Orbital ecosystem. A new business in small satellites orbiting the Earth. Looking at the Earth from above
The Economist [2019], "Orbital ecosystem. A new business in small satellites orbiting the Earth. Looking at the Earth from above", The Economist, London, 15 de junio, https://www.economist.com/science-and-technology/2019/06/15/a-new-busine...
En mayo de 1999, un grupo de investigadores de la Universidad Técnica de Berlín lanzó un satélite inusual. El satélite “TUBSAT” pesaba aproximadamente 45 kg y era una caja que medía 32 cm en cada lado; llevaba tres cámaras de video, con la idea de probar si una nave espacial podría capturar imágenes útiles de la Tierra. El objetivo de los investigadores fue iniciar “nuevas áreas de mercado” para la observación de la Tierra. Un par de décadas después, su intuición se ve confirmada. Planet Labs, una empresa californiana fundada por ex-ingenieros de la NASA, lanzó 33 “small-sats” todos los años en la década de 2000 hasta 2014 . Los satélites son diseñados para recopilar imágenes de la superficie de la Tierra. Planet Labs vende a su clientes imágenes de alrededor de 150 satélites activos en órbita. Así, Planet Labs se consolidó como un líder de la industria.
El costo de producción y lanzamiento de satélites se ha desplomado, permitiendo que surjan una serie de nuevos negocios relacionados con el espacio. En 2018, se han lanzado “small-sats” que pueden usar radares para mirar a través de las nubes o la oscuridad. Otros vigilan las actividades de envío ilegal y algunos están diseñados para dar servicio a otros satélites en órbita. Muchas de las capacidades de los small-sats ya existían, pero como proyectos gubernamentales o como operaciones secretas de inteligencia. Estados Unidos se ha empeñado en inhibir el desarrollo comercial de los satélites de radar. Se dijo que los satélites militares de radar que hacen rebotar ondas de radio a la superficie de la Tierra para construir una imagen, son capaces de detectar enemigos submarinos a partir de la medida de pequeñas turbaciones que dejan en las curvaturas de la superficie del océano.
Capella Space, una startup con sede en San Francisco, utiliza satélites con ondas de radio para crear imágenes de la superficie de la Tierra que podrán medir el volumen y contenido de los tanques de almacenamiento de petróleo haciendo sonar un radar. Capella Space depende de una serie de nuevas empresas como proveedores. Blue Canyon Technologies proporcionará pequeños propulsores que permitirían a los satélites dirigirse a puntos específicos de la Tierra. Phase Four, fundada en 2015, proporcionará unidades de iones que permitirán a los satélites ajustar su altitud. Esto permitirá que Capella Space capture una variedad más amplia de imágenes.
Hawkeye 360, una nueva empresa, ha adoptado un enfoque distinto. En lugar de hacer un sonido metálico sobre la superficie de la Tierra con ondas de radio, escucha si hay actividad que se emita por debajo. Los small-sats han avanzado hasta el punto que Hawkeye puede desplegar grupos de tres satélites de detección de radiofrecuencia para captar señales débiles del suelo. La empresa afirma que su servicio principal será la vigilancia marítima, en busca de señales de radio anómalas como un barco pesquero que está desviando su rastreador de identificación automático hacia una zona marina protegida.
La recopilación y generación de imágenes generan enormes cantidades de datos por día. Es decir, llevarlo al nivel más bajo para el procesamiento se convierte en su propio problema. Bridgesat es una empresa que ha desarrollado un láser pequeño y potente que puede integrarse en naves espaciales y que puede transmitir datos a estaciones terrestres con una banda ancha alta. La primera estación de tierra de Bridgesat, en California, ya está en funcionamiento, y otras están en construcción en Italia y Suecia. El plan es tener diez en todo el mundo. Bridgesat tiene competencia de Amazon, que acaba de anunciar su propio servicio de red para datos fuera de órbita en sus centros AWS Ground Station. Ground Station pretende invertir una gran cantidad de infraestructura y luego cobrar a las empresas por su uso, lo que hace fácil y económico administrar un negocio en el espacio.
D-Orbit, una empresa italiana, ha construido un satélite "portador" diseñado para impulsar los small-sats ya lanzados a su posición correcta en órbita. Sin embargo, la principal preocupación es que, con tantos satélites nuevos en órbita, aumente la posibilidad de perder el control de uno y sufra el riesgo de chocar con otros. Así entonces, se podría producir una ola de escombros con una alta posibilidad de aniquilar a otros satélites y paralizar el ecosistema comercial de órbita terrestre de un solo golpe. Astroscale, una empresa japonesa, está abordando este problema mediante la construcción de una nave prototipo capaz de ser lanzada a corto plazo para capturar cualquier satélite defectuoso y tirarlo a la atmósfera donde se quemará antes de que pueda chocar con cualquier cosa. Las empresas van al espacio porque ofrecen un punto de vista diferente, lo que les permite recopilar información nueva y valiosa que antes no se podía obtener.
El desarrollo de satélites y su incorporación en el mercado ha generado una serie de problemas sobre los costos y beneficios que esto conlleva. Uno de ellos es acerca de la apertura comercial de los satélites pues, el gobierno estadounidense considera que el uso es exclusivamente para misiones de seguridad por la información que genera. A pesar de esto, el desarrollo tecnológico de los small-sats ha favorecido a distintas empresas que perfeccionan los accesorios, componentes, y formas de almacenaje de información que generan. Así, los small-sats significan un desarrollo tecnológico que podría emplearse como un arma a favor de los gobiernos y como un impulsador para el mercado espacial que evoluciona día con día.