Del acaparamiento de tierras de cultivo al acaparamiento de suelos: la captura de carbono, un nuevo negocio
GRAIN [2022], Del acaparamiento de tierras de cultivo al acaparamiento de suelos: la captura de carbono, un nuevo negocio, GRAIN, 3 de marzo, https://grain.org/es/article/6811-del-acaparamiento-de-tierras-de-cultiv...
GRAIN es una pequeña organización internacional que trabaja apoyando a campesinos y a movimientos sociales en sus luchas por lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados comunitariamente.
Existe similitud entre la agricultura industrial y la minería, rendimientos altos requieren muchos nutrientes de la tierra, que son compensados con fertilizantes químicos. Asimismo, estos fertilizantes son fabricados mediante la extracción de minerales y combustibles fósiles. Las grandes corporaciones agroindustriales y los gobiernos han descartado opciones alternativas de agricultura que no erosionan los suelos. Se ha despojado sistemáticamente a los campesinos de sus tierras, desechando sus saberes y prácticas milenarias. También se ha marginado a investigadores que buscan formas de reducir el uso de fertilizantes y añadir biodiversidad. Todo esto con el fin de sembrar monocultivos que produzcan materias primas en grandes cantidades mediante la destrucción de los ecosistemas.
El principal resultado de esta situación es la pérdida de materia orgánica de los suelos (dato crucial 1), lo que reduce el rendimiento de los cultivos, contamina los acuíferos por infiltración de fertilizantes y libera carbono a la atmósfera. No obstante, las empresas que han sido responsables de la desertificación se están aprovechando de esta situación, creando iniciativas para restaurar el carbono en los suelos agrícolas. Yara, principal productora de fertilizantes del mundo, está formando alianzas que busquen “una nueva solución a nuestro desafío por el carbono, basada en el suelo”. Cargill, comercializador de materias primas, busca fomentar la “agricultura regenerativa”.
Como es de esperarse, la razón por la que las empresas y gobiernos estén interesados en el almacenamiento de carbono en los suelos es la potencialidad que tiene de convertirse en un mercado lucrativo. La lógica consiste en pagarles a otros para que retengan el carbono y así evitar hacer reducciones reales en sus emisiones por la quema de combustibles fósiles. En este sentido, eligen tierras agrícolas para realizar esta labor donde el carbono ya se agotó (dato crucial 2).
Sin embargo, para realmente retener el carbono en los suelos se requieren programas integrales de agroecología donde haya una redistribución de las tierras y sistemas comunitarios de alimentación. Los programas de retención de carbono solo son una campaña de greenwashing para que la producción de alimentos se siga concentrando en un pequeño grupo de empresas a través del acaparamiento de las tierras y del uso de plataformas digitales.
El ABC del cultivo de créditos de carbono
Un programa típico de carbono comienza con el registro del campesino en una plataforma corporativa, posteriormente debe comenzar a implementar prácticas agrícolas que supuestamente retienen el carbono: plantar coberturas vegetales, poca labranza de suelos, integración de árboles y/o utilización eficiente de fertilizantes. Los campos registrados son monitoreados por aviones y satélites, algunos programas solo utilizan verificación remota, otros requieren muestras de suelo. Al firmar un contrato, el agricultor se compromete a mantener el carbono en el suelo entre 5 y 25 años, según sea el caso.
El pago está en función de la cantidad calculada de carbono retenido y el precio en el mercado global de los créditos de carbono, este pago se reduce entre 20 y 25% por las posibles pérdidas futuras una vez que el programa termine o por sequías o incendios, aparte, la empresa cobra 25% de comisión. Por otro lado, el creciente número de programas se encuentran dirigidos por empresas transnacionales de la agroindustria y se ubican cerca de ellas, como en Estados Unidos, Brasil, Australia y Francia, donde se producen monocultivos de materias primas (dato crucial 3).
Pensamiento mágico
El problema más evidente de los programas de crédito de carbono es que se basan en las neutralizaciones. Sin embargo, no es posible que los suelos neutralicen de forma significativa todas las emisiones globales por la quema de combustibles fósiles, en todo caso, el mejor escenario sería que los suelos restauren el carbono perdido debido a la agricultura industrial. En este sentido, la retención no puede sustituir lo que significaría una reducción inmediata y drástica de las emisiones, dejando solo las estrictamente necesarias para nuestra sobrevivencia.
Otro problema, no menos relevante se refiere a la falta de permanencia, no existen garantías de que una vez terminado el contrato el carbono no sea liberado de nuevo a la atmósfera (dato crucial 4). Asimismo, es probable que los eventos del cambio climático liberen aún más carbono del suelo. Continuando con la lista de inconvenientes, existen dificultades respecto a cómo medir el carbono retenido, los análisis anuales de suelo y las visitas a campo son caras y en ocasiones prohibitivas (dato crucial 5). Por esta razón, las corporaciones se enfocan en sistemas de verificación remota utilizando satélites, aviones, modelos y registros históricos de los suelos. Sin embargo, estas herramientas suelen sobreestimar los niveles de carbono retenido, como fue el caso de fincas en Australia compradas por Microsoft. La inexactitud aumenta cuando no se trata de monocultivos, ya que no hay forma efectiva de medir los cambios de carbono en sistemas agroecológicos complejos y diversos. De hecho, los análisis de suelo también tienen sus asegunes, se encontró que con la labranza cero solo aumenta la cantidad de materia orgánica en la superficie, pero al tomar muestras más profundas no se observó un cambio significativo.
Otro problema se refiere a la “adicionalidad”, para que una finca pueda entrar a un programa se debe comprobar que el carbono que capta no habría sido captado de otra forma. Si previamente ya se realizaban prácticas de aumento de cobertura, no se podría determinar cuanta siembra adicional de cultivos se debe al programa (dato crucial 6). Finalmente, está el problema de las emisiones que genera la agroindustria, cosa que no consideran los programas. No se toman en cuenta los agroquímicos que se utilizan en las fincas, los combustibles que usan las maquinarias o las emisiones producidas por los sistemas de verificación remota.
Tomando en consideración todo lo anterior, no hay forma de que estos programas compensen todas las emisiones que generan las empresas que los impulsan. Empresas que contaminan enormemente siguen comprando créditos desmedidamente, mientras que algunos gobiernos buscan que estos programas formen parte de la agenda ambiental de sus naciones, como es el caso de Australia.
Acaparamiento global de suelos
Aparte de que la agroindustria limpia su imagen con estos programas, también pretende tener injerencia en cómo se eligen insumos y prácticas agrícolas mediante la imposición de plataformas digitales a los campesinos. Estas plataformas se encuentran comúnmente asociadas con grandes compañías tecnológicas como Microsoft o IBM, quienes curiosamente son los mayores compradores de créditos de carbono. De esta forma, las plataformas se vuelven un sistema integral de compra para créditos de carbono, semillas, pesticidas, fertilizantes y asesoría agronómica.
Por otro lado, las fincas no generan ganancias significativas a menos que sean de miles de hectáreas, en cuyo caso son propiedad de entidades multimillonarias ya que lo incorporan a su portafolios de inversiones “verdes”. Se les facilita aún más la tarea de adquirir fincas al por mayor ya que lo pueden hacer a través de las plataformas.
Soluciones bien fundamentadas
Las acciones por el clima deben estar enfocadas en reducir las emisiones globales, no neutralizarlas. Debido a que la producción de alimentos genera más de un tercio de esas emisiones, los programas para devolver el carbono al suelo son necesarios, así como la transición hacia una agricultura agroecológica, reducción de fertilizantes nitrogenados y otros agroquímicos, así como el fomento del comercio local y el acceso al agua. Esto implica fomentar los conocimientos de los campesinos que producen semillas adaptadas a sus contextos e impulsar políticas que eviten los excesos de producción de alimentos generadores de altas emisiones.
El acaparamiento de suelos en Australia y amenazas similares en otros países
En 2011 Australia creó el Carbon Farming Initiative para lograr sus metas de “reducción de emisiones” mediante la neutralización. Las empresas que cumplan con las pautas pueden vender Unidades de Créditos de Carbono de Australia (ACCUs por sus siglas en inglés) al gobierno u otras corporaciones a través del fondo Climate Solutions Fund. Ahora Australia se enfrenta al acaparamiento de tierras para créditos de carbono, por lo que a principios de 2022 el gobierno tuvo que tomar medidas para que se dejaran de comprar tierras para este fin. La venta de millones de créditos pone en peligro los esfuerzos en materia de reducción de emisiones de Australia. Por otro lado, países de la Unión Europea, Estados Unidos y Brasil parecen decididos a seguir los pasos de Australia, sin embargo, existe resistencia para impedirlo. Grupos de la sociedad civil luchan por impedir que se aprueben leyes que conviertan a estos sistemas corporativos de captura de carbono en el principal recurso de los planes nacionales de reducción de emisiones.
1. 2 mil millones de hectáreas de tierras de cultivo están gravemente afectadas a nivel global.
2. Se estima que las tierras agrícolas del mundo tienen la capacidad de retener 3.4 Gt de carbono al año, una tercera parte de lo que emiten los sectores de los combustibles fósiles y del cemento. Los créditos de carbono tienen un precio de 20 dólares por tonelada retenida.
3. Yara planea implementar un programa piloto en India. Microsoft y Rabobank se asociaron para pagarle a pequeñas fincas por plantar árboles en Asia, África y América Latina. Rabobank planea firmar 15 millones de contratos con campesinos en la siguiente década.
4. Los contratos de créditos de carbono duran en promedio 10 años, pero se requiere que el carbono se retenga al menos 100 años para que sea significativo en términos del calentamiento global. Para enfrentar esta falta de conservación, los programas deducen 20 a 25% de los créditos conseguidos por quienes participan, como una garantía, pero no hay evidencia científica para esta cifra.
5. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) estima que los costos por estudios de suelo y visitas a campo significan hasta 85% del costo total de los créditos de carbono. LifeCarbonFarming calcula que los costos de validación, verificación e inscripción de una finca son de 110 mil hasta 240 mil euros en los primeros cinco años.
6. En Brasil el gobierno afirma que ya ha convertido 8 millones de hectáreas a labranza cero a través de un plan de reducción de emisiones que otorga préstamos de bajo interés a quienes participan, sin necesidad de créditos de carbono.
Los créditos de carbono son solo una forma más de "solución" corporativa para enmascarar la incesante emisión de gases que calientan nuestro planeta. Debido a que la reducción efectiva de emisiones no es una solución conveniente en términos económicos para las empresas más contaminantes, resulta muy conveniente que ahora las fronteras del capital se expandan hacia el acaparamiento de tierras para justificar las toneladas de carbono que son arrojadas a la atmósfera.