Los smartphones se han convertido en los gadgets más vendidos de la historia, parte de su importancia radica en su ubicuidad. Hoy en día la mitad de la población adulta posee un teléfono inteligente; en 2020, el 80% lo hará. El estadounidense promedio está metido durante más de dos horas todos los días en el teléfono.
Su tamaño les hace los primeros ordenadores verdaderamente personales; tienen la capacidad de procesamiento de los antiguos superordenadores, y la transmisión de datos es barata. Desde el año 2005 el costo de la entrega de un megabyte de forma inalámbrica se ha reducido de $8 dólares a unos pocos centavos.
Pero existe un temor con respecto a la privacidad. Las informaciones contendidas en el teléfono son muy vulnerables a la copia y difusión no autorizada. Muchos proveedores de aplicaciones, que saben mucho sobre los usuarios, venden los datos. También las agencias de espionaje han violado la privacidad. Si en las democracias están haciendo este tipo de cosas, los smartphones darán a los dictadores alcance sin precedentes para espiar.
Aunque, los mismos teléfonos que permiten a los gobiernos para espiar a sus ciudadanos también registran la brutalidad de los funcionarios y difunden información y opiniones disidentes. Se alimentan la demanda de autonomía y de la protesta de los movimientos y los une. Un dispositivo que da tanto poder a la persona tiene el potencial de desafiar el autoritarismo.
Otro beneficio es para las ciencias sociales convencionales, que se han visto obstaculizadas por los conjuntos de datos limitados que pueden recoger. Los teléfonos inteligentes son censistas digitales, creando una visión más detallada de la sociedad que nunca ha existido antes y lo hacen en tiempo real. También tienen importantes aportes al crecimiento económico, por ejemplo permitiendo el acceso a servicios que antes eran personales. Gobernado por regulaciones adecuadas, los datos personales, de forma anónima, pueden ser utilizados, para optimizar los flujos de tráfico, prevenir el delito y luchar contra las epidemias. Los smartphones tienen la capacidad de rehacer industrias enteras.
En esta empresa, las sociedades tendrán que desarrollar nuevas normas y las empresas aprender a equilibrar la vida privada y el beneficio.