrella del show”, y que es la estrella, en gran medida, por ser el dirigente de una de las naciones más poderosas del mundo.

La situación es complicada "él es enteramente impredecible día con día, incluso para su propio equipo" y se agrava si se considera que las consecuencias de sus decisiones no solo recaen sobre Estados Unidos, declara Nicholas Burns, ex-embajador estadounidense en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Ante la línea seguida, los esfuerzos para planificar estrategias parecen nulificarse. Sin embargo, el trumpismo no es del todo impredecible; se tiene cierto rasgo de obviedad: “usted puede esperar que lleve a cabo las cosas mencionadas en campaña, deshacer todo lo logrado por Obama y acciones que impliquen no pensar demasiado en las consecuencias”.

Para comprender un poco más la dinámica política del gobierno de Estados Unidos –es decir, de un solo hombre– hay que mirar los cuatro mayores movimientos políticos a los que se enfrenta: la guerra comercial con China, la aplicación de aranceles al aluminio y al acero a sus “aliados”, el desacuerdo con Irán y el acercamiento con el líder norcoreano, considerando que ningún presidente reciente de la Casa Blanca había hecho el intento de enfrentar cuatro escenarios solo, es natural que muchos se alarmen y desconfíen por su postura y actuar en el exterior.

Por lo anterior, ante los ojos atónitos de la sociedad internacional que no creía que Trump cumpliera todo lo que dice, se plantea la interrogante de cómo se puede lograr un panorama de sorpresivo éxito.

En primer lugar se tendría que considerar la reunión que tendrá lugar en Singapur con el presidente de Corea del Norte, que busca confrontar a los presidentes como iguales. Al respecto, si bien no se ha logrado la total des-nuclearización de Norcorea, incentivar el acercamiento ha contribuido a bajar la tensión entre ambas naciones: "la reunión podría verse después de todo como un éxito".

En la arena en Medio Oriente con la decisión de Donald Trump de abandonar Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA), nombre con el que es formalmente conocido el acuerdo con Irán (para evitar la proliferación de armas nucleares) y siendo la alianza incuestionable con Arabia Saudita e Israel la otra cara del acuerdo, su abandono, que fuera comunicado por Pompeo presentando una larga lista de demandas a Irán, también se coloca como otro relativo éxito, siendo respaldado, aunque de manera forzada, por algunos países de Europa.

La economía iraní se encuentra crónicamente débil y las compañías europeas probablemente no elijan negociar con Hasan Rauhaní (actual dirigente de Irán) si Estados Unidos aplica represalias. Un nuevo realineamiento de los Estados Árabes e Israel y Arabia Saudí puede funcionar como otro método de presión si la renuncia de Estados Unidos no da los resultados deseados: "Si esto se maneja de forma correcta hay forma de hacer que Irán dé marcha atrás en la región".

La capacidad negociadora de Donald Trump puede ser aplicada al caso de Israel y Palestina, pero eso es una utopía ya que no es el objetivo. El plan de pacificación más “serio” lo ha elaborado su yerno, Jared Kushner, y el hecho de que éste no sea respaldado por la generalidad ya habla mucho por sí mismo de las capacidad de la Casa Blanca de querer gestionar la pacificación. Por otra parte, una vez que Ivanka Trump abrió la embajada en Jerusalén ha quedado claro que cualquier tipo de acuerdo que beneficie a Palestina no está dentro de los planes de Trump. Es complicado que se genere un acuerdo justo en la disputa árabe-israelí si se maneja como un tablero de "ganadores y perdedores", más aun cuando hay un claro desequilibrio entre el valor que le da Trump a ambas partes (siendo Israel uno de sus principales socios en la región).

En estos términos y con fundamento en las varias arenas anteriormente señaladas (las negociaciones con Corea del Norte, "el acorralamiento de Irán", la postura favorable a Israel y las concesiones Chinas al comercio con Estados Unidos) habrá que cavilar que la ventaja o victoria de Trump se debe a "la disposición de hacer lo que otros no se han atrevido a hacer". Ante este dilema, el único contrincante que hasta ahora se ha mostrado a la par es China que se advierte podría estar dispuesta a equilibrar su balanza comercial con superávit frente a Estados Unidos.

Ahora, viendo la política de Trump desde la lupa de la desesperación, el escenario es incierto y no hay victoria asegurada. Sus acciones entonces parecen las de “un niño que ha encontrado el arma de su padre”. El "truco de sombrero" que fundamenta la victoria latente de Trump, depende en gran medida de la redituable negociación que se obtenga con Norcorea y en este sentido, es en el que el mismo artículo menciona "que las desventajas pueden ser más que lo ganado". El dirigente de Corea del Norte podría ceder y trasladar sus reservas de misiles balísticos intercontinentales (ICBM's) a Estados Unidos y no por ello se quedaría sin armas –aun cuenta con bombas y misiles de corto alcance– con las que se pone en riesgo la seguridad regional asiática en específico la de sus vecinos Japón y Corea del Sur.

El otro aspecto negativo, al respecto del mismo asunto, es que Kim Jong-Un, no da credibilidad a las negociaciones debido a la ruta que ha tomado el JCPOA con Irán. De este modo, pese a que las arenas en disputa o confrontación estadounidense son distintas se pueden ir percibiendo sus intersecciones y conexiones.

La ruptura del acuerdo con Irán ha traído la caída de la "honradez" de la actuación de los Estados Unidos. El gobierno iraní, receptor de sanciones de la Casa Blanca es más propenso a reanudar el programa de enriquecimiento de uranio que a establecer un régimen democrático.

En el caso particular, del comercio con China, y el acuerdo bilateral para la reducción del déficit, no se aporta en realidad ninguna salida para los problemas del sistema económico a nivel mundial, tampoco para Estados Unidos y su déficit comercial.

En estos tres casos, hay dos temáticas que subyacen y preocupan: 1) Tanto el acuerdo con Norcorea como con Israel ha generado un acercamiento con Estados Unidos sospechoso en tanto la iniciativa surgió desde la Casa Blanca, y 2) La situación actual que presenta la balanza comercial estadounidense, que pudo haberse evitado, hace que las negociaciones con China puedan tomar otro rumbo sí Xi Jinping aplica medidas que golpeen el robo de su propiedad intelectual, sus subsidios y sus restricciones a la inversión extranjera.

Por lo tanto, es posible estar abierto al éxito a corto plazo y aún lamentar profundamente el rechazo de Trump al orden mundial que un consenso bipartidista en los círculos de política exterior estadounidense ha adoptado desde hace mucho tiempo. El think tank RAND, que se encuentra apoyando este consenso, ha concluido que el sistema de reglas internacionales de la segunda posguerra ha fortalecido la efectividad de la diplomacia y el sistema de seguridad estadounidense. "Un sistema internacional fuerte es beneficio para los Estados Unidos".

No son pocos los que opinan que el nuevo "orden" que intenta implantar el gobierno de Donald Trump no está bien. El embajador de Estados Unidos en la OTAN, Burns, declara que "es [Trump] el presidente más débil de mi vida y el más peligroso. No estoy solo [en lo que atañe a esta opinión]. Esta es una opinión generalizada". Por su parte Richard Hass, republicano, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, piensa que las personas ven a Estados Unidos de manera distinta que antaño. Por su parte Michael Fullilove, quien encabeza el Instituto Internacional de Estudios Políticos en Sydney declara abiertamente "el líder del mundo libre no cree en el mundo libre" y eso pone en duda la legitimidad de Estados Unidos.

Es en contra de estas perspectivas, pesimistas hacia Trump, que surge el argumento de "sí, pero": sí, pero esto no es nuevo; sí, pero esto no será lo último y sí, pero el mundo ha cambiado. Y pese a los varios “peros” propuestos, lo cierto es que la política exterior seguida por Trump ha generado enemigos a causa de la salida del JCPOA, del acuerdo de París y el TPP.

Ahora bien, bajo el argumento “sí, pero” se mira el hecho de que muchas de las fallas de Trump como producto de una “innovación política”, ya habrían sido temas anteriormente: la situación de tensión con China por el robo de propiedad intelectual y las restricciones a la inversión, la inversión de elementos militares en Irak y Afganistán ha seguido la misma línea política que Obama, así como un gasto mayor en defensa por parte de sus aliados en el marco de la OTAN.

Está también en cuestión, el hecho de que Donald Trump es parte de la tradición del slogan "American First" usado por los cuatro presidentes sucesores de Woodrow Wilson. En términos filosóficos, Walter Russell Mead del Colegio Bard identifica a cuatro escuelas de pensamiento que guían la política exterior estadounidense: jeffersonianos, hamiltonianos, jacksonianos y wilsonianos. La Guerra Fría produjo un híbrido entre los postulados de Hamilton (los intereses internacionales que refuerzan los intereses estadounidenses, es decir, los negocios) y el internacionalismo e idealismo wilsoniano. Tras la desaparición de la amenaza Soviética la tradición fue dejada de lado, pero predominó la visión jacksoniana (de visión solitaria, cuando no individualista). Siguiendo esta línea de pensamiento Donald Trump parece menos aberrante.

Pero el reordenamiento de tipo jacksoniano se encuentra en duda debido a que las opiniones en Estados Unidos están divididas proporcionalmente. Por un lado, están quienes desean ver a su país mas activo en la política internacional y quienes creen prioritario atender los problemas de casa. La proporción de los que favorecen el activismo extranjero ha aumentado, de 35% en 2014 a 47% el año pasado. En 2016, 3 millones de votantes más escogieron a Clinton, mucho más internacionalista que Trump. Esto, sin embargo, es un argumento de un solo término. Si, viendo lo que ha forjado, Estados Unidos elige a Trump de nuevo en 2020, la evidencia de un giro decisivo será mucho más fuerte.

Otro "pero" más, es el que considera que se ha sobreestimado el crecimiento económico chino frente a un hegemón de larga data: Estados Unidos. “La convertibilidad del yuan es para el futuro” son algunas de las declaraciones que lleva a cabo Joseph Nye; por su parte Jake Sullivan ha escrito para la revista Foreign Affairs que “los rumores al respecto de que el orden internacional se encuentra desapareciendo son exagerados".

Esto deja pese a todo al "sí, pero" frente a un sistema internacional que enfrenta dos caras: la primera de ellas es el ascenso de China, que también ha traído sus repercusiones a nivel interno, con una cada vez mas fuerte represión en casa y aciertos importantes en el extranjero bajo la dirección de Xi Jiping, marcando un profundo cambio geopolítico. Con India detrás, el mundo se ve en problemas por el caos climático, los cambios parecen continuar en la política internacional. Para algunos estas razones pueden llevar a buscar reforzar las estructuras creativamente.

La segunda faceta que enfrenta el sistema internacional, es que no hay razón para creer que los esfuerzos de Trump pueden guiar a un esquema político creativo, pues solo está debilitando las alianzas centrales (por ejemplo, el acuerdo de no proliferación de armas con Irán) y el alineamiento de sus vecinos (el alineamiento de Israel con Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos).

La forma en que Donald Trump está tratando la estructura política está siendo aprovechada por Rusia y por China. El debilitamiento de occidente hace sentir a Rusia más segura y alienta a los países europeos para romper con las sanciones dañinas a su economía.

China se alimenta del debilitamiento de Estados Unidos a causa de su presidente. La estrategia seguida por China es diferente, es la de colocarse como un líder mundial por medio de Conferencias como las de el cambio climático y del comercio. Al menos hasta el momento no ha alcanzado el nivel de coerción que ha aplicado el gobierno de Estados Unidos. China sabe cómo salirse con la suya incluso con el régimen de Trump a la cabeza de la Casa Blanca.

El grado de influencia económica que puedan seguir teniendo las negociaciones y las decisiones políticas de Donald Trump a corto plazo es incierto, pero en todo caso esta actitud no sólo ha sido incentivada y aprovechada por Estados Unidos. En realidad, en los últimos meses el modo de operación de la política internacional también ha favorecido a otras naciones poderosas como China en un esquema en donde la condición bajo la cual la mayoría parece regirse es haciendo de las reglas algo innecesario.

El gobierno de Donald Trump podría no ser el único que obtuviera sorpresivamente resultados exitosos. Ya habría sucedido con Ronald Reagan, quien intensificando la Guerra Fría (incrementando el acceso a los recursos militares haciéndose de un entorno hostil) logró consolidar el poderío estadounidense y fortalecer sus fuerzas militares liberalizando el sistema comercial mundial. Pero "Reagan tenía valores. Él poseía una consistente visión del mundo acompañado de un orden moral" y principalmente el creía que podría haber un panaroma en donde las dos partes ganaran, sumado a que poseía un equipo de primera categoría como los ministros de defensa George Shultz y Caspar Weinberger y, fundamentalmente, como menciona The Economist, poseía un rival a la medida: Mikhail Gorbachev.

Para muchos el orden internacional generado por Donald Trump se encuentra justificado, aun cuando continua sin hacer nada para un remplazo permanente, un orden duradero y seguro. El artículo The Economist concluye que existe una contradicción clara pues pese a que el orden internacional actual podría parecer anticuado, dejar de lado las reglas que lo conducen por su inadecuación será un gran error, que sólo mostrara su alcance en el momento de crisis, en “un mundo de guerras comerciales, proliferación nuclear, alianzas fracturadas y conflictos regionales”.

Datos cruciales: 

La proporción de los que favorecen el activismo extranjero estadounidense ha mostrado un aumento de 35% en 2014 a 47% el año pasado. En 2016, 3 millones de votantes más escogieron a Clinton, mucho más internacionalista que Trump.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El nuevo ordenamiento a nivel internacional generado por las políticas de corto alcance por el gobierno de Estados Unidos, muestra la importancia que ha tomado el valor de las corporaciones y de los acuerdos comerciales. No trazar límites podría resultar en este aspecto peligroso para los principales agentes del ordenamiento vigente, por un lado Estados Unidos que se ha olvidado de lo estratégico que resulta, no solo para sus propios fine(posicionar al país), sino para mantener la estabilidad política a nivel internacional el respeto al esquema de alianzas. Por otro lado, para agentes como Rusia o/y China(y sus aliados) quienes hasta el momento no han sido más firmes y se han mostrado como espectadores ver como el baluarte del orden internacional, sus instituciones, y quien lo sostiene, Estados Unidos, se desploman podría llevar a que generen las mismas dinámicas una vez que la devaluación de leyes e instituciones en el ámbito externo se convierta en el método "mainstream" del proceder político.