La empresa familiar y las familias empresariales en México: una propuesta teórica

Cita: 

Almaraz, Araceli [2018],“La empresa familiar y las familias empresariales en México: una propuesta teórica”, Araceli Almaraz y Luis Ramirez (coordinadores), Familias empresariales en México, Tijuana, El Colegio de la Frontera Norte, pp. 57-95, https://www.researchgate.net/profile/Araceli-Almaraz/publication/3277641...

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2018
Tema: 
Análisis de las empresas familiares en México dentro de las instituciones y la sociedad
Idea principal: 

Araceli Almaraz es doctora en Ciencias Sociales con especialidad en Historia Social por el CIESAS-Occidente. Asimismo, es Profesora-investigadora del Colegio del Frontera Norte desde 1997. Sus principales temas de investigación son sistemas productivos, estudios empresariales y estudios de frontera México-Estados Unidos.


Araceli Almaraz hace un estudio sobre la familia empresarial en México que se refiere a un grupo de parentesco de más de dos generaciones cuyos miembros organizan sociedades mercantiles y donde la sucesión resulta crucial para la supervivencia de las familias y de las compañías. Con base en esto, la autora plantea dimensiones de análisis que impulsan el acceso a esta categoría. Éstas son la económico-institucional y la socio-parental.

Es importante mencionar en este punto que, dentro de las familias empresariales persisten enlaces empresariales a partir de sociedades mercantiles reconocidas de manera jurídica por su registro público. Ambas dimensiones son esenciales, debido a los enlaces que marcan la estructura familiar y por las relaciones parentales que simbolizan un dispositivo social para crear y establecer una continuación en los negocios familiares que han persistido de manera histórica.

“La familia empresarial se encuentra representada por la sucesión de lazos mercantiles y la acumulación de capitales a través de empresas que puedan o no estar articuladas entre sí, las cuales no necesariamente prevalecen en el tiempo”, (Almaraz, 2018). Esta cuestión permite resaltar que, un tejido productivo local no necesariamente indica un tejido empresarial o un grupo de familias empresariales. A este respecto, el profesor investigador Mario Cerutti señala que, las familias empresariales y el tejido empresarial son elementos viables para entender la perdurabilidad de un tejido productivo que surge como un “concepto-guía”.

Éste incluye a su vez diversas cuestiones, la primera sería “las interrelaciones que mantienen propietarios", productores y compañías prolongadamente ubicadas en un mismo ámbito regional. En cuanto a la segunda, Cerutti señala a los multiplicadores que se dividen por el sistema productivo y que comprenden tanto productores de materias primas e insumos como servicios, créditos, transformación, distribución e instituciones. Un tercer elemento son las externalidades que se originan de la proximidad, conocimiento y colaboración entre los actores involucrados. El cuatro son los enlaces económicos, organizacionales y de confianza fundados entre los agentes locales, con sus bifurcaciones.

En ese sentido, Araceli Almaraz resalta la relevancia de la continuación histórica de las relaciones familiares y mercantiles, pues esto implica sucesiones exitosas tanto en el ámbito mercantil como en el ámbito generacional. Hablando de panoramas específicos, los análisis evidencian un amplio espectro de articulaciones políticas, administrativas y también gerenciales. Así pues, Almaraz busca mostrar la necesidad de nuevas maneras para recrear la historia social de la actividad empresarial, tomando en cuenta a la familia como componente de estructuración, lo cual no puede lograrse desde un punto de vista económico.

De esta forma, en la primera parte del texto, Almaraz indica la importancia de la Historia Económica Tradicional y la Antropología Económica a partir de la mitad del siglo XX en la implementación de la familia al análisis de las firmas y señala algunos asuntos que permiten el estudio de diversos tipos de compañías familiares desde la sociología tradicional. En la segunda parte, se habla de los progresos que han expuesto los estudios sobre empresarios en México, indicando las barreras de la comprensión del desarrollo empresarial a partir de una noción total que incluya aspectos sociales y empresariales.

En la tercera parte, la autora añade al debate la importancia de la categoría de familia empresarial en la que se añaden elementos sociales y organizacionales. Por tanto, cabe destacar que, el seguimiento histórico de las compañías y de las familias protege ciertas zonas y delimita sus alcances en el ámbito gerencial, pero también de innovación y desarrollo productivo.

Por otro lado, se remarca el importante papel de las redes sociales de los empresarios, especialmente familiares con el fin de “discutir la construcción social de la empresarialidad y de los tejidos empresariales”, (Almaraz, 2018). Así pues, el elemento principal en la creación de redes empresariales de base familiar y del seguimiento de las familias empresariales es la “transición generacional”. En este camino, el rol de cada miembro, añadiendo el de las mujeres, se convierte en la base que hace que las compañías pongan atención al ambiente, así como a las transformaciones tecnológicas y al aprendizaje.

Una base para el estudio de familias y empresas

Con base en el método inductivo y el análisis de caso, se crearon estudios de empresas. Dentro del cuadro de la Historia Económica Tradicional a partir de la corriente alemana a fines del siglo XIX y hasta los estudios anglosajones de inicios del siglo XX, el análisis de las grandes compañías se convirtió en el principal objeto de estudio para los historiadores económicos. Esto resultó en varias aportaciones al estudio de los big business.

Entre éstas, destacan los trabajos de los siguientes autores. En primer lugar, se encuentra Ralph W. Hidy, un profesor de historia y Muriel E. Hidy, un profesor de administración de negocios en las universidades de Nueva York y Harvard. Aunque, antes de ellos, el historiador estadounidense Alfred Chandler ya había contribuido a estos temas empresariales en 1952 con su tesis doctoral acerca de más de cien compañías ferroviarias estadounidense por medio de un método comparativo. Posteriormente a esto, Chandler desplegó una gran cantidad de aportaciones teóricas sobre la organización empresarial, la estructura de las compañías, la estrategia de los negocios y el desarrollo gerencial. Gracias a esto fue uno de los académicos estadounidenses más prestigiosos en la historia de los negocios y la economía.

No obstante, en la década de 1960, la Historia Económica tuvo que afrontar dos grandes desafíos, uno de naturaleza metodológica y otra epistemológica. Esto implicaba resolver las barreras descriptivas de los estudios de caso y repensar en hipótesis teóricas que pudieran estudiar a cualquier clase de empresas. Esta labor metodológica tenía que guiarse por un cuerpo teórico nuevo. Aquí, cabe mencionar que los progresos que tuvo la disciplina fueron la presencia del empresario como elemento de análisis por su capacidad de influencia en la economía, así como sus capacidades de innovar, plantear transformaciones tecnológicas y su actitud hacia el peligro. Por su parte, Pedro Fraile, considera que la Nueva Economía Institucional igualmente tuvo influencia en la Historia Económica, guiando el análisis hacia los cabildeos empresariales y burguesías. Asimismo, en este periodo se desarrolló el estudio de los monopolios y de empresas públicas.

Sin embargo, el progreso de la disciplina en América Latina se extendió en menor escala. Desde la segunda mitad del siglo XX, especialmente en países como México, los estudios afines con el mundo empresarial enfatizaron el arribo de grupos de empresarios y el emprendimiento local de extranjeros. En éstos realmente no se mencionó con mucha frecuencia la transformación tecnológica, el empresario innovador o el progreso hacia una empresa moderna, como lo hicieron los historiadores de negocios en Estados Unidos. Así pues, los estudios sobre empresarios en el México durante la década de 1970 se centraron en la antropología.

Aunado a esto, tomando en cuenta a la Antropología Económica entre 1950 y 1960 “se buscó el rescate de la interrelación de los aspectos sociales con los económicos, la forma en que el empresario se coloca como sujeto de análisis”, (Almaraz, 2018). En ese sentido, el antropólogo Melville J. Herskovits recupera la relevancia de las relaciones sociales en los sistemas de determinación de recursos y en repartición de mercancías para señalar que el hecho de economizar envolvía formas de organización social y cultural. Éstas últimas indicaban el modo en que los sujetos elegían una mercancía y vislumbraban el sentido de escasez de los recursos disponibles socialmente.

Por su parte, Barth Fredrik, consideró que no era adecuado ver a las actividades empresariales desde una noción que no tenía componentes sociales. Él mencionó que el empresario tenía que observarse desde los roles que se establecen en las comunidades y a partir de la investigación de espacios primaros de relación como “variables interdependientes de las actividades empresariales”. De acuerdo con Barth, la conducta del empresario estaba guiada a través de la maximización de beneficios, por su tendencia al peligro y al razonamiento deductivo. Sin embargo, cuando se habla de estructuras sociales, éstas determinan el actuar del empresario y puede llegar a tomar “decisiones no racionales”.

Volviendo a la tradición antropológica sobre la que se centraron los estudios mexicanos para analizar a las empresas, se dejaron de lado los aspectos económicos. A partir del final de la década de 1970, hubo publicaciones sobre empresarios y algunas cuestiones antropológicas como el rol de la familia y de la construcción de redes sociales por conjuntos empresariales de extranjeros. Pero, éstas se enfocaban en las características étnicas de los grupos y en su nivel de adaptación a la nueva realidad mexicana. Luego, en la década de 1980, hubo varios trabajos a este respecto como los de Leticia Gamboa y Carmen Collado que vislumbraban el rol de las familias desde la perspectiva histórica, el de Von Mentz que explico cuál era el papel de los empresarios alemanes en México y el de Lomnitz y Pérez Lizaur que versaron sobre la continuidad empresarial de una familia de orígenes europeos en México.

Con relación a los trabajos antropológicos que se han producido en los últimos años sobre empresarios y familias, el más representativo es el de Luis Alfonso Ramírez acerca de libaneses en Yucatán. Asimismo, Gladys Lizama, Sergio Valerio y Maricela Gonzáles desarrollaron trabajos a partir de la Historia Social. Comparablemente a esto, en la década de 1980, los estudios sobre empresarios versaron sobre una noción estructuralista remarcando la relación del empresariado mexicano con el Estado. Cabe mencionar que a finales del siglo XX se añadieron al análisis las burguesías regionales. No obstante, ya en “las últimas décadas uno de los campos más desarrollados ha sido el estudio de los grandes grupos económicos y los estudios empresariales desde la perspectiva regional”, (Almaraz, 2018).

Sobre esta línea analítica dirigida desde la década de 1980 a la actualidad, hay tres cuestiones importantes a resaltar dentro del marco de los debates tradicionales anglosajones acerca de la historia de los negocios. Éstos son la familia, el territorio y la empresa. En ese sentido, para exponer la primera parte del argumento, Almaraz asegura que en las economías emergentes como la mexicana, colombiana, peruana, argentina o brasileña el seguimiento empresarial está determinado por dos procesos. El primero es la llegada de grupos empresariales extranjeros, que no siempre responden a una lógica de inversión extranjera directa, y la continuidad empresarial de base familiar.

En el ámbito de la familia en la compañía, hay diferencias en las acciones mercantiles, ya que los empresarios operan con limitaciones sociales y eso les permite ver las áreas de oportunidad. Igualmente, los grupos empresariales ven de forma distinta la suma del capital, las capacidades y los derechos sociales, así como los activos del mercado, las medidas vigentes y la tecnología disponible. Por esta razón, los elementos instrumentales morales y sociales se adjudican de manera restrictiva o favorable por los grupos empresariales. Por su parte, la existencia de grupos empresariales migrantes y las nuevas familias traen como consecuencia nuevos modelos de empresa familiar, una distinta a la que se desarrolló en la industria moderna, pues las empresas familiares de migrantes del siglo XX nacieron con un modelo más moderno.

A este respecto, la empresa familiar que se ve como agotada no ha sido analizada del todo. En la actualidad deben distinguirse grupos que han adquirido valor territorial y se diferencian por la continuidad histórica al crear nuevos grupos generacionales de empresarios. Esto formando un modelo de familia empresarial. “Su peso puede incluso analizarse a partir de su influencia en diversos sectores de las economías locales y externas”, (Almaraz, 2018).

De esta forma, la autora tiene la intención de demostrar que la composición histórica y la sucesión generacional en familias de empresarios suponen un mapeo de organización social y empresarial propios de territorios determinados. Conviene subrayar que, las empresas familiares tienen la capacidad de crecer y diversificarse percibiendo una continuidad histórica que les facilite perfilarse como familias empresariales, debido a que los miembros de varias generaciones conservan una noción empresarial y una constitución de sociedades mercantiles, teniendo como base relaciones sociales para contribuir al desarrollo mercantil.

Sobre este marco de referencia, las relaciones de parentesco como la filiación, el matrimonio y la residencia se vuelven elementos centrales para el análisis de familias empresariales. Así pues, con base en el punto de vista de la etnóloga francesa Martine Segalen, las averiguaciones acerca del parentesco se pueden recapitular en la discusión de cuatro aspectos, el nombramiento, la residencia, la transmisión y las maneras de casamiento.

“Tales cuestiones revelan el funcionamiento de la familia, de su reproducción y de los sistemas de matrimonio y de los sistemas de herencia”, (Almaraz, 2018). Entonces, al estudiar las empresas familiares y la continuidad histórica se toman en cuenta los contratos, pero no la relación existente entre las transformaciones generacionales, las uniones matrimoniales y el sitio donde se asientan las compañías.

Por otro lado, los investigadores Alfred Chandler y James Coartada puntualizan que, en Estados Unidos entre los años 1880 y 1920, las corporaciones familiares fueron las principales organizaciones colectivas, pese a su organización informal y su falta de reglamentación, puesto que éstas solo contenían dos o tres miembros. Empero, éstos eran negocios fabriles que abrían los horizontes del aprendizaje de los trabajadores que formaban parte de la familia, es decir, hijos, sobrinos, hermanos, cuñados, primos, tíos, etc. La clase de empresa de propietario único lideraba las actividades de la compañía y los miembros de una familia eran aprendices de tareas, al mismo tiempo que ejes del trabajo en el establecimiento.

Ahora bien, a partir de los procesos de especialización productiva y las nuevas formas de administración, Chandler señala que la familia deja de verse como una vía para la impartición de conocimiento, por las nuevas jerarquías organizacionales y las divisiones en el trabajo. No obstante, un elemento que conviene debatir es la especialización y la diversificación en las economías emergentes, en las que los negocios familiares no siempre resultan un camino opuesto a las compañías modernas y donde los grandes negocios no logran representar completamente el desarrollo económico.

Un segundo argumento a considerar dentro de este análisis es que la composición familiar permite el aprendizaje y el emprendimiento de nuevos negocios. Éstos no se dirigen a la especialización ni pertenecen a la empresa matriz en todos los casos. “Se trata de emprendimientos de miembros de familias y generaciones de familias cuyas trayectorias pueden ser dispersas o compactas, con base en patriarcados, matriarcados o un modelo mixto”, (Almaraz, 2018). Esto se sustenta con diversas variantes en el siglo XX en las economías emergentes de América Latina. Empero, para las economías como la estadounidense, los modelos de organización de las compañías de fines del siglo XIX a principios del siglo XX, requirieron de un rol diferente por parte de las familias, en el que la especialización productiva y los métodos de aprendizaje ya no dependían de ellas.

En este punto, la investigación de Susan Muntean hace hincapié en los estudios teóricos y empíricos sobre empresas en las que el aspecto familiar es esencial. La autora se centra en los pequeños negocios familiares, mientras que en Europa es donde se estudian las características y el comportamiento de las familias y los negocios con más frecuencia, a pesar de que esto sea visto desde una noción organizacional y no de continuidad histórica.

En cuanto al caso de América Latina, las transformaciones en las relaciones productivas se han basado en una dinámica diferencial de la etapa colonial hasta la actualidad mientras que la organización de sociedades es más sólida. Así pues, las sociedades mercantiles mexicanas a principios del siglo XX eran anónimas y de nombres colectivos. Tales sociedades se trataban de personalidades reconocidas jurídicamente por registros públicos de la propiedad que indican la presencia de la compañía moderna y la inscripción de una forma organizacional única, pero de diferencias regionales.

En México, la implementación de capitales externos tras el periodo Colonial y el papel del Estado como emprendedor de ámbitos estratégicos incitó a la aparición de trayectorias empresariales híbridas. Es importante indicar que sólo algunas compañías transformaron su esbozo fabril pequeño a uno de clase moderna. De igual manera, a inicios del siglo XX, gran parte de los negocios familiares no aplicó nuevas formas administrativas. Esto se llevó a cabo algunas años más tarde por el peso que tenían las economías rurales en gran parte del país hasta la década de 1960.

Por consiguiente, el desarrollo corporativo y las innovaciones en el país mexicano han tenido un lento progreso y se han adecuado a las circunstancias de ámbitos locales. Es por eso que, en las empresas que se desenvuelven en concentraciones urbanas mayores es más relevante la posición del propietario de la compañía o del empresario patriarca. Aunque, paralelamente a eso, se incluyen al análisis aspectos sociales y familiares que benefician a la continuidad empresarial.

Con base en esto, la autora Derossi hace un estudio sobre la diversidad de empresarios en México desde el siglo XIX hasta la década de 1980. En él, ella menciona que las raíces de las actividades empresariales en México eran diversas. Sobre este tema, Larisa Lomnitz y Marisol Pérez muestran el posicionamiento comercial y técnico de las familias empresariales, él cual se dio por medio de las redes sociales implementadas por los miembros de las generaciones que contribuyeron a la actividad empresarial de la compañía.

Ejemplos como estos pueden examinarse a través de estudios de élites nacionales y de burguesías regionales. “Pues, la década de 1980 en México abrió la perspectiva regional en combinación con la historia económica y con ello, el estudio de los empresarios”, (Almaraz, 2018). Así, trabajos de esta naturaleza impulsaron nuevos objetos de investigación, especialmente aquellos relacionados con la familia y la empresa.

En ese sentido, temas como continuidad y nuevas generaciones de empresarios y compañías que participan en el desarrollo económico de América Latina resultan atractivos para grupos de especialistas, centros de investigación y diversas universidades. La idea de éstos es crear un debate sobre la familia como elemento central en los procesos de innovación y desarrollo de los negocios familiares dentro de economías emergentes. Tales asuntos seguidos de la constitución de nuevos negocios familiares en generaciones dirigidas a la actividad empresarial. Éstos para comprender la continuidad de capitales y la urgencia de nuevos grupos cuyo fundamento de organización son los dispositivos gerenciales, técnicos y familiares.

En el supuesto de considerar a la confianza, motivación, estructura organizacional y gobernanza, el comportamiento no mercantil y la ejecución de negocios como elementos esenciales en los negocios familiares, entonces las familias de empresarios y empresas familiares serían una combinación de recursos sociales, gerenciales y técnicos que formen un sistema de supervivencia inigualable. Éste les permite subsistir a través del tiempo por medio de la creación de empresas, la especialización productiva o la innovación de negocios, así como la venta de negocios para el seguimiento de capitales familiares.

Cabe resaltar que, la formación de sociedades modernas y la elaboración de consejos de administración no deja fuera a miembros de familias ni destruye los valores morales de la jerarquía familiar. “Los nuevos esquemas de administración de negocios difieren de vislumbrar un proceso de desarrollo empresarial y de modernización de empresa familiar hacia la desaparición de la familia dentro de la empresa moderna”, (Almaraz, 2018).

Por otro lado, de acuerdo con Chandler y Coartada el papel de las estructuras sociales en la organización de los negocios proyecta cambios diferenciales. La noción de la evolución de la economía hace que se tomen en cuenta ciertos aspectos sobre la supervivencia y el desarrollo empresarial y elemento histórico de las transformaciones de la compañía. No obstante, esto limita el estudio combinado de caminos de los recorridos organizacionales, empresariales y familiares. A partir del ámbito social se aplican cuestiones morales que delimitan la base familiar de las compañías, la razón de su desaparición y prevalencia de las que perduran.

Ahora bien, haciendo hincapié en la Historia Económica y la Historia Empresarial se descarta a las sucesiones generacionales que deberán examinarse de forma convergente con la continuidad de los negocios, al igual que con una flexibilidad tecnológica e internacionalización. Estos aspectos deben entrar dentro del análisis de la empresa familiar y deben tomarse en cuenta en los encadenamientos globales, de los datos tecnológicos, la competencia basada en conocimiento y de incertidumbre política.

Igualmente, es relevante el análisis específico de la posesión de negocios. Previamente a esto, se ha planteado una taxonomía de negocios familiares establecidos en sociedades anónimas y sociedades colectivas. Así pues, para la autora Susan Clark Muntean pueden resaltarse dos dimensiones en la propiedad de los negocios.

Cuando se trata de negocios familiares, la participación de los miembros puede ser cerrada o dispersa y la otra dimensión sería la ausencia de familia. Este marco metodológico tiene como objetivo situar los casos, después determinar si el rol de la familia ha sido un activo en el diseño de las estrategias de negocios, y finalmente averiguar cómo la familia siguió generación tras generación en los negocios familiares, valga la reduncia, hasta consumar un linaje empresarial y familiar. Esto para explicar los cambios tanto en los negocios como en la familia. Sobre esta línea, Araceli Almaraz busca progresar en dos frentes, en el análisis de los grandes negocios familiares y en el de los grupos empresariales a nivel regional, entendiendo cómo prevalecen, cómo se internacionalizan, cómo compiten y cómo operan los dispositivos sociales con el fin de tener continuidad histórica.

Entonces, conviene puntualizar que, “la heterogeneidad de trayectorias empresariales en México, y el peso de las grandes y pequeñas empresas familiares es una realidad, pero lo importante aquí son los patrones de adaptación”, (Almaraz, 2018). Los cambios generacionales y el acoplamiento impulsan la propuesta de una clase analítica de familia empresarial. Por tanto, el punto heurístico se establece por la incorporación del proceso generacional familiar en la compañía por medio de dos transiciones, la evidencia y continuidad de los apellidos y el registro de actividad empresarial a través de nuevos negocios en cada transformación. Así, las posiciones de los miembros de la familia son cuestiones a sistematizar para poder comprender la naturaleza histórico-social de las familias en los caminos de los negocios y en la creación de redes empresariales en distintos niveles.

Por consiguiente, los aspectos socio-familiares y gerenciales hacen que los empresarios y sus familias contesten a medios institucionales, mercantiles y tecnológicos. En ese sentido, la existencia de los elementos: familiar, gerencial, mercantil y técnico es esencial para la adaptación y persistencia de las familias empresariales. Un ejemplo de esto puede verse con estudios recientes acerca de compañías españolas que indican cómo las empresas de base familiar se reacomodan y perduran mediante cambios generacionales.

Así pues, la categoría de familia empresarial implica procesos “resultantes”. Ésta describe distintos procesos de adaptación de grupos empresariales relacionados entre sí y con otros, en donde prevalece el conocimiento por medio de generaciones de compañías y familias. En ese sentido, algunas investigaciones acerca de compañías familiares se refieren a una cadena de información sobre familias fundadoras, traspasos de firmas, montos de capital facturado y enlaces intergeneracionales que alcanzan los negocios. Sin embargo, es pertinente reconocer los antecedentes familiares y empresariales antes de comprender los procesos de adaptación, internacionalización y competitividad.

Volviendo al caso de la empresa familiar española, el profesro Josep Tapies marca las diferencias entre empresas familiares y no familiares. Esto, dando conceptos para el estudio de los senderos empresariales a grandes rasgos, pero restringe el análisis de la continuidad y el cambio generacional al de las unidades de negocios. Con esto puede decirse que el marco historiográfico de la aplicación de la categoría familiar es extenso y parte de las mismas bases de interés que las investigaciones de big business. Es importante que, por medio de las familias empresariales, se vislumbren los cambios en la organización y el gobierno empresarial y la propia continuidad de los negocios. Dichos asuntos tienen que profundizarse y debatirse por medio de la internacionalización de capitales, la especialización y el desarrollo tecnológico.

Pero, cabe puntualizar que el rigor metodológico no debe excluir los elementos estructurales de la familia en los negocios. Esto, debido a que la estructura jurídica y familiar se representa en la constitución de la sociedad, en la distribución de la empresa. De esa forma, el estudio de la adaptación y el aparecimiento de las familias empresariales facilita el surgimiento de datos, prácticas y sucesiones gerenciales y empresariales. Y los cambios generacionales en la familia también muestran cómo cambia la empresa. Con base en este argumento, pueden estudiarse los peligros de la adopción y adaptación tecnológica, de la internacionalización de productos, de la posición de los mercados, de las transformaciones de las compañías a través del tiempo y de las maneras de evolución o formas de subsistencia.

Familia empresarial: adaptación histórica y transición generacional

Otro punto que considera Almaraz es que la familia empresarial retiene el punto de los cambios, de la historia de las empresas y de las familias como dos asuntos que se esquematizan en la organización socioeconómica y en la acumulación de capitales. Del mismo modo, es relevante destacar que, la organización de las compañías familiares y su continuidad solo puede verse desde una óptica que incluya el rol de los miembros de una familia en la empresa familiar, valga la redundancia, y donde ésta haya pasado por dos transiciones generacionales.

Por lo que se refiere a la transformación generacional en la compañía, deben mencionarse los cambios gerenciales de primer nivel y la durabilidad o extensión de los productos en los mercados, pues éstos hablan de generaciones de productos y no precisamente de la dirección de la compañía. De tal forma, las firmas familiares representan un modelo de empresarialidad que descansa en la organización familiar y también en la gerencial.

Asimismo, el seguimiento de los negocios familiares normalmente está vinculado con la participación y propuesta de los miembros de la generación inicial y de las generaciones posteriores. Así, en cada agrupamiento familiar, después del grupo fundador, se constituyen nuevas empresas que no siempre están articuladas de forma productiva. Es por eso que, los cambios generacionales dentro de los negocios familiares pueden forjar varios modelos de familias empresariales.

Sin embargo, partiendo del posicionamiento de las compañías familiares en la actualidad en países de la región latinoamericana debe establecerse un desarrollo analítico más sólido. El balance de ciertos modelos de familias empresariales entre diversos continentes vislumbra la imbricación de las estructuras sociales y económicas a partir de la creación de negocios, por lo cual es posible que se amplíen los niveles del capitalismo comercial y gerencial en escenarios geográficos e históricos. A este respecto, Victor Zheng plantea tres sistemas en el análisis de los negocios familiares de raíz china. Estos son el sistema cultural, el sistema familiar y el sistema de negocios. Para el autor cada uno de estos puntos cuenta con sus propias reglas, pero hay una interacción entre ellos. Almaraz en ese punto muestra una propuesta teórico-analítica sobre el estudio de la familia empresarial poniendo como supuesto el resultado histórico de la configuración de modelos organizados sociales y de negocios.

Partiendo de esta idea, puede ponerse el ejemplo de México diciendo que en dicho país se sugieren zonas económicas con una gran presencia de corporaciones con estructuras tradicionales hasta la década de 1940, pero otros autores señalan la existencia de sociedades empresariales modernas desde su nacimiento, como es el caso de Baja California donde las empresas modernas surgieron desde la primera década del siglo XX. Tal cuestión resulta relevante para la presentación de esquemas de organización productiva al igual que de la mecanización de procesos manuales. Aunque, contrariamente a lo que sucedía en otras regiones del país, las actividades agrícolas se desarrollaban en espacios rurales que no sufrieron una transformación radical de negocios tradicionales porque éstos no existían. Sin embargo, al norte de México esto es distinto en cuanto a lo productivo y a lo empresarial.

“El estudio de familias empresariales en dichos contextos es medular no sólo para entender el tránsito de unidades económicas tradicionales a unidades de rasgos modernos, sino para ampliar el análisis sobre las capacidades competitivas de las regiones, de sus empresas y de sus grupos empresariales”, (Almaraz, 2018). Igualmente, los contrastes entre países industrializados y no industrializados, el aprendizaje empresarial y no empresarial es una cuestión de particularidades locales que no depende únicamente de dinámicas estructurales de los Estados-Nación, el mercado y los datos tecnológicos.

De esta manera, el análisis de la compañía familiar y de las familias empresariales impulsa formas particulares de comprender e incitar la empresarialidad. Con los dos términos, las redes sociales de los empresarios conducen al aprendizaje y la ejecución de convenios productivos, administrativos y financieros que tienen que examinarse como un todo. Al reconocer la imbricación de estructuras sociales y económicas, la autora piensa que las relaciones de la familia se encuentran dentro del aprendizaje que está intermediado por las interacciones sociales de estas relaciones. Es decir, el capital relacional de la familia resulta un punto esencial para las empresas familiares y también para la continuidad generacional.

Así pues, a nivel formal pueden tomarse en cuenta dos clases de sociedades mercantiles que conllevan al funcionamiento mercantil por medio de arreglos sociales. Éstas son las “sociedades en comandita simple” y las “sociedades en nombre colectivo. La primera indica la confianza entre dos actores que son el comanditario y el comanditado. Éstos se conocen y se apoyan para empezar un negocio de manera formal, defendiendo los puntos de vista de cada uno en la compañía, sin llegar a un consejo empresarial. La segunda consiste en una organización entre dos o más socios que tienen las mismas responsabilidades, ya que han adquirido el mismo nombre empresarial y han contribuido con el mismo monto de capital. Generalmente, estos negocios incluyen a familiares que le dan el nombre a la sociedad con el apellido nuclear o los apellidos de los emparentados.

Por otra parte, las sociedades anónimas son organizaciones en las que existen relaciones sociales o familiares que hacen las veces de mediadores de la operación del negocio. En otras palabras, implican “estructuras contractuales” en las que los socios trabajan por medio de un consejo de administración que delimita el rol de cada miembro. Estas relaciones sociales que participan en la organización mercantil de sociedades anónimas pueden ser familiares o no familiares.

En este punto, Almaraz pretende dar luz a los diversos medios que adquieren las sociedades donde hay intervención explícita por parte de los miembros de alguna o varias de las familias de ciertas generaciones. Cabe mencionar en esta línea que, las sociedades anónimas de raíces familiares son contratos mercantiles y parentales que tienen que estudiarse desde ambas estructuras. Y la empresarialidad entra en el análisis debido a que se basa en una mezcla de acuerdos sociales y mercantiles en los que las posibilidades de construir nuevas compañías y la adaptación del medio mercantil y tecnológico no dependen únicamente de la estructura gerencial o del espacio económico del país del que se esté hablando.

Por tanto, a extensión regional o multinacional de las compañías de estructura familiar no depende de ciertas políticas de Estado. Pero, lo que sí se podría asegurar sería que las relaciones sociales se combinan con la estructura de los cuerpos directivos y que esto subsiste a través del tiempo, transformando las prácticas familiares en dirección empresarial en símbolos. Por esta razón, la durabilidad es un desafío que traspasa la compañía y se representa en la idea de transición generacional.

El caso de México y América Latina puede verse que, la empresarialidad ha tenido un progreso sobre la base de esquemas híbridos en los negocios, en los cuales coexisten o coevolucionan sociedades anónimas por acciones que se mueven desde consejos de administración o representaciones corporativas, pero con un dispositivo de valores y estructuras familiares, así que se tratan de redes empresariales híbridas. “Los distintos modelos de familias y empresas que son moldeadas sobre todo por empresas nativas indican distintas vías de continuidad”, (Almaraz, 2018).

Así pues, es relevante hacer una comparación de los enlaces familiares en las compañías de esta naturaleza y las transformaciones en el camino histórico de los grupos familiares, hablando de cambios y maduración de las familias empresariales. Las consecuencias de tal proceso de análisis ponen a la categoría de familia empresarial en cierto nivel y responden a la comprensión de los escenarios latinoamericanos en los desarrollos capitalistas.

De esta forma, hacer una distinción espacial de las familias empresariales resulta un modo más claro de conocimiento. El caso empresarial mexicano se refiere a familia empresarial del siglo XIX. Y en el último caso se diferencian grupos articulados de manera binacional, los conglomerados mixtos y los de familias empresariales que han trabajado junto con el Estado. La forma de dirigir tal análisis es por medio del listado de las 500 empresas más relevantes de México, publicado anualmente por el Grupo Editorial Expansión. A través de éste es posible situar a grupos de proyección internacional y a la existencia de redes sectoriales y la ascendencia familiar.

El lugar donde se encuentran las familiares empresariales supone el primer escalón que indica el papel que juegan los miembros de una familia por medio de generaciones, la continuidad de negocios por medio de esquemas de internacionalización y las maneras de ajuste al medio global. La distribución familiar puede estudiarse a partir de tres conglomerados de piezas centrales en una compañía, uno es el dueño o la estructura gerencial y otro la estructura de consejos de administración. Conviene subrayar que, el estudio de los organigramas y de los consejos de administración está relacionado con la estructura familiar. Asimismo, ésta valora el rol de las mujeres sin importar si son accionistas, directivas o administradoras del prestigio social y las descendencias.

En la segunda parte del estudio y para comprobar la existencia de familias empresariales, se propone la reconstrucción de linajes empresariales. Este trabajo es relevante, ya que no hay compañías “pioneras” de base familiar, es por eso que a los autores les parece relevante saber cuáles son los antecedentes familiares y empresariales. Aunque, igualmente se debe mencionar que no todos los negocios de las distintas generaciones son empresas familiares. Por ejemplo, en una investigación reciente se mencionó que algunos empresarios al noreste de México han logrado fortalecer familias empresariales de más de tres generaciones, pero ninguno de ellos comenzó el camino empresarial, entrando en sociedades mercantiles como accionista principal. Tal descubrimiento deshace el argumento de que sólo la empresa familiar posibilita la configuración de familias empresariales.

Entonces, la unidad de análisis resulta ser la estructura socio-familiar gerencial. En los análisis sobre el caso mexicano acerca de compañías o grupos empresariales a partir de la perspectiva regional se desvanece el rol de la familia frente a la composición sectorial o productiva. Por ejemplo, Vega y Alba hacen un análisis regional sobre la heterogeneidad de las corporaciones en Guadalajara, mencionando un asunto de conformación histórica de los empresarios y de la influencia generacional y los enlaces productivos de naturaleza familiar. Sin embargo, en la continuidad de los miembros de las familias, el estudio tiene un énfasis general.

Tomando por caso al país español, en este medio de análisis salen a la luz algunos estudios sobre las redes productivas y familiares. Un ejemplo es el trabajo de Rodrigo Alharilla que muestra la relevancia de los enlaces personales en la composición de redes empresariales en España. Para él, la idea de una red empresarial no implica relaciones productivas que hay entre grupos de empresas o industrias, sino las personales que se crean a través de los promotores de los negocios. Desde un estudio de compañía, este autor rehace la red transnacional de proveedores y los vínculos de parentesco que pasaron por varias generaciones la organización de negocios de la familia a partir de la mitad del siglo XIX. La investigación otorga datos y algunos medios para examinar el comienzo y continuidad de grupos empresariales de tipo familiar.

El análisis se fundamenta en la observación de los vínculos familiares a lo largo de dos generaciones en la reproducción de los valores de la empresa obtenidos por las familias fundadoras. El autor indica que en los tejidos empresariales se combinan redes sociales de clase familiar, encadenamientos de compañías de una misma familia y relaciones sociales entre empresarios de una familia con proveedores. Conviene subrayar que, la red de empresas familiares no muestra encadenamientos productivos en cada ocasión.

Por su parte, otros autores como Gregorio Núñez indican que las relaciones sociales de los empresarios reconocen a una manera organizativa difusa, motivo por el cual son menos analizadas. Sin embargo, el entendimiento de tales acuerdos es esencial para notar las maneras de asociación y persistencia empresarial. De forma metodológica, Núñez plantea sobrepasar el análisis formal de las compañías (como unidades productivas) para enfocarse en un estudio de redes empresariales basadas en formas organizativas flexibles y no formales.

Esta noción es pertinente al tomar en cuenta las formas sociales con las del mercado y la información tecnológica. Contrariamente a esto, las aportaciones de Lomnitz y Pérez de McDonogh subrayan un análisis acerca de la familia, las coyunturas económicas y a las relaciones sociales que envuelven al mundo empresarial, pero excluyen los aspectos tecnológicos y de acoplamiento al ambiente competitivo.

En suma, es importante resaltar que las investigaciones acerca de perspectivas regionales, sectoriales o de redes sociales evidencian las prácticas de los empresarios a partir de sistemas separados. Sin embargo, las estructuras familiares repercuten en las estimulaciones que provienen del sistema de mercado. Tales motivaciones una vez que se materializan en el sistema empresarial y organizacional de los negocios, reconocen estructuras sociales y familiares. Así pues, las acciones de empresarios se tratan de sitios de convivencia que representan dispositivos de socialización en ámbitos primarios que pueden ser influyentes en la toma de decisiones contractuales y mercantiles.

Éstas son limitaciones de clase moral que dan forma a las compañías familiares y son capaces de sostener un seguimiento que impulse a las familias de negocios y a negocios familiares de generación en generación. Por consiguiente, los grupos empresariales y larga duración normalmente poseen bases sociales determinantes. Esto se refiere a modelos de desarrollo de familias empresariales.

En este sentido, pueden hallar grupos de negocios familiares y compañías con estructuras familiares y exigencias de ambientes económicos de los países de origen y práctica. Este planteamiento teórico acerca de la aplicación de las estructuras sociales y mercantiles se resume en la clase de familia empresarial que simboliza las barreras morales para el desarrollo empresarial.

A este respecto, el estudio de la red de compañías familiares y el camino de los negocios de tal red es el medio analítico que se concentra en la restauración de linajes empresariales, o que se condensa en la restructuración de génesis empresarial por medio de generaciones familiares y de negocios. Aunado a esto, una organización empresarial o negocios independientes relacionados con una red familiar igualmente parece relevante para Almaraz, ya que puede funcionar de modelo que se difiera de la organización familiar vertical. “La idea de familia empresarial denota lazos parentales desde la transferencia de diferentes tipos de capitales en las redes a lo largo del tiempo”, (Almaraz, 2018).

Tal cuestión puede verse en investigaciones como la del autor japonés Hidemasa Morikawa, en las que las redes de negocios familiares analizadas fueron grupos de firmas diversificados en posesión de familias extendidas y donde los negocios podrían ser independientes o no. Así, el modelo japonés nombrado zaibutsu forma parte de un modelo analítico de familia empresarial, ya que no solo ve a los grandes negocios de base familiar como objeto de estudio.

De forma metodológica, la configuración de un grupo empresarial familiar y del modelo zaibatsu, envuelve la escala local y las bases de maduración. De ese modo, la diferencia entre la propuesta de Almaraz y la de Morikawa radica en la importancia que el segundo da a la organización multidivisional lograda por los zaibatus japoneses que dan luz a los estudios históricos de conglomerados liderados por familias previamente a la Segunda Guerra Mundial.

Por su parte, el análisis de la constitución de familias empresariales está relacionado con la composición de redes familiares y negocios en el tiempo, al rol de los miembros que las componen y a las distribuciones sociales y de mercado que sostienen la continuidad, lo cual trae como resultado negocios de distinto grosor y familias con estructuras diferentes. Con respecto a los medios de conformación-consolidación, el autor plantea la propuesta de tres clases de estructura para el análisis. Éstas son, “familias empresariales de larga duración, con tres generaciones, familias empresariales emergentes, de una o dos generaciones y negocios o empresas de base familiar, es decir, células de familias empresariales”, (Almaraz, 2018).

Tomando esto como punto de referencia, las variables de control en un análisis de familias empresariales se componen en primer nivel de empresas familiares nucleares, extendidas o compuestas, en segundo nivel de modelos de negocios prevalecientes en cada negocio, empresa o unidad y en tercer nivel las generaciones familiares y de negocios. Cabe mencionar que, este estudio requiere de precisión e implica elementos sobre los modelos y organización y las clases de tejido empresarial.

¿Son las familias empresariales tejidos empresariales?

Ahora bien, la categoría de familia empresarial se encuentra ligada a redes parentales de empresarios en distintas generaciones de familias. Aquí, Almaraz se pregunta si las familias empresariales son iguales a tejidos o entramados empresariales. Para responder a la interrogante, la autora destaca que las compañías en redes familiares no siempre están dentro de un mismo sector, aunque en el caso de los zaibatsus japoneses de finales del siglo XIX y principios del siglo XX es más común. Por una parte, conviene destacar que, los entramados corporativos son una articulación de negocios por medio de cadenas de distribución o mercantiles. Por otra parte, la visión cronológica de los enlaces en las familias empresariales involucra el estudio de las transformaciones en los ámbitos social, mercantil y tecnológico para la conformación de negocios de base familiar.

En el aspecto social es importante resaltar la formación social de los empresarios y la oposición con la información añadida de compañías, fertilidad empresarial y disposiciones tecnológicas, lo cual facilita el reconocimiento de coyunturas favorables para las familias empresariales. “La correspondencia entre tejidos productivos y tejidos empresariales denota el empuje empresarial de una región y su capacidad para la diversificación e integración, pero lo relevante a destacar son los fundamentos para entender las bases familiares de la empresarialidad”, (Almaraz, 2018).

En ese tenor, el material acerca de las sociedades mercantiles resulta esencial para lograr fijar cuál es la clase de redes empresariales que sobresalen en un ambiente económico especifico. Pero, como existe una gran probabilidad de que los archivos generales de la compañía no tengan la información completa, es necesario hacer uno del Registro Público de la Propiedad y el Comercio (RPPC) o documentos de notarías. Dichas bases pueden integrarse con otras fuentes, como los directorios de la compañía o de las cámaras locales y los informes locales o estatales de la actividad empresarial.

Por lo que se refiere a los datos de los tejidos productivos, éstos suelen adquirirse de matices insumo-producto. Algunas aproximaciones generales se obtienen de los censos económicos. Aunque si bien, un bosquejo de los encadenamientos productivos funciona para contrastar las actividades empresariales y no para comprender el entramado, los tejidos productivos funcionan para entender a los tejidos empresariales y sus alcances. De hecho, el entramado empresarial se deriva del análisis sincrónico y está ligado a la cantidad de empresarios locales y las redes de distribución y compra, pero no muestran la existencia de las familias empresariales. Por lo que, la cantidad de socios, origen y capital social otorgado, al igual que la estructura de los consejos de administración son variables que logran definir la organización empresarial, pero no la evolución ni las transformaciones generacionales. La reconstrucción es compleja y necesita de una continuidad puntual de archivos de compañía y registros públicos.

A este respecto la autora menciona que las empresas familiares pueden analizarse a partir de tres tipos. En primer lugar, se encuentran las sociedades mercantiles en las que 100% de los socios forman parte de una familia nuclear y se componen de una pareja de cónyuges más o sin hijos no casados o por un jefe de familia más los hijos solteros. En segundo lugar, están las compañías familiares de clase extendida en las que los socios pertenecen a una o más familias nucleares y algún otro pariente de segundo o tercer orden. En tercer lugar, se encuentran las sociedades mercantiles de familias extendidas con una o más familias nucleares y socios que no son parientes.

Si se pone por ejemplo al caso de los zaibatsus japoneses, la primera clase de empresa familiar sería la base y donde el autor reconocería una etapa de gestación de dos décadas. Contrariamente a esto, para las diversas zonas del país mexicano pueden existir diversos modelos empresariales originales que envuelvan a los tres tipos de empresa familiar o a la mezcla de más de uno de éstos. Igualmente, el estudio de los consejos administrativos podría determinar la estructura de las redes mercantiles y sociales. Tal información luego podría ser comprobada por medio de entrevistas. Los cambios en los puestos de los consejos impulsan la continuidad.

Sin embargo, de acuerdo con Almaraz, el hecho de reconocer los procesos de continuidad empresarial resulta difícil cuando la pauta no la marcan las empresas originales. Por ejemplo, en México las sociedades fundadoras no suelen mantenerse por la misma cantidad de generaciones familiares. Las generaciones de socios siembran la dirección de la organización en los entramados empresariales, debido a que cada una difiere de sus antecesoras por la disposición de capitales. De esta forma, los sucesores obtienen rasgos propios acerca de la exposición de peligro y conservan relaciones sociales diferentes a las de sus progenitores.

Entonces, algunas veces, el interés de extender la acumulación impulsa la venta de empresas fundadoras o la innovación y creación de empresas. Estas posibilidades dependen de la perspectiva de perdurabilidad de los negocios y de los enlaces familiares de cada generación. Cabe mencionar que, en algunos sistemas regionales en México se ha observado que la influencia de la familia en la prosperidad de las redes empresariales es esencial mediante la diversificación.

Por tanto, los cambios generaciones y su efecto en la empresarialidad pueden verse en la trayectoria de una familia empresarial cuando pasan por lo menos dos generaciones. Aunque su nitidez no puede verse a partir de un estudio gerencial ni desde análisis añadidos de unidades económicas. El análisis de cadenas productivas normalmente no toma en cuenta ámbitos sociales de la configuración empresarial. Pero, si se reconocen redes empresariales en estudios de caso de base territorial es probable que se reconfiguren trayectorias. Los linajes empresariales resultan el medio para estudiar los modelos de evolución de una familia empresarial y para dirigir el plano de conformación histórica.

Con base en esto, la intención de Almaraz es estudiar el origen, la ampliación-internacionalización y la perdurabilidad de este tipo de empresas. La información registrada de manera pública facilita la aproximación a los tipos de cooperación empresarial desde la constitución de los estudios hasta el reconocimiento de conglomerados empresariales compactos o extendidos. Cuando se logre identificar la existencia y duración de los grupos empresariales en largos lapsos de tiempo, se deberán diferenciar las clases de liderazgo y sus transformaciones con el fin de ligarlos a procesos de organización gerencial y al esparcimiento a gran escala originada de los cambios organizacionales o tecnológicos.

Y en algunas ocasiones este cambio puede impulsar la internacionalización de forma directa. “Los tipos de familia y las trayectorias en permanente actividad por parte de los miembros de nuevas generaciones permitirán la comprensión de las características de la empresarialidad y la perdurabilidad en contextos históricos específicos”, (Almaraz, 2018).

Conviene tener en cuenta si los empresarios en su camino personal o profesional imitan características de la estructura familiar y viceversa. Para lograr hacer este análisis, los casos de familias empresariales que se presentan en el texto trazan esquemas de colaboración, solidaridad y reciprocidad que se muestran en diversas proporciones en las diversas redes. De esta manera, las prácticas de los empresarios y sus redes están relacionadas con maneras de ver el peligro, de posicionarse en los ámbitos mercantil y financiero y de operar frente a eventos políticos.

Así pues, los modelos de continuidad empresarial implican una clase específica de empresarialidad la cual marca la pauta para que los investigadores dentro de su análisis pretendan desconfigurar el poder que se crea al interior de las redes sociales de los empresarios y la forma en que obtiene trascendencia histórica. Entonces, si se estudian familias empresariales y sus entramados podrá ser más fácil comprender cual es la durabilidad el dinamismo y la adaptación, el exclusivismo y la diversificación, así como las bases de dependencia productiva.

En suma, los entramados empresariales pueden tener como piedra angular empresas familiares o familias empresariales. Ambas apuntan a flujos de conocimiento, confianza y reciprocidad, donde la figura familiar es esencial para el desarrollo y la perdurabilidad de los negocios. Así, “la ausencia de familias empresariales denota una forma específica de asumir la organización capitalista mercantil y gerencial sin arraigo local”, (Almaraz, 2018).

Consideraciones finales

Finalmente, la autora concluye diciendo que hay procesos que determinan continuidad de capitales y negocios, en los cuales las familias componen uno de los puntos de articulación gerencial y mercantil. En dichas cuestiones, los recorridos de empresas y empresarios deben ser repensadas a partir de categorías como familia empresarial, con el objetivo de comprender la influencia de las estructuras parentales y su aplicación con las estructuras generales. El seguimiento de capitales y la durabilidad de redes empresariales mediante generaciones familiares son modelos estructurales diversos y de diferentes clases de compañías familiares que deben ser analizas a partir de escenarios específicos y aproximaciones comparadas.

La continuidad de las familias y de redes empresariales mediante generaciones familiares se tratan de figuras de adaptación y organización corporativa y son modelos de empresarialidad territorial. Empero, cabe puntualizar que, no todas las compañías familiares se convierten en familias empresariales. La sociedad mercantil entre partes de una familia no implica la trascendencia histórica. Pues, ésta depende de medios institucionales, procesos de adaptación y el tipo de series sociales y productivas.

Con esto, la autora pretende vislumbra una propuesta analítica acerca de las familias empresariales que incita a la consideración de periodos generacionales que conllevan a nuevos emprendimientos por medio del análisis de redes mercantiles y redes parentales. “La historia de las familias y sus empresas permite así enfocar el proceso de consolidación de las actividades empresariales a lo largo de dos y más generaciones, donde las dinámicas familiares y empresariales se complementan”, (Almaraz, 2018). Finalmente, en la familia empresarial las reglas y valores familiares funcionan como dispositivos para la continuidad de los negocios, la concesión de conocimiento y la adaptación a nuevos ambientes de competencia, cruzando por lo menos tres fases. Éstas son el origen, la expansión y la perdurabilidad.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto hace hincapié en el tema de las élites y empresarios, resaltando el rol que juegan las corporaciones transnacionales en el capitalismo contemporáneo que se trata de la composición y acción de las élites y las diferentes instancias de organización de empresarios, poniendo por caso a las compañías o negocios familiares. Esto, enfatizando que ciertas actividades estratégicas ejecutadas por medio de tecnologías de punta, principales energéticos, alimentos y minerales esenciales o actividades medidoras ayudan al desempeño de las empresas líderes, los actores esenciales del capitalismo contemporáneo. Finalmente, el texto subraya el papel del gran capital en la economía mexicana, pues se hace un análisis sobre la evolución y el desempeño de las empresas que actúan en el país, así como en asuntos como inversión, actividades y empleos y relaciones con autoridades e instancias de la sociedad civil.