La economía ecuatoriana ha experimentado cambios en la hegemonía empresarial por parte de los principales grupos económicos: de grupos agroexportadores en los años setentas, capitales financieros en las décadas de los ochenta y noventa, hasta llegar a los grandes grupos de la construcción y servicios del mercado interno. Debido al aumento de la rentabilidad se produjo una mayor diversificación de éstos grupos, lo cual deja de manifiesto que pese a su fuerte política de inversión pública, gasto público y promoción del consumo interno, durante la presidencia de Correa no se produjo un cambio del modelo económico del país. El proceso anterior redundó en una mayor demanda que benefició a las empresas locales a la vez que promovió el auge de empresas vinculadas al ensamblaje de carros, comida y servicios. Se diversificaron las actividades productivas y el consumo interno, sin embargo lo anterior no redundo en una mayor "democratizacion" o "inclusión" de pequeños y medianos productores o empresarios.

Las empresas latinoamericanas pueden expandirse con el apoyo estatal, sin importar su corte ideológico o propagandístico, por medio de presiones por parte de organizaciones gremiales, cabildeos ante el Congreso o decretos por parte del Ejecutivo, así como por medio de financiación de campañas o poder institucional. En Ecuador de 1970 a 1990 sucedió un proceso de alta concentración de capitales por parte de una burguesía monopolista apoyada por el Estado y el capital transnacional, inversiones concentradas en la industria, comercio, agroindustria y servicios.

Según el artículo, los capitalistas ecuatorianos son de tres tipos principales: 1) productivos, beneficiados por la acumulación de capital; 2) terratenientes, dueños de la tierra; y 3) bancarios, que viven del interés crediticio. Los lazos de interacción y dinámica entre estos grupos siguen manteniendo un importante rasgo derivado de los nexos y relaciones familiares. En Ecuador, al igual que en la mayoría de los países de América Latina, los lazos familiares juegan y siguen jugando un papel importante en la “forma corporativa dominante entre las grandes empresas privadas nacionales siendo durante mucho tiempo el grupo empresarial diversificado, controlado y de propiedad familiar”.

Los principales centros económicos y políticos en Ecuador tienen un carácter muy centralizado (Quito, Guayaquil, y Cuenca). Las entidades bancarias así como las cadenas de distribución y transporte, permiten ganancias con tasas preferenciales y la posesión de una cadena productiva propia por parte de los grupos empresariales principales.