Nellie Bowls cubre temas de tecnología y cultura de internet desde San Francisco para The New York Times. En el pasado ha trabajado para el Buenos Aires Herald, The San Francisco Chronicle, The California Sunday Magazine y Vice News. Antes de dedicarse al periodismo trabajó en investigación sobre epigenética en la Universidad de California en San Francisco estudiando el estrés y fue becaria de neurociencia en el laboratorio en McGill estudiando la hipnosis.

Hasta hace poco, la gente en Silicon Valley consideraba que estaba contribuyendo a mejorar el mundo, lo que le deba a sus trabajadores un sentido de propósito, confianza y optimismo. Este sentimiento se ha ido perdiendo a medida que las malas noticias sobre el mundo, el país y la industria han inundado los titulares de los diarios. A medida que se hacen públicos distintos abusos de los derechos humanos por parte de las empresas tecnológicas, la ansiedad y el desánimo ha cundido entre sus trabajadores que han comenzado a ir a terapia.

Para muchos de ellos, la solución a este desánimo ocasionado por la tecnología es mas tecnología, y han empezado a crear distintas aplicaciones de terapia bajo demanda. Estas apps han comenzado a prefigurar un nuevo sistema de salud mental. Algunos de estos servicios transforman las notas de los terapeutas en datos, en ellas los usuarios son alentados para registrar su humor en tiempo real y las largas sesiones de terapia son ahora reducidas a pequeños cuestionarios para determinar los progresos en los niveles de ansiedad y felicidad. Estos servicios pretenden obtener de estos datos perspectivas que no le serían accesibles al terapeuta ordinario. Sin embargo, los riesgos de que los datos sobre salud mental recopilados y organizados por estas aplicaciones sean comercializados es alta. Este tipo de datos podría, por ejemplo, aumentar la póliza de los seguros de vida para algunas personas, opina un experto.

Por un lado, estas aplicaciones han visto aumentar sus usuarios entre los trabajadores de la industria de la tecnología, emocionalmente perdidos ahora que la industria está siendo cuestionada. Otros, sienten ansiedad y desánimo por la condición actual del medio ambiente, la democracia u otros temas más cotidianos. La gente dentro de la industria reconoce que algo ha cambiado, que hace unos años la salud mental no era un tema en Silicon Valley. Ahora, algunos estiman que hay 50 nuevas empresas en el ramo de terapias bajo demanda en el área de Silicon Valley. Algunas, como Mindset Health, que utiliza hipnoterapia para curar depresión y ansiedad, fueron fundadas por miembros de la industria que después de sacar al mercado una app poco exitosa cayeron en depresión.

Por otro lado, tambien los teraupetas tradicionales reconocen que ahora reciben más pacientes aquejados por las ansiedad que les provocan los problemas globales, como el cambio climático o la debacle de la democracia, mientras que hace unos años sus clientes acudían a ellos principalmente aquejados por problemas personales. Muchos de estos nuevos pacientes se encuentran perdidos pues no le encuentran sentido a su existencia. Algunos han mejorado su estado anímico al borrar aplicaciones como Twitter, de noticias y de la bolsa de valores, de sus teléfonos personales. Algunos terapeutas, como los de Instituto Humanístico-existencial, consideran que en parte la tecnología es la razón de esta crisis, otras razones incluyen el miedo a un levantamiento social ocasionado por la desigualdad, un pánico ante la deriva autoritaria global y la sensación de que ellos mismos no contribuyen al bien común.

Sin embargo, no es una crisis generalizada. Para muchos la vida sigue como de costumbre. Incluso hay un movimiento, el movimiento del optimismo tecnológico, que busca que la gente se deje de tantas reflexiones y flagelos y continúe trabajando con el viejo optimismo que caracterizó a Silicon Valley, que consideran debe mirar hacia adelante.