Crisis civilizatoria: antesala al colapso

Cita: 

Reyes Flores, Pedro [2020], "Crisis civilizatoria: antesala al colapso", América Latina en movimiento, (550): 8-11, Quito, Alai.

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Octubre, 2020
Tema: 
La crisis civilizatoria que enfrenta la humanidad ante el cambio climático y el agotamiento de modelo energético basado en los combustibles fósiles
Idea principal: 

Pedro A. Reyes Flores es miembro fundador del Grupo de Estudios Transdisciplinarios sobre Energía y Crisis Civilizatoria (GETECC) y actualmente doctorante en Ciencias de la sostenibilidad en la Universidad Nacional Autónoma de México.


Energía y civilización

La energía ha marcado el ritmo de la vida social a través de los milenios. Sobre todo, la disponibilidad y manipulación de la energía ha garantizado la mejora de las condiciones para las sociedades.

La historia ha demostrado que con el paso de los años, las sociedades, sus ideas, culturas, tecnologías y organizaciones sociopolíticas han evolucionado; con ello, se ha modificado la demanda energético-material.

El discurso civilizatorio ha estado presente en términos expansivos y "civilización" se ha usado como sinónimo de "crecimiento": del consumo, conocimiento, económico, de la conectividad, explotación, etc.

El metabolismo social son flujos energético-materiales que la sociedad obtiene de su entorno para poder crecer. No obstante, hay un punto en el cual el entorno ya no es capaz de regenerar los recursos ni de procesar los desechos; es decir, se rebasa su biocapacidad y se ocasiona un déficit energético que, si no se atiende a tiempo, puede terminar en un catabolismo o lo que es lo mismo, “un proceso de autodegradación o autoconsumo”.

Estamos presenciando una vertiginosa crisis civilizatoria

Las alteraciones a la dinámica de expansión-crecimiento ocasionan una crisis civilizatoria que, al ser fallas y desajustes sistémicos ponen en riesgo el metabolismo social.

A lo largo de la historia se han registrado varias crisis civilizatorias que han terminado por destruir estructuras sociopolíticas que parecían indestructibles. Lo mismo ocurre con la civilización capitalista, que se ve amenazada y limitada, impidiendo su crecimiento y expansión.

Además de haber superado la biocapacidad del planeta, los ecosistemas también han sufrido modificaciones. Algunos científicos consideran que la humanidad ha rebasado cuatro “límites planetarios”: la biosfera, los flujos biogeoquímicos, el sistema terrestre y el cambio climático, que en conjunto conforman el “espacio operativo seguro” para la humanidad.

En otras palabras, la Desestabilización del Sistema-Tierra (DST) ocasiona fallas (económicas, geopolíticas, culturales, alimentarias o energéticas) que terminan provocando Desestabilizaciones del Sistema-Humano (DSH) y que pueden desencadenar en un colapso.

Fallas sistémicas retroalimentadas

La civilización termo-industrial es abiertamente dependiente del petróleo ya que esta sustancia se amolda perfectamente a las necesidades del sistema capitalista. También es cierto que sin petróleo no habría globalización y, por lo tanto, las sociedades no serían tal como las conocemos hoy en día.

Desde el pico del petróleo en 2006, la producción de petróleo convencional no ha registrado crecimientos, por lo que se considera que se ha dejado atrás la era del petróleo barato y con ello, la era del crecimiento. No obstante, esta “falla energética” es determinante porque sin petróleo, el sistema alimentario y económico también presentarán fallas paulatinamente.

Las dinámicas capitalistas transforman de manera acelerada la energía y la materia en bienes y servicios. Al ser la sustancia más importante del mundo globalizado, el petróleo debe encontrarse disponible, accesible y debe ser de calidad.

Como ya se había mencionado, la producción de petróleo convencional no aumenta desde 2006, causando un estancamiento de las economías. Sin embargo, la situación empeora con la pandemia por COVID-19, pues es probable que los niveles de consumo de petróleo no vuelvan a ser los mismos de antes de la crisis sanitaria.

Por lo tanto, una transición energética en donde la desconexión y desintegración caótica global se desarrolle, puede ser el escenario más probable.

La industria alimentaria depende por completo del petróleo: la maquinaria que se utiliza, los pesticidas, herbicidas y fertilizantes, los medios de producción, distribución y empaque.

Mientras que en el sector geocultural, el liberalismo centralista pierde cada vez más legitimidad pues la estabilidad político-ideológica que caracterizaba al sistema-mundo moderno se encuentra amenazada por el fascismo, el supremacismo blanco, los fundamentalismos religiosos y los populismos nacionalistas que están retomando sus antiguos lugares en la política internacional.

Los problemas con el petróleo han ocasionado que la hegemonía estadounidense sea cada vez más inestable, ya que la competencia con otros países como China, India, Rusia y Turquía por el acceso a las reservas de petróleo convencional en zonas geoestratégicas (Medio Oriente, África y Asia Central) se ha intensificado.

No es un secreto que la escasez del petróleo se ha agudizado. Ante esta situación, las medidas que las potencias capitalistas adoptarán serán “más violentas, extractivistas e imperialistas para garantizar su flujo”.

¿Antesala al colapso?

En el capitalismo, la humanidad ha desarrollado una expansión importante gracias al óptimo manejo y control de la energía fósil que ha beneficiado de manera inimaginable a las sociedades.

No obstante, el progreso no se ha alcanzado de manera equitativa; por el contrario, el autor considera que “ninguna civilización fue tan destructiva, tecnocéntrica, individualista, materialista, superficial, egoísta, ecocida y cínica frente a la desigualdad y a la injusticia sistémica como la nuestra”. Ello deja ver que “el proceso civilizatorio se encuentra sobrepasado por sus propias contradicciones y aspiraciones de progreso infinito” y que sólo refleja la crisis en la relación entre Hombre y naturaleza (Antropoceno), pero también la crisis del capitalismo (Capitaloceno).

Es importante mencionar que la acelerada expansión capitalista fue posible gracias a que existían las condiciones, la energía y los materiales necesarios que aseguraron el desarrollo socio-metabólico. Fue un error considerar que éstos serían infinitos. La crisis civilizatoria actual nos orilla a repensar las formas de producción y consumo. De no ser así, el colapso es el único y dramático escenario que se avecina.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Cuando el capitalismo encontró mejores medios y prácticas para la acumulación incesante de capital, todos los rincones fueron invadidos con el discurso de la modernidad y el desarrollo. Uno de los motores del capitalismo es el ejercicio permanente del despojo sobre la naturaleza, los cuerpos y sus formas de vida. También hemos atestiguado que el capitalismo es un sistema global que no sólo se expande geográficamente, sino también productivamente.

Si bien la humanidad ha creado una dependencia hacia la energía fósil, es importante repensar, modificar y crear alternativas de producción y consumo pues de continuar con la forma que hasta ahora se ha llevado a cabo no parece esperarnos un escenario alentador.