David D. Kirkpatrick es corresponsal del área internacional de The New York Times y radica en Londres. Ha sido jefe del buró en El Cairo, corresponsal en Washington y corresponsal nacional con sede en Nueva York.

Ronen Bergman es parte de la redacción de The New York Times Magazine y radica en Tel Aviv.

La capacidad armamentística que posee la república islámica ha sorprendido de sobremanera a las autoridades norteamericanas durante los últimos meses. Primero fue el ataque con drones contra refinerías en Arabia Saudita en septiembre de 2019, situación que anuló 5% del suministro de petróleo mundial de forma temporal. Sin embargo, el episodio mas reciente tiene que ver con la utilización de misiles balísticos en contra de bases aéreas militares estadounidenses ubicadas en Irak como represalia contra el asesinato del general iraní, Qasem Soleimani, a principios de enero de 2020.

Pese a que la fuerza militar convencional iraní sufrió un deterioro como resultado de la situación de aislamiento desde la Revolución islámica de 1979, el desarrollo de habilidades menos tradicionales y enfocadas a librar una guerra asimétrica contra superpotencias como Estados Unidos, ha venido dando muestras importantes de progreso.

Con el arsenal más grande de misiles balísticos y de crucero en la zona, una red de grupos militantes aliados como Hezbolá en Libano y los huties en Yemen, equipos de hackers informáticos, drones armados y de vigilancia, una flota de lanchas pequeñas y un arsenal de minas submarinas, Irán cuenta con lo necesario para causar un daño significativo ante la capacidad defensiva que existe para contenerla, haciendo que el costo de la guerra con Irán sea bastante alto.

La tecnología avanzada que Irán ha demostrado poseer como en el caso del ataque contra la petrolera saudí, no puede entenderse sin prestar atención al papel que países como China, Rusia y Corea del Norte han desempeñado como facilitadores de tecnología y municiones. Inclusive, algunos de estos misiles de diversos rangos desarrollados por Irán han empezado a ser contrabandeados a países como Siria, Irak, Libano y Yemen.

Aunado a esto, diversas autoridades y expertos en la materia han indicado que Irán y sus aliados militantes han vuelto al esquema de asesinatos selectivos, sean estos indirectos o encubiertos. Una posible respuesta equitativa para compensar el asesinato del general Qasem Soleimani. No obstante que el historial de intentos no ha resultado muy exitoso, el riesgo de ser atacado o secuestrado continúa siendo latente para funcionarios estadounidenses radicados en la zona.

Para esto, la opción preferida del régimen iraní ha sido la de depender de su red de aliados por toda la región, algunos de los cuales parecen mas ejércitos profesionales que milicias informales. A esto debe sumarse la capacidad iraní para realizar ciberataques altamente exitosos que puedan causar efectos disruptivos localizados y temporales. Gracias a esto, Irán ha sido catalogado como uno de los países mas peligrosos en cuanto se refiere a ciberamenazas, compartiendo lugar con Rusia, China y Corea del Norte.

Ante este panorama, y de continuar con una intensificación progresiva de tensiones, pareciera ser que cada vez mas nos estaremos acercando a un movido periodo de conflicto.