Tras la muerte del general iraní, Qasem Soleimani, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos lanzó una advertencia en la cual alertaba sobre la posibilidad de que Irán realizara ataques cibernéticos en contra de infraestructura critica en el país norteamericano.

El aumento de las capacidades cibernéticas de Irán es algo a lo que Estados Unidos ha venido prestando atención, particularmente desde 2010, cuando las instalaciones nucleares de la república islámica fueran objeto de ataque del virus Stuxnet, presumiblemente auspiciado por Estados Unidos e Israel para fastidiar las ambiciones nucleares de Teherán.

Tras prometer una dura represalia por la muerte del que fuera líder de las fuerzas de elite Quds, las autoridades norteamericanas se mantienen en vilo, pues si bien aseguran que en el pasado ya se han producido ataques contra bancos e instituciones académicas, la preocupación ahora radica en la posibilidad de que se lleven a cabo campañas de espionaje contra operaciones militares y gubernamentales con la finalidad de acceder a información sensible relacionada con futuros ataques.

Sin embargo, algunos académicos y expertos en seguridad desestiman que este panorama se traduzca en un conflicto militar directo o en una guerra cibernética impulsada por el Estado. Aunque el desarrollo cibernético impulsado por Irán ha venido cobrando fuerza, este no deja de ser solo un complemento para la débil fuerza militar de la república islámica, pues aún sigue estando por debajo de las potencias en la materia, tales como Estados Unidos, China, Rusia e Israel.

Y aunque una alianza entre Rusia e Irán permanece sobre la mesa como una posible opción para el despliegue de una campaña de desinformación cibernética masiva, algunos ex oficiales confían en que Estados Unidos tiene una robusta defensa en materia cibernética para hacer frente a este tipo de situaciones y mitigarlas rápidamente.