The Sociology of War and Violence
Malešević, Siniša [2017], The Sociology of War and Violence, New York, Cambridge University Press, 363 pp.
Introducción: guerra, violencia y lo social
Existe una situación paradójica en las relaciones humanas con la violencia y la guerra. Tenemos prácticas morales y legales de condena a todo acto violento, pero al mismo tiempo mostramos una fascinación en el mundo del entretenimiento por los mismos. En este sentido, la pregunta que mueve toda la argumentación de Malešević es la siguiente: “si los seres humanos son la mayoría de las veces cautelosos respecto a la violencia y en ser violentos, ¿por qué la guerra es tan frecuente en la historia humana, por qué se ha incrementado tan dramáticamente en la época moderna?” (p. 4).
Para Malešević una explicación contemporánea de esta situación no debería buscarse en el ámbito filosófico “clásico” (Hobbes, Maquiavelo, Rousseau, Kant, etcétera) sino desde una perspectiva sociológica (p. 2). El límite de una explicación sobre la violencia como algo inherente a la “naturaleza humana” (Maquiavelo/Hobbes) o, por el contrario, como un obstáculo a la tendencia natural de armonía del ser humano (Rousseau/Kant) es que, según Malešević, borra la tensión constitutiva de la socialidad humana: “es nuestra socialidad, no nuestra individualidad, aquella que nos hace tanto altruistas compasivos como asesinos entusiastas” (p. 2).
La violencia y la guerra, pues, exigen un análisis sociológico en la medida que son un “acontecimiento social”. Malešević se sirve de investigaciones empíricas para mostrar que desde el punto de vista individual somos reacios a participar en actos violentos. Hobbes estaba equivocado, “la guerra de todos contra todos es una imposibilidad empírica” (p. 3). En realidad, las acciones violentas responden a una cierta organización, coordinación colectiva y delegación de tareas. “Toda guerra es inevitablemente un acontecimiento social”. (p. 3). Nuestro vínculo social es, por tanto, aquello que nos conduce a comportarnos de forma violenta o altruista.
En consecuencia, para entender la guerra y la violencia es preciso entender primero “lo social”. El análisis de Malešević se emprende bajo la convicción de que “nos guste o no, la violencia es un elemento central constitutivo de la subjetividad humana y la subjetividad moderna en particular; la modernidad sería impensable sin violencia organizada” (p. 4). Sin embargo, lejos de hacer gala de la violencia o presentarla como un “mal necesario”, el punto de Malešević es subrayar que dicho comportamiento violento es consecuencia de nuestro rechazo normativo al mismo. Es decir, precisamente porque en la vida cotidiana individual existe un comportamiento generalmente no violento, es que las guerras y acciones violentas colectivas, dado su carácter extraordinario, resultan fascinantes para la sociedad. “La violencia atrae nuestra atención precisamente porque no somos buenos en ella y no la encontramos en nuestra base diaria” (p. 4). Según algunos registros consultados por Malešević, nuestro comportamiento violento individual se caracteriza por ser "incompetente, desordenado y de muy corta duración" en comparación con la violencia colectiva (p. 2).
Así pues, la estrategia seguida por Malešević para responder a la pregunta citada al inicio es atender el papel que juega la organización social y la ideología en el impulso de condiciones sociales que involucran la participación masiva de individuos en actos violentos de amplia escala. Así pues, los conflictos bélicos de larga duración y en amplia escala son posibles por los dos elementos mencionados: una capacidad organizacional compleja y estructural y una potente ideología legitimadora. La originalidad del análisis de Malešević es que busca mostrar de qué modo en la época moderna estos elementos se han configurado y llevado al extremo por dos procesos que denomina la “burocratización acumulativa de coerción” y la “ideologización centrífuga de masas” (p. 5).
En opinión de Malešević, es Max Weber quien mejor ofrece un diagnóstico de la modernidad al centrar la atención en los procesos de imposición de reglas impersonales y regulaciones burocráticas en la vida cotidiana. Se trata de un proceso comandado por la racionalidad instrumental. Ahora bien, mientras gran parte de los análisis se han reducido a analizar la relación entre burocratización y capitalismo, la tesis de Malešević es que la esfera originaria de la burocratización es la militar. En el capítulo 1 se afirma de la mano de Weber que la organización de la coerción es producto de la disciplina militar. Siguiendo el registro de The Agrarian Sociology of Ancient Civilizations, Malešević indicará que "el auge de la racionalidad occidental se remonta estructuralmente en parte a los orígenes militares de los estados feudales europeos […] con una base de poder multipolar" (p. 27). Por otra parte, debe mencionarse que esta tendencia a la burocratización ha estado acompañada de instituciones que tienen el monopolio de la violencia, en consecuencia, muchos de los principios organizacionales de la vida civil son profundamente coercitivos. La huella de la esfera militar es imborrable.
Destaca el énfasis sobre la “muy larga duración” del proceso de burocratización o el poder coercitivo de las organizaciones sociales. Malešević menciona que la etapa rudimentaria de dicho proceso data del último período del mesolítico, esto es, tiene un tiempo de expansión de al menos 10 mil años que se ha ido intensificado dramáticamente en los últimos 200 años (p. 6). Esta temática es abordada con detenimiento en el capítulo tercero donde se ubican períodos de 1) violencia colectiva antes de la guerra (antes del fin del paleolítico y en inicios del mesolítico), 2) violencia y guerra en la antigüedad, 3) violencia y guerra en la edad media y 4) nacimiento de la disciplina institucionalizada en la modernidad temprana (siglo XVI). No obstante, es obvio que el poderío de la guerra en la época contemporánea no tiene comparación alguna con el de las épocas premodernas, según las estadísticas citadas por Malešević mientras la alta Edad Media generó 60 mil muertes por procesos bélicos, el siglo XX por sí solo causó 110 millones de muertes como consecuencia directa de la guerra.
En cuanto a la “ideologización centrífuga”, Malešević señala que toda organización social no podría perdurar a lo largo del tiempo si sus acciones no fueran popularmente concebidas como justas. El asunto se torna complejo cuando dichas organizaciones sociales hacen uso de la violencia para cumplir sus fines en una situación donde la normatividad cotidiana recrimina las acciones violentas. La noción de “ideología” ofrece, según Malešević, una explicación consistente de esta situación paradójica. Sin embargo, no deberíamos entender por “ideología el significado tradicional de un cuerpo rígido y cerrado de ideas que determinan las acciones sociales y políticas. Por el contrario, habría que subrayar el carácter flexible de las creencias y prácticas ideológicas junto con su función indispensable de dotación de sentido de la realidad política y social de cada uno de los individuos. Así, “la ideología impone una coherencia y provee una estructura a acciones contingentes, acontecimientos e imágenes, así que la narrativa ideológica ayuda a crear un sentido social comprensible” (p. 9). La finalidad de esta producción de sentido vía la ideología, sentencia Malešević, es “legitimar o impugnar relaciones de poder” (p. 9).
Actualmente la justificación de acciones violentas con la ideología es demasiado compleja. Esto se debe principalmente a tres motivos: 1) la incorporación de gente común en la historia, con la politización de la ciudadanía, 2) la extensión de las ideas ilustradas que colocan al ser humano como racional y enaltecen la tolerancia, paz y autonomía como los valores de la modernidad y 3) la demanda de vías no violentas de reconciliación tras la experiencia bélica catastrófica del siglo XX. No obstante, la llamada “ideologización centrífuga” pretende hacer frente a esta triple obstaculización. Es un fenómeno masivo dirigido por los centros de organización social y las élites políticas y culturales (el estado, organizaciones religiosas, instituciones militares y movimientos sociales) para irradiar primero en pequeños círculos de seguidores y ulteriormente en la población en su conjunto.
Ciertamente, Malešević no busca reducir el proceso contemporáneo de justificación de la guerra a una dinámica ideológica unilateral. Más bien quiere señalar la interacción de la expansión del mensaje ideológico institucionalizado de las organizaciones sociales (a través de medios de comunicación, instituciones educativas, esferas públicas, agencias gubernamentales, policía y el ejército) y la tensión de los grupos de la sociedad civil que vinculan problemáticamente la ideología a nivel macro con las narrativas antiviolentas del nivel micro (p. 10).
No debemos dejar de enfatizar que Malešević intenta realizar una investigación por fuera de la “sociología mainstream”. Por ello, su análisis no se centrará tanto en los casos típicos que llaman la atención de la investigación universitaria sobre la violencia y guerra: revoluciones, genocidios y terrorismo. En su lugar, una parte importante del libro se detendrá a reflexionar sobre la teoría sociológica clásica (capítulo 1) y contemporánea (capítulo 2) sobre la violencia y la guerra para, sólo así, abrir paso a un análisis histórico y geopolítico de las mismas (capítulos 3 a 5), sus implicaciones ideológicas (capítulos 6 y 7), su estratificación social e impacto en la cuestión del género (capítulos 8 y 9) y, finalmente, la organización de las nuevas formas de la guerra en el siglo XXI.
4. Organised violence and modernity
5. The social geographies of warfare
8. Social stratification, warfare and violence
9. Gendering of war
10. New wars?
El análisis de la configuración de la guerra del siglo XXI sirve de material indispensable para mostrar la confirmación de la hipótesis del proyecto, a saber, la dirección del capitalismo comandada por las corporaciones bélicas.
Si bien el texto reseñado no ofrece un análisis económico o la relación entre la violencia y guerra con el capitalismo, su perspectiva sociológica invita a contribuir a desarrollar el carácter interdisciplinario del proyecto. Por otra parte, el acento en la problemática de la ideología como un proceso complejo de justificación de las acciones violentas a gran escala es un punto que habría que explorar con más profundidad. Sin duda alguna, la presencia económicas tan fuerte de las corporaciones militares está relacionada con un trabajo complejo de “ideologización centrífuga” de la guerra que va más allá de las relaciones comerciales.