La guerra de Azerbaiyán y Armenia (ver dato crucial 1), se caracterizó por el uso de drones llamados TB2 (ver dato crucial 2) proporcionados por Turquía y por Harops comprados a Israel. El combate de guerras en el suelo ha sido modificado con las nuevas tecnologías, donde el uso de drones permite recopilar información y ser transmitida a los comandos que se encuentran a cientos de kilómetros. Los satélites permiten a los comandos tácticos ver lo que los drones ven y señalar objetivos.

Este tipo de tecnología ha sido construida y desarrollada por décadas. Las grandes inversiones en estos conceptos le han permitido a los países tener la capacidad de observar e impactar una gran variedad de objetivos como nunca se ha visto en la historia del ser humano.

El concepto de contar con sensores y poder disparar a una gran variedad de objetivos, se remonta a los años de 1970. Cuando los teóricos militares de la Ex Unión Soviética describieron un sistema interconectado capaz de que un avión de combate pudiera canalizar datos sobre un objetivo al que no podría atacar, pero un misil de crucero liberado de un buque de guerra si podría.

El reconocimiento y la respuesta de ataque es en cuestión de segundos y existe un amplio rango de nuevas tecnologías muy rápidas: como los misiles hipersónicos, armamento a la velocidad de la luz, etc.

En los últimos 20 y 30 años, el concepto del tiempo en la guerra ha cambiado con el desarrollo de nuevas tecnologías. De igual forma, a medida que avanza la tecnología el armamento se vuelve más accesible, los drones TB2 cuentan con una gran lista de clientes.

El contar con drones permite reemplazar aviones, y contar con muchos de ellos te permite tener un sistema conectado para el señalamiento de más objetivos.

El desarrollo de sensores y sistemas interconectados que pueden ser usados en la industria armamentista es gracias al desarrollo y crecimiento de la industria de los teléfonos inteligentes, ya que estos han permitido incursionar una amplia variedad de sensores cada vez más pequeños, y acompañados recientemente con el uso de tecnología artificial.

Las tácticas militares requieren cambios para adaptarse al nuevo campo de batallas, donde ser visto es extremadamente peligroso. Si una unidad militar es vista, su información puede ser rastreada y atacada. Y otros creen que las tácticas militares tradicionales ya no serán de uso ante la fuerza de las nuevas tecnologías. Esteban Biddle de la Universidad de Columbia señala que ya en la primera guerra mundial, los estrategas aprendieron cómo evitar exponer sus fuerzas a la artillería moderna y al poder aéreo, hoy en días se necesitarán capacidades notables para eliminar las cadenas de sensores.