Una red de espionaje empodera a la policía en China

Cita: 

Mozur, Paul y Aaron Krolik [2019], "Una red de espionaje empodera a la policía en China", The New York Times, New York, 19 de diciembre, https://www.nytimes.com/es/2019/12/19/espanol/vigilancia-espionaje-chino...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Jueves, Diciembre 19, 2019
Tema: 
China está usando una gigantesca red de vigilancia para espiar a la gente común
Idea principal: 

Paul Mozur es corresponsal de tecnología en Asia para el New York Times desde 2014. Vive en Hong Kong, desde donde da cobertura a la imbricación entre tecnología y geopolítica, a las compañías de tecnología asiáticas, así como a temas como ciberseguridad y censura. Anteriormente trabajó como reportero para el Wall Street Journal en China y Taiwán y fue asistente editorial en el Far Eastern Economic Review.

Aaron Krolick es periodista en The New York Times desde 2015, vive en Nueva York desde donde escribe sobre ciencia, tecnología y medios.

China ha comenzado a instalar una gigantesca red de vigilancia en algunas ciudades para espiar a sus ciudadanos de forma indiscriminada. Esta red de vigilancia controlada por las policías locales combina una serie de tecnologías (como escáneres de celulares, bases de datos de rostros y huellas digitales, etc.) para identificar a las personas cuando caminan por la calle, rastrear sus actividades, encuentros y hasta identificar su filiación política. Aunque otros países utilizan algunas de estas tecnologías para rastrear de forma específica a narcotraficantes o terroristas, el gobierno chino avanza en dirección de convertirse en un Estado totalitario digital al extender la vigilancia a todos sus ciudadanos, casi 1 400 millones, a costa de su privacidad personal.

Aunque otros países tienen el mismo nivel tecnológico, la combinación de estas tecnologías está llevando al sistema de vigilancia chino a otro nivel de sofisticación e inteligencia. En ese sentido, es preocupante el poder que estas herramientas le otorgan a la policía china, fortalecida en el gobierno de Xi Jinping, para rastrear objetivos políticos como: detractores del gobierno, simpatizantes de las protestas en Hong Kong y grupos vulnerables como trabajadores y la minoría musulmana uigur. Por otro lado, los datos personales de millones de personas recabados por la policía son almacenados en servidores que no cuentan con las medidas básicas de seguridad para protegerlos, y a los que, además, contratistas e intermediarios privados tienen acceso.

“La gente pasa y deja sombra”

Desde 2017, la oficina de Seguridad Pública local ha instalado en la ciudad industrial de Zhengzhou, en el centro de China, una sofisticada red de vigilancia que registra placas de auto, números de teléfono, rostros e información de redes sociales. La red incluye un sistema que vincula los rostros captados por las cámaras de la policía con los códigos de identificación de celulares captados por escáneres de celulares (también llamados “receptores IMSI”), cuando ambos aparecen en el mismo lugar y momento. En tan solo 4 días, un sistema como el arriba descrito, compuesto de 4 cámaras y 2 escáneres de celular (unas pequeñas cajas blancas), instalado en un edificio de departamentos de aquella ciudad logró identificar 67 000 celulares y 8 700 rostros, de los cuales el sistema logró relacionar 3 000 celulares con rostros, aunque con distintos niveles de certeza.

El modelo de Zhengzhou está siendo replicado en otras ciudades. En la ciudad de Zigong, en la provincia de Sichuan, la policía ha adquirido 156 sistemas similares. También en las provincias de Guizhou, Zhejiang y Henan se han adquirido esta clase de sistemas. Por ejemplo, en un documento de adquisición, la policía de Wuhan señaló que necesitaba sistemas que recolectan la identidad de todos los usuarios de internet en espacios públicos, su navegación en internet, su localización y la información de sus celulares.

Este nivel de control no tiene precedentes. Anteriormente, dar un seguimiento tan cercano requería que la policía trabajase con otras instituciones, como las compañías de celulares dirigidas por el estado, que suelen ser renuentes a compartir datos confidenciales o lucrativos con las autoridades locales. Ahora que la policía usa sus propios rastreadores la información se transmite mejor por la cadena de mando al Ministerio de Seguridad Pública en Pekín.

En los últimos años, con la finalidad de garantizar la estabilidad social, la policía china ha aprovechado el temor que generaron las manifestaciones de la Primavera Árabe para obtener más recursos y poder. El potencial es enorme, por ejemplo, en Zhengzhou, la policía puede usar programas para crear listas negras de personas infractoras, puede crear alarmas para cuando una de estas personas se acerque a una ubicación específica, pueden obtener actualizaciones sobre estas personas cada hora y monitorear a las personas con las que se reunieron, en especial si ambas figuran en las listas negras.

En realidad, la policía ha decidido no ocultar su sistema de vigilancia, para disuadir con él a criminales y disidentes. Mientras que las redes que está construyendo China podrían contribuir a perfeccionar las tecnologías de reconocimiento facial al combinarlo con los datos de identidad y teléfonos celulares.

Una revuelta de cables y madera

En el complejo residencial Shijiachi se instaló, a petición de la policía, un sistema de reconocimiento facial para darles acceso a los residentes. Sin embargo, muchos residentes han mostrado preocupaciones relacionadas con su derecho a la privacidad debido a que el sistema almacenaba detalladamente sus actividades. Este sistema almacenó, en servidores no protegidos, los datos de los 31 residentes del complejo, así como detalles de otras 8 750 personas. Otro sistema de rastreo de autos instalado cerca del complejo registró 3 456 vehículos e información personal de sus propietarios. De esta forma, por toda China, bases de datos no protegidas almacenan información sobre estudiantes y profesores en escuelas, la actividad en línea en los cibercafés, los registros de viajes y hoteles.

Por un lado, el manejo de estos datos es otro problema pues se han dado filtraciones por parte de personas que tienen acceso a ellos y los venden. Debido a ello la policía ha creado su propia compañía para evitar los sistemas de terceros y manejar los datos directamente. Por otro lado, algunas empresas que tienen acceso a los datos del sistema obligatorio de identificación están utilizando los rostros de las tarjetas de identificación para entrenar los sistemas de reconocimiento facial. Este sistema de tarjetas también rastrea huellas digitales, grupo étnico y raza.

Sin embargo, a medida que la vigilancia se acentúa, el rechazo crece. En Shanghái los vecinos de un complejo de edificios se opusieron a la instalación de un sistema de reconocimiento facial, mientras que en el complejo residencial de Shijiachi los vecinos suelen dejar abiertas las puertas de los edificios para no ocupar el sistema de reconocimiento facial y en la provincia de Zhejiang se han presentado denuncias contra la instalación de este tipo de sistemas en un zoológico.

Qué pasa cuando dices que no

Los abusos de poder en China son comunes debido a que el gigante asiático no tiene un sistema de justicia sólido o un sistemas de contrapesos que limite los abusos. El nuevo sistema de vigilancia le está dando a la policía nuevos poderes de control que pudieran estar conduciendo a China, bajo el mando de Xi Jinping, a un Estado policial.

A pesar que la policía se jacta de que estos sistemas le permiten atrapar a los delincuentes, las autoridades en una isla turística en Xiamen, por el contrario, usan el reconocimiento facial para identificar a los guías turísticos que no tienen permiso. De la misma forma, la policía de Shanghái ha comenzado a usar cámaras en sus cascos con los que buscan delincuentes, pero las bases de datos y los documentos de adquisición demuestran que también se busca identificar a enfermos mentales, consumidores de drogas y disidentes políticos.

El caso de Agnes Ouyang apunta en esa dirección. Agnes fue detenida por la policía cuando se dirigía al trabajo en Shenzhen por “caminar de manera imprudente”. Cuando Agnes se negó a mostrar su identificación a los oficiales, éstos la tomaron bruscamente y le tomaron una fotografía con un teléfono celular. Casi instantáneamente el sistema de reconocimiento facial la identificó y se le asignó una multa. Agnes hizo pública su denuncia por el abuso que sufrió a través de la red social china WeChat, de donde desapareció poco después de viralizarse.

Posteriormente, cuando Agnes escuchó de un caso similar, escribió una segunda publicación que fue eliminada en un par de horas. Al poco tiempo la policía la contactó y le pidió una reunión. Agnes se encontró con dos oficiales de la policía en un café Starbucks, donde los citó por seguridad. Su publicación había sido vista por funcionarios de alto nivel y había avergonzado a la policía local. Los oficiales le dieron un numero de teléfono para que reportara nuevas quejas en el futuro pero le advirtieron que es mejor permanecer callada. Agnes está convencida que esta experiencia es una muestra del giro autoritario del gobierno chino.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El desarrollo tecnológico ha llevado al establecimiento de sistemas de control social a un nivel nunca antes visto. El caso de China es ilustrativo de cómo la tendencia autoritaria a nivel global se articula a una serie de tecnologías con las cuales diversas empresas hacen fortunas. Es relevante para el proyecto explorar las relaciones entre los gobiernos y los contratistas privados de tecnología que hacen posible estos sistemas, con los que se busca controlar el malestar social y abortar cualquier cambio al orden histórico que prevalece hoy día.