Diana Nava es reportera en Expansión y cubre temas relacionados con economía y negocios.

En la actualidad, la Comisión federal de electricidad (CFE) se ha convertido en el nuevo eje rector de la política del sector energético, gracias al discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador y de Manuel Bartlett, director de CFE, quienes buscan regresar el poder a las empresas productivas del Estado.

A través de un constante ataque a la inversión privada y a la defensa de Pemex y la CFE, López Obrador ha borrado la visión de CFE como una empresa más del mercado eléctrico, imagen que logró la reforma energética de Enrique Peña Nieto. Junto a Bartlett, un político que en 2013 se opuso a la aprobación de esta reforma con el argumento de que esta respondía a los intereses de grandes empresas estadounidenses, López Obrador ha logrado implementar una política energética cuyo principio es que “el Estado debe regir sobre todas las actividades relacionadas con el mercado energético, por encima de los negocios privados y que involucran capital extranjero”. Política que, según el Instituto mexicano para la competitividad, es "de otra época, poco beneficiosa en el largo plazo y con potenciales problemas de generación de energía".

Desde que Bartlett fue nombrado director de CFE, se han realizado movimientos en el sector energético que tienen como objetivo recuperar el mercado que la CFE había perdido, limitar el paso a la inversión extranjera y a la generación eléctrica con recursos renovables.

Dictar políticas

Manuel Bartlett no conoce a fondo los elementos técnicos del sector energético. No obstante, esto no ha impedido que el director de CFE se haya convertido en uno de los principales participantes de la política energética gracias a su rigidez para negociar, a su defensa de la industria energética ante la privatización y a su estrecha relación con el presidente López Obrador.

Tras 30 meses de liderar la CFE, Bartlett ha cambiado las reglas del mercado eléctrico con ayuda de la Comisión reguladora de energía y del Centro nacional de control de energía (Cenace), dos organismos que en teoría deben regular el mercado pero que se han convertido en brazos de la estatal. En este sentido, la CFE pasó de ser una estatal con actividades en el mercado bien definidas a ser un arma política a través de la cual Bartlett ha comenzado a instruir política pública.

Prueba de lo anterior, se encuentra en el hecho de que durante los primeros seis meses de la 4T Bartlett envió peticiones para modificar las reglas de mercado a favor de la CFE. Además, se han encontrado acuerdos entre la estatal y el Cenace para favorecer las plantas eléctricas de la CFE. Estos, son sólo algunos de una serie de cambios que aún no han parado: el último del que se tiene registro es una propuesta para reformar la Ley de la industria eléctrica, con la que se busca aumentar el peso de las plantas de la CFE y dificultar su acceso a privados.

Finalmente, es necesario mencionar que la CFE, siguiendo el compromiso presidencial de no aumentar el precio de la electricidad, se ha convertido en un arma de López Obrador. Esto, ya que la administración federal y el gobierno de Tabasco acordaron la condonación de una deuda por 11 000 millones de pesos para que a los habitantes del estado se les cobren tarifas eléctricas más bajas. Asimismo, bajo la dirección de Bartlett, la CFE redujo la edad de jubilación de 60 a 55 años de edad o de 30 a 25 años de servicio, lo que representó un costo de 120 000 millones de pesos.

Por su parte, Manuel Bartlett ha declarado que la CFE se ha convertido en la empresa “más poderosa” de México.