En 2016, la demanda de cobalto, encabezada por empresas automotrices, disparó su precio. Ello atrajo a jóvenes congoleses hacia el sur del país en busca de cobalto. Una pequeña parte del cobalto extraído se emplea en los teléfonos inteligentes y el resto del metal se usa para fabricar automóviles eléctricos.

Alrededor de 60% de las reservas de cobalto mundial yacen en el Congo, dispersas en el cinturón de cobre que llega hasta Zambia. El gobierno concesionó vastos territorios a empresas mineras, perjudicando la libre actividad minera de los habitantes. Los congoleses excavan condicionados a vender su producto a los concesionarios, por un día de trabajo obtienen en promedio 7 dólares.

Muchos habitantes optan por robar cobalto de las minas industriales. Glencore, magnate de commodities, señala que en sus minas cerca de 2 000 personas extraen metales de manera ilícita. En las minas de China Molybdenum 10 000 personas roban por las noches. Mientras en algunas minas los guardias caza a los ladrones con perros, en otras, son quienes encubren el atraco a cambio de repartirse el botín, el cual puede ascender a 150 dólares por persona. La sustancia robada se vende a comerciantes chinos.

En 2018, el mercado de automóviles eléctricos se inundó, las empresas demoraron en nuevos diseños y se devaluó el cobalto. La pandemia contrajo la peor depreciación del cobre en los últimos 3 años y aumentó un tercio el precio del cobalto. Mientras tanto, Tesla pretende sustituir el cobalto en sus automóviles, para no dañar su reputación.

Los niños suelen emplearse para extraer cobalto de minas rudimentarias, donde los túneles muchas veces colapsan y mueren. Aunque las automotrices obtienen el cobalto de minas industriales; en las fundiciones chinas suele mezclarse el metal. Ello obstaculiza el rastreo de su origen.

Global Witness señala que el tesoro congoleño perdió 750 millones de dólares en sobornos entre 2013 y 2015. La élite política lucra con la empresa estatal Gécamines. ENRC, enfrentó acusaciones de corrupción y una investigación de la Oficina de Fraudes Graves de Reino Unido. Dan Gertler, multimillonario israelí y amigo del expresidente congolés Joseph Kabila, está bajo sanciones estadounidenses.

Mientras las empresas acumulan millones, los niños congoleses son encarcelados en condiciones infames. La prisión de Kolwezi está ocupada por hombres sorprendidos en el robo a minas. La miseria y la opulencia conviven diariamente en Kolwezi. En el centro hay casinos chinos y hoteles de lujo; al margen, asentamientos improvisados, polvorientos y precarios.