The green House effect. Democrats and a climate-change dilemma. Should Democrats pursue the best policy, or the one that does them least political damage?

Cita: 

The Economist [2018], "The green House effect. Democrats and a climate-change dilemma. Should Democrats pursue the best policy, or the one that does them least political damage?", The Economist, London, 24 de noviembre, https://www.economist.com/united-states/2018/11/24/democrats-and-a-clima...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Noviembre 24, 2018
Tema: 
Sobre la posibilidad de regular con impuestos la emisiones de dióxido de carbono en Estados Unidos
Idea principal: 

La política medioambiental de Estados Unidos se encuentra siempre en tensión. A diferencia de la administración de Barack Obama, Donald Trump se muestra escéptico en cuestiones del cambio climático y favorece la industria de carbón. Sin embargo, según información de la Agencia de protección medioambiental la cantidad de emisión de gases de efecto invernadero en Estados Unidos cayó 2.7% en el primer año de la administración de Trump, la más grande reducción en cualquier parte de los países ricos.

En realidad, afirma The Economist, dicha caída poco o nada a tenido que ver con la política del presidente Trump. Desde 2007 las emisiones de dióxido de carbono han estado cayendo porque las plantas de energía han decidido utilizar gas natural, más limpio y barato que el carbón. Según la Administración de información de energía, una dependencia gubernamental, en Estados Unidos en 2007 se utilizó aproximadamente la misma cantidad de carbón que de gas natural.

Aproximadamente 40% de la capacidad de generación de carbón en Estados Unidos ha sido cancelada o designada para su cierre desde 2010. El motivo es estrictamente económico. Los combustibles rivales ahora resultan más baratos que continuar utilizando carbón. Es más, se espera que a finales de 2018 las plantas de carbón cancelen en 11.4GW su capacidad de producción, la mayor disminución realizada desde 2015. The Economist afirma que por más que la administración de Trump deshaga las regulaciones impuestas a la industria de carbón, ésta no volverá a crecer como en sus años dorados, aunque puede desacelerar su declinación.

El relativo éxito de Estados Unidos en la disminución de la capacidad de las industrias de carbón se debe a las fuerzas del mercado, sin embargo, la disminución sería aún mayor si la actual administración implementara políticas al respecto. La previsión del Acuerdo de París era de una disminución de emisión de carbono de 26-28% para 2025, pero ante la falta de cooperación del presidente Trump se espera una disminución de apenas 17% respecto a 2005. Se trata de una medida insuficiente para hacer frente a los retos de las catastróficas consecuencias climáticas pronosticadas por el Panel intergubernamental del cambio climático.

The Economist opina que el sector nuclear es el candidato más idóneo para que la actual administración estadounidense destrone su preferencia por el carbón. Una de las principales ventajas es, precisamente, que la energía nuclear produce poco dióxido de carbono. Sin embargo, la capacidad de la industria nuclear se ha estancado desde el año 2000 porque el gas natural es más barato y no existe una recompensa económica por no contaminar. De esta manera, el semanario inglés afirma que los impuestos sobre las emisiones de carbono son la mejor política medioambiental.

Ahora bien, lo problemático del impuesto al carbono consiste en que los votantes interpretan la medida como un precedente para la consignación de impuestos a todo tipo de energías. De ahí que los representantes del partido demócrata se encuentren en un dilema. Mientras los republicanos controlen el Senado y la Casa blanca, la proposición de impuestos de este tipo produciría un golpe político irreparable para los demócratas. Matthew Nisbet, de la Northeartern University, afirma que si los demócratas de la Cámara de representantes buscan aprobar proyectos de ley impositivos a la emisión de carbono, los republicanos harán frente con los distritos que tienen plantas nucleares o aerogeneradores y los créditos fiscales para dichas tecnologías.

Aun está por definirse la decisión de los demócratas, todo depende de quién ocupe el liderazgo de la Cámara de representantes. Nancy Pelosi busca ser nuevamente nombrada presidenta de la cámara, sin embargo, enfrenta mucha oposición en su propio partido.

Datos cruciales: 

1. En nuestros días el gas natural proporciona el doble de energía que el carbón.

2.Actualmente la energía de recursos renovables, sobre todo eólica y solar, representa poco más del 10% del consumo de energía en Estados Unidos.

3. Gráfico "Una gran y bella caída. Cambio en la emisiones de CO2, 2016-2017, toneladas". Las más grandes reducciones: Estados Unidos (poco más de 40), Ucrania (aproximadamente 20), México (menos de 20), Gran Bretaña (poco más de 10), Sudáfrica (menos de 10). Los más grandes incrementos: Irán (casi 40), Unión Europea (poco más de 40), Turquía (poco más de 40), India (más de 80) y China (casi 120).

Nexo con el tema que estudiamos: 

Dentro de la disputa por la hegemonía en el mercado mundial, la economía del sector energético es clave. La disminución en el uso de la industria de carbón no es consecuencia de una política ecológica nacional ni internacional. La cuestión es estrictamente económica: utilizar gas natural es más barato. En este sentido, la economía de la guerra en el siglo XXI debe seguir de cerca los conflictos bélicos a nivel mundial, ya que coinciden con la disputa de zonas geopolíticas estratégicas que, en su mayor parte, se caracterizan por la disposición de recursos codiciables actualmente como el gas natural. El mercado de las llamadas energías limpias debe leerse a la luz de las guerras comandadas por los estados ricos y, sobre todo, las grandes corporaciones encargadas de desplegar las tareas encomendadas.