Una revisión de las teorías de la empresa para el análisis de las grandes empresas industriales en México y en América Latina

Cita: 

Garrido, Celso [2000], “Una revisión de las teorías de la empresa para el análisis de las grandes empresas industriales en México y en América Latina”, Jorge Basave Kunhardt (coordinador), Empresas mexicanas ante la globalización, Ciudad de México, UNAM-Instituto de Investigaciones Económicas, pp. 85-117, http://ru.iiec.unam.mx/1439/1/EmpresasMexAnteGlobal.pdf

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2000
Tema: 
Las diferentes teorías de la empresa
Idea principal: 

Celso Garrido Noguera es maestro en Economía del sector público por el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) y profesor titular de tiempo completo en el Departamento de economía de la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Azcapotzalco.


Desde la década de 1980 la gran empresa industrial privada (GEI), tanto en México, como en América Latina, ha atravesado por diferentes etapas donde se ha transformado con la ayuda de las diferentes políticas implementadas e impulsadas por los gobiernos en turno de la región. Antes estas empresas eran de propiedad familiar y estaban enfocadas en el mercado interno, apoyadas con grandes contribuciones de fondos públicos, que terminaron por ayudar a su rentabilidad. De esta manera es como lograron alcanzar los grandes tamaños de las corporaciones industriales modernas. El propósito de este estudio es el de considerar las principales propuestas teóricas sobre las empresas y así determinar los términos generales del enfoque con el cuál se formuló el estudio sobre las Grandes Empresas Industriales (GEI) en México. Las reformas implementadas desde la década de 1980 se basaban en la teoría económica neoclásica; por ello, el autor inicia su revisión de las teorías de la empresa con la teoría neoclásica.

Existen “fallas de mercado” que desacreditan a la teoría ortodoxa tradicional, sin embargo, también que es posible para las empresas operar sobre estas fallas para así restablecer la operación de la empresa dentro de la teoría del modelo del equilibrio general. Diferentes teorizaciones como la de los derechos de propiedad y la del agente-principal abren nuevos caminos al análisis sobre la empresa, pero al mismo tiempo se enfrentan o a una limitación de la conceptualización de la empresa para así mantenerse dentro de los límites del modelo de equilibrio general neoclásico o a una nueva conceptualización que los sacaría de este modelo de análisis, estas son críticas dentro de la misma teoría neoclásica. También se han desarrollado otras teorías sobre la empresa más “heterodoxas” que no siguen al marco del modelo neoclásico del equilibrio general. Algunas funcionan de alguna manera fuera de este marco y otras van totalmente en contra de este. Dentro de estas están algunas como la del costo de transacciones en la versión Coase-Williamson, el capitalismo de directores de Chandler, la teoría evolucionista y la teoría de la “nueva competencia”.

El análisis de las teorías evaluadas por Garrido se basa en cuatro temas. Primero, qué concepción se tiene sobre la empresa, la competencia y su interrelación con la economía. Segundo, cómo se analiza en dichas teorías el tamaño de las empresas, en su relación con la eficiencia y con la articulación entre empresas. Tercero, lo que se relaciona con la estructura interna, gobierno corporativo, estrategia y desempeño de las empresas. Y cuarto, el cambio de las empresas experimentado por sus interacciones con la transformación de sus respectivos sectores e industrias, así como con la implementación de las diferentes políticas gubernamentales.

Las teorías neoclásicas de la empresa, "fallas de mercado" y la empresa como una "secuencia de contratos"

Las políticas económicas en las que se basaron las reformas en Latinoamérica, desarrolladas principalmente por centros académicos en Estados Unidos y por el Banco Mundial, son interpretaciones ortodoxas de las teorías neoclásicas del equilibrio general en condiciones de competencia perfecta. La variable central en las economías de mercado serían los precios relativos reales, formados en esta competencia perfecta y en las condiciones de equilibrio general simultáneo en todos los mercados. Se establece que la formación de dichos precios resuelve la asignación de recursos, así como la determinación del producto, el ingreso y el empleo que mejor relacionan las demandas de los consumidores con respecto a las dotaciones de recursos y tecnologías disponibles en la sociedad. Dentro de esta teoría, las empresas son consideradas entidades sin poder de mercado, con plena información y determinadas por los precios relativos reales.

Para Alfred Marshall la particularidad de la empresa resulta de que es una función de producción que combina insumos y producto de manera eficiente para así maximizar la rentabilidad, operando con precios formados a partir de costos de producción. La acción de las empresas dentro del marco del equilibrio general requiere apegarse a los dos teoremas del equilibrio de Pareto. Primero, que la asignación de bienes por otros medios que no sean el mercado no aumente el bienestar de todos los consumidores más de lo que lo hace el mercado; segundo, para que haya asignación óptima también deben existir rendimientos decrecientes a escala.

El primer problema que confrontó esta teoría heredada de Marshall es cómo establecer una relación entre los precios relativos estáticos determinados en el modelo del equilibrio general, y una teorización de la empresa que reconociera el hecho de que las empresas deben innovar para así producir costos decrecientes y rendimientos crecientes.

Aparte de este dilema, hay otros relevantes. El entorno económico es en lo que en esta teoría se plantea como el “mercado”, que estrictamente es una simplificación del conjunto de mercados existentes en la economía; además, se asume que están en equilibrio perfecto, simultáneo y estático a partir del sistema de precios relativos reales. La teoría neoclásica reduce el entorno institucional del Estado y las reglas de operación que este genera a las condiciones de seguridad y propiedad necesarias para que operen estos mercados.

Por otra parte, cuando se busca analizar el comportamiento de un mercado específico se crea otro dilema, ya que se recurre al equilibrio parcial, que asume la condición de ceteris paribus, así como que el bien producido en este mercado es homogéneo y no hay producción en conjunto. De esta manera, se resta importancia a los niveles mesoeconómicos (industria, actividad) para la estructura, estrategia y las relaciones de cooperación y competencia entre las empresas. La definición de la empresa como una función de producción técnica y el supuesto de que los agentes tienen perfecta información deja fuera del análisis la consideración dentro de la empresa de los determinantes organizacionales e institucionales para la competencia entre las empresas. Esta teoría tampoco toma en cuenta los cambios de las empresas y la dinámica económica debido a esta opacidad sobre la empresa, así como también de que el modelo opera de manera estática. En conclusión, el análisis de la ortodoxia neoclásica tradicional sobre la que se sustentan las estrategias de reforma neoliberal no aporta una teoría de la empresa que aborde la problemática concreta de las grandes empresas privadas en Latinoamérica.

Muchos autores neoclásicos después desarrollaron sus contribuciones para superar estas limitaciones mostradas por la teoría de la empresa. Para ello, "debían explicar las determinantes de las relaciones entre los individuos de la organización con una solución de equilibrio consistente con los principios de mercado y la maximización de beneficios dentro del marco del equilibrio general" (p. 92). La teoría de la empresa con base en los costos de transacción fue elaborada por Coase, donde afirma que la economía capitalista es una economía de contratos, los de los precios de mercado y los de las relaciones de autoridad en la empresa, donde la empresa existe cuando el costo de administrar una transacción es menor dentro de la empresa que en el mercado. Sin embargo, Williamson y otros desacreditan a Coase. Williamson asume dos supuestos para su estudio de la empresa. El primero, la racionalidad limitada de los agentes económicos y el segundo, el oportunismo de los agentes económicos, sobre esta base construye su análisis de las transacciones a partir de la especificidad de los activos, la incertidumbre y la frecuencia con que se realizan. El grado de especifidad determina el tipo de contrato, por lo que a mayor especifidad existirá un contrato más fuerte. Una especifidad muy fuerte combinada con el oportunismo y los contratos incompletos llevan a procesos de integración vertical. Esto lleva a las consideraciones de Williamson acerca del tamaño y forma del gobierno corporativo en la empresa. Esta integración vertical estimulan los problemas de ineficiencia burocrática y el oportunismo debido a que los incentivos internos son menores a los del mercado. Sin embargo, los argumentos de Williamson también tienen limitaciones, esto debido a que introduce una ambigua relación entre la empresa como organización jerárquica y como función de producción técnica a la que asume como dato, lo que lo lleva a enfrentarse con el modelo de equilibrio general. Si se acepta la función de producción técnica como dato, la teoría de Williamson sólo debería solucionar los problemas de organización, lo que la dejaría como una variante dentro de la problemática del agente principal, que al igual que esta última, debería operar en los límites que le impone el sistema estático de precios relativos reales, pero se estaría eliminando la importancia de considerar los procesos y los contratos incompletos.

Por su parte, en relación con las "fallas de mercado", Joseph Stiglitz –autoproclamado representante del neokeynesianismo– propone que las limitaciones en la operación de los mercados provocadas por los problemas generados por la falta de información y los costos de transacción justifican la reintroducción del Estado como agente económico que se encargue activamente de la prosecución del equilibrio y buen funcionamiento de los mercados y empresas, para así pasar de la dualidad mercado-empresa propuesta por la interpretación neoclásica tradicional, a la relación estado-mercado-empresa.

Las diversas teorías neoclásicas presentadas no resuelven, sino que incrementan el dilema entre la concepción de la empresa y el modelo de equilibrio general. Lo hacen intentando proponer soluciones que aunque sofisticadas, son insuficientes, dado que los nuevos análisis ortodoxos no consiguen ahondar realmente en el estudio de la misma empresa como organización, dejando sin responder el por qué de que las empresas ofrezcan distintas respuestas a condiciones similares, por lo que dentro del campo neoclásico no hay soportes analíticos relevantes que sirvan para el estudio de las GEI.

Cuatro teorías "heterodoxas" para el análisis de la empresa

Las teorías heterodoxas que analizan la empresa han sido propuestas desde diferentes vertientes de pensamiento o en diferentes niveles de abstracción, lo que hace que no se puedan analizar de la misma manera que las teorías ortodoxas que recaen dentro del mismo modelo teórico. Todas las teorías heterodoxas tienen diferencias básicas con las teorías de la empresa desarrolladas en las versiones neoclásicas, donde la problemática de la organización está subordinada y condicionada a la asignación de recursos a través del mercado. Lo común entre estas diferentes teorías es que entienden a las empresas como organizaciones heterogéneas, cambiantes y complejas operadas por individuos con racionalidades limitadas, así como que estas empresas son factores centrales de dinamización económica a través de distintos procesos tecnológicos, organizacionales, culturales, etc. No obstante, estas teorías también mantienen diferencias esenciales en cuanto a la conceptualización de algunos aspectos principales como son el concebir a la empresa como una organización jerárquica o como una organización descentralizada; también difieren en cuanto al tema del poder en la empresa; finalmente, difieren en las diversas maneras de relacionar los niveles meso, micro y macroeconómico.

La teoría de la empresa con base en los costos de transacciones

Ronald Coase intentó responder la cuestión básica del por qué existen las empresas. De acuerdo con Coase, en la economía capitalista hay dos mecanismos de coordinación, los precios de mercado y las relaciones de autoridad al interior de la empresa. Asumiendo que la economía es una de contratos, cuando alguien quiere disponer de bienes en el futuro puede hacerlo mediante contratos en los mercados específicos o convirtiéndose en empresario y contratando trabajadores para dirigir la producción. Sin embargo, para formular esto, Coase acepta la existencia de incertidumbre en el futuro de los mercados, sacrificando así un supuesto del modelo de equilibrio general. La empresa lidia con esa incertidumbre mediante la contratación de empleados, de modo que la esencia de la empresa en esta teoría es la coordinación jerárquica del trabajo. La elección de coordinar la actividad económica, ya sea en los mercados o en la empresa, vendría de los costos relativos de administrar las transacciones en cada uno de ellos. Por tanto, en esta visión, la empresa existe cuando el costo de administrar una transacción es menor en la empresa que en el mercado, y una empresa aumentará de tamaño hasta que el costo de organizar una nueva unidad sea igual que el costo en el mercado o el de crear otra empresa. Sin embargo, esta teoría de Coase fue señalada de no conseguir ningún desarrollo relevante.

Dentro de la teoría de la empresa con base en los costos de transacciones, Williamson presenta dos argumentos principales, la racionalidad limitada como supuesto de los agentes económicos, de modo que estos realizan siempre contrataciones incompletas debido a los límites de información con los que operan, y que la conducta humana, y por ende la de los individuos de la empresa tiende hacia el oportunismo. Williamson, sin embargo, establece una ambigua relación entre la empresa como organización jerárquica y como función de producción técnica, lo que hace que su teoría enfrente un dilema con el modelo de equilibrio general. Si se aceptara la función de producción técnica como un dato constitutivo de la empresa, la teoría propuesta por Williamson sólo buscaría soluciones para los problemas de organización que sean consistentes con la empresa, dejándola como una variante dentro de la problemática del agente-principal que al igual que ésta debería operar en los límites establecidos el sistema estático de precios relativos reales, y con esto se descartaría lo importante de la consideración de los procesos y los contratos incompletos, ya que dicho análisis debe incluirse en el contexto de racionalidad e intertemporalidad, conceptos pertenecientes al modelo general. Asimismo, debido a que centra su análisis en las relaciones de intercambio, su capacidad para explicar procesos como el cambio tecnológico de las empresas es limitada. Por lo tanto, esta teoría no resuelve, sino que amplia el dilema empresa-mercado, ya que se desconecta con el sistema de precios relativos reales.

El "capitalismo de los directores"

Para el “capitalismo de directores” se toma en cuenta los argumentos de Chandler sobre la empresa moderna, particularmente dentro del sector industrial dirigida por directores profesionales, que, de acuerdo con este autor, representa el núcleo de la economía occidental contemporánea. Su objetivo es explicar los cambios de esta gran empresa industrial a partir de las decisiones sobre la producción y distribución que se toman en las empresas individuales, por lo que busca desarrollar una teoría de la evolución de la empresa como organización dinámica.

La evolución del mercado de modalidades tradicionales inglesas del siglo XIX, donde el mercado vía los precios coordinaba la concurrencia de empresas integradas verticalmente hacia el mercado donde la aplicación de nuevas tecnologías para reducir costos mediante el incremento en la producción llevó a la necesidad de expandir internacionalmente los mercados para que el consumo acompañara la dinámica de la producción. Este cambio volvió fundamental a las capacidades organizativas de la empresa (coordinar e integrar los recursos físicos y humanos para lograr competir en el mercado), para lo que se desarrolló una estructura jerárquica de dirigentes asalariados, que trabajan bajo el mando de directores profesionales que gestionan la empresa de una manera científica. De esa manera, se reemplazó poco a poco a los propietarios que habían fundado la empresa. Chandler reconoce a la moderna empresa industrial como una institución formada por diferentes unidades operativas, cada una de estas con recursos y personal propios, que, combinados, son coordinados y monitoreados bajo una jerarquía de directores medios y altos. Chandler también entiende a la empresa como una institución que busca especializarse en lo que es relevante para la competencia dentro del mercado.

La teoría evolucionista

En la teoría evolucionista, Schumpeter define al empresario como el creador de nuevas combinaciones en la producción, comercialización, fuentes oferta y organización, por lo que su principal función en la economía es introducir innovaciones. Schumpeter asume una posición teórica opuesta al análisis del equilibrio estático y a la concepción de la empresa marshalliana, debido a que en su análisis la innovación y el cambio constantes son rasgos inherentes a las economías de mercado. Para Schumpeter, la acción de los empresarios no está dirigida por los precios en los mercados sino por los desafíos de la obsolescencia, por lo que el factor que domina al capitalismo es la innovación, definida como el establecimiento de nuevas funciones de producción, lo que claramente contradice el enfoque marshalliano –que estudiaba las variaciones en el producto ante cambios en los insumos con una función de producción dada.

La teoría evolucionista pone en el centro de la economía al empresario y a la empresa, ya que son el agente y la fuente de nuevas ideas para la creación y el cambio de la estructura industrial respectivamente. La “empresa emprendedora” de Schumpeter se caracteriza por perseguir mejorías continuas en sus métodos, productos y procesos. Si la empresa operara en el contexto de competencia perfecta del modelo neoclásico o en el de querer mantener su posición de poder como lo hace la “empresa jerárquica” de Chandler estaría mal preparada para enfrentar las oportunidades y desafíos de la economía cambiante generados por la innovación. El desafío real de las empresas, según Schumpeter, es desarrollarse de una manera que les permita anticiparse a esos cambios. De acuerdo con autores evolucionistas como Winter, las formulaciones de Penrose complementan y amplían los límites de la de Schumpeter. Esta autora argumenta que la empresa es una unidad administrativa con limitaciones en su capacidad de acción, por lo que su crecimiento está determinado por los límites del equipo de trabajo que la forma.

En la teoría evolutiva, Winter propone realizar un estudio de los procesos de cambio partiendo de comportamientos económicos observables y no de modelos hipotéticos. En principio se asume que la empresa es una organización que sabe cómo funcionar, operando en relación con la rentabilidad como una métrica imperfecta pero importante que le brinda el mercado para así saber si lo que se produce y oferta es valorado en la sociedad. En esta teoría, la empresa evoluciona según un camino determinado por las capacidades acumuladas en ella, así como sus conocimientos que le permiten continuar evolucionando. La teoría evolucionista define a la empresa como un conjunto de capacidades tecnológicas diferenciadas, así como de activos específicos y rutinas, lo que en conjunto son la base que determina su competitividad individual.

Coriat ha hecho algunas críticas a esta teoría, enfocándose en dos temas principales. El primero se refiere a la minimización que hace la misma teoría de la naturaleza institucional de la empresa, mientras que el segundo señala en el evolucionismo la omisión de considerar la naturaleza social de la empresa y los conflictos que esto supone. Esto es determinante para comprender la propia dinámica de la empresa y sus interrelaciones con los ambientes de selección. Coriat define a la empresa como una pluralidad de agentes que operan a través de modelos de interacción determinados por sus límites cognoscitivos, pero omite la reflexión sobre el hecho de que las empresas son también instituciones, es decir, que son una coalición de grupos que se enfrentan y que cooperan en relaciones y según reglas que están socialmente determinadas independientemente del enfoque evolucionista. Coriat reconoce que la Escuela de la Regulación no tiene respuestas consistentes a estos planteamientos, y se limita a señalar que una investigación completa y coherente de la empresa queda como pendiente para esta escuela de pensamiento.

La "nueva competencia"

En la perspectiva de la “nueva competencia”, Best argumenta que hay cuatro dimensiones distintivas de este proceso en la actualidad. La primera es la modalidad de organización de la empresa moderna a la que llama “empresario colectivo”; se trata de una empresa opera de manera descentralizada, a la vez que aprende y difunde su aprendizaje, potenciando las cadenas de valor y rentabilidad. En segundo lugar, estas empresas realizan micro producciones insertas en cadenas productivas (globalización de las cadenas productivas), lo que posibilita la coordinación de las empresas mediante la cooperación. En tercer lugar, la competencia y cooperación entre las empresas de un sector económico pueden convertirse en un factor de desarrollo y competitividad a largo plazo. Por último, en cuarto lugar, esta competencia requiere de una política industrial activa que junte competencia y cooperación. En resumen, se trata de un sistema que produzca competitividad y distintas estructuras regulatorias compatibles con esta nueva competencia.

Elementos para un enfoque operativo en el análisis de las grandes empresas industriales en América Latina

Lo repasado sobre el estado de las teorías de la empresa deja claro que no hay un marco único al cual hacer referencia para abordar el estudio de las grandes empresas industriales en Latinoamérica. Las diferentes configuraciones entre instituciones e industrias van a determinar los diferentes escenarios en los que terminarán por interactuar las empresas tras su objetivo principal, que es mantener e incrementar su valor a largo plazo, así como también la rentabilidad y el poder de mercado.

Sin embargo, es necesario responder a las necesidades analíticas que se presentan sobre dichos estudios en Latinoamérica, por lo que se propone un enfoque operativo general para estos estudios. Este enfoque está basado en primer lugar con las concepciones sobre empresa, competencia y relaciones con el entorno; en segundo entran los relativos a tamaño y eficiencia; en tercer lugar está lo correspondiente a estrategia, estructuras y gobierno corporativo; por último, las vinculaciones entre el cambio interno de la empresa, en las industrias donde operan y en el nivel macroeconómico.

El valor de la empresa, su rentabilidad y su valor de mercado son el resultado de diversos factores y su combinaciones como determinantes tecnológicos, económicos, organizativos, financieros e institucionales. Estas conductas de los GEI están condicionadas por la información limitada de la que disponen, así como la diferencia de intereses y propósitos. La evolución y cambio de los GEI estará explicada por sus propias condiciones y circunstancias determinadas por los procesos que se desarrollan por la interrelación entre los cambios macroeconómicos y sectoriales a nivel nacional e internacional, con la misma evolución de las GEI y como estas responden a dicho proceso.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La política industrial en México y América Latina, basada en la teoría del modelo de equilibrio general que no tiene fundamentos sólidos que puedan explicar todos los comportamientos de las empresas, ha sido muy moderada en cuanto a su éxito, no existe un plan de acción claro en la teoría, dado que no representa la realidad de manera adecuada, por lo que confiar el desarrollo de las industrias y la economía a esta teoría es poco recomendado. Las grandes empresas industriales, así como las pequeñas y medianas empresas siguen operando en Latinoamérica sin una política industrial real que las apoye. El repaso de las otras teorías en este capítulo del libro, aun con otros enfoques y otras propuestas siguen siendo incompletas para aplicarse a lo que una política industrial necesitaría en esta región. Las diferentes situaciones de cada país en Latinoamérica hacen necesario que cada uno lleve su análisis y así poder administrar una política industrial que se adapte no sólo a sus necesidades sino también a la realidad económica, donde existen las fallas de mercado y el gobierno debe intervenir para arreglarlas.