Estamos ante lo que podría ser una larga guerra comercial entre China y Estados Unidos, sin embargo, por ahora China no se sumergirá en su tradicional retórica fanfarrona, lo cual marca una diferencia con la propaganda usual del Partido Comunista.

En junio 2018, en una reunión con un grupo de ejecutivos principalmente estadounidenses y europeos, el presidente Xi Jinping prometió contrarrestar los aranceles punitivos del presidente estadounidense Donald Trump. Ante esto, China ha impuesto aranceles sobre un valor equivalente de los productos estadounidenses.

El gobierno chino promete respuestas duras a las nuevas medidas estadounidenses que Donald Trump dio a conocer en julio 2018, sobre las posibles tarifas de 10% que se impondrán sobre otros productos chinos con un valor de 200 mil millones de dólares. Sin embargo, en general la opinión pública china también se mantiene en calma. De hecho, las instrucciones emitidas a los medios de comunicación por las autoridades de propaganda de China han sido el no atacar ni generar una guerra de insultos. Llaman a la calma y racionalidad, así como advierten de transmitir cualquier sensación de superioridad china.

Existen varias razones posibles que justifican este cambio. En principio la vulnerabilidad financiera y económica, la economía de China depende menos de las exportaciones de lo que solía hacerlo, y la proporción del comercio total de China amenazada por los aranceles sigue siendo relativamente pequeña. Sin embargo, la economía endeudada de China ya estaba desacelerando antes de la guerra comercial, por lo cual, se teme que las salidas de capital que podrían amenazar una crisis financiera.

Otro elemento importante son los boicots del consumidor. Un boicot antiestadounidense a gran escala aumentaría enormemente las tensiones políticas y dado lo interconectadas que están las dos economías, perjudicaría a muchas empresas chinas.

Además, en el exterior, China desea ganar aliados en su guerra pareciendo como un gran político, China quiere ser vista como la defensora del orden comercial global y así reclamar la ventaja moral. De hecho, los funcionarios chinos jugarán esa carta en una cumbre en agosto de 2018 en la capital de China con la Unión Europea. Los chinos esperan desprenderse de los aliados europeos de Estados Unidos, pero los europeos también están molestos con Trump y no están de acuerdo con su enfoque hacia China.

Existe otro factor, el status del Sr. Xi. El presidente chino se ha construido como un estadista internacional genio. El temor puede ser de que si las fricciones empeoran con Estados Unidos, Xi podría ser culpado por maltratar una relación crucial.