How Putin and Friends Stalled Climate Progress

Cita: 

Sengupta, Somini, Steven Lee Myers, Manuela Andreoni y Suhasini Raj [2022], "How Putin and Friends Stalled Climate Progress", The New York Times, 5 de noviembre, https://www.nytimes.com/interactive/2022/11/05/climate/putin-russia-clim...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Sábado, Noviembre 5, 2022
Tema: 
Putin y sus aliados socavaron el progreso climático
Idea principal: 

Somini Sengupta, reportera climática internacional de The New York Times, cuenta las historias de las personas más vulnerables a los efectos del cambio climático.

Steven Lee Myers es un veterano corresponsal de seguridad nacional y extranjera de The New York Times, actualmente cubre información errónea en el país y en el extranjero.

Manuela Andreoni es escritora del boletín Climate Forward. Fue miembro de la Red de Investigación de la Selva Tropical, cubriendo la Amazonía brasileña.


Putin ha utilizado el petróleo y el gas de Rusia como instrumentos de poder en el país y en el extranjero. Con la invasión de Ucrania, los ha convertido en un arma de guerra. Pero no ha actuado solo. Ha sido cómplice de poderosos líderes mundiales que comparten sus inclinaciones nacionalistas o autoritarias que han entrado para comprar su carbón, petróleo y gas y le han permitido financiar su guerra. Si bien sus motivaciones para respaldar a Putin varían ampliamente, han entorpecido la cooperación climática global.

Xi Jinping y Narendra Modi dieron un paso al frente después del ataque a Ucrania para comprar inmensos volúmenes de carbón y petróleo rusos, protegiendo sus propias economías de una crisis energética mundial y permitiendo que Putin siguiera beneficiándose de las exportaciones de energía. Jair Bolsonaro voló al Kremlin y ofreció “solidaridad con Rusia”. Luego anunció que Rusia enviaría nuevos suministros de fertilizante y diesel que necesitaban.

Incluso Arabia Saudita compró más petróleo ruso en 2022, aprovechando los precios excepcionalmente bajos. Mohammed Bin Salman también se unió a Putin para reducir la producción del cártel de productores de petróleo OPEP Plus (Organización de Países Exportadores de Petróleo), aumentar los precios mundiales del petróleo y reponer las arcas de Putin.

Preparando el escenario para el desmoronamiento de la cooperación climática global estuvo el expresidente Donald Trump, quién sacó a Estados Unidos, el mayor contaminador de la historia, del acuerdo climático de París de 2015. Desde entonces, los lazos se han desmoronado.

El mundo ha hecho un progreso considerable en la última década para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y los líderes autoritarios no son los únicos culpables de que el mundo no haya logrado frenar aún más el calentamiento. A raíz de la guerra de Rusia contra Ucrania, incluso muchas democracias liberales han retrocedido en los esfuerzos por reducir la dependencia de los combustibles fósiles para evitar crisis energéticas políticamente desestabilizadoras.

Sin embargo, el surgimiento de líderes autoritarios y nacionalistas ha complicado las cosas. “Los líderes nacionalistas autoritarios sin duda representan una amenaza para abordar los problemas globales porque pueden estar dispuestos a burlarse de un sistema que se basa en que cada país haga su parte justa”, dijo Kelly Sims, profesora en la Universidad de Tufts.

Putin encabeza un "petroestado" y nunca ha dado la bienvenida a un giro que se aleje de los combustibles fósiles. Trump y Bolsonaro evitaron la cooperación internacional. Y aunque tanto Xi como Modi han promovido la energía renovable, su cooperación con Putin y su expansión del carbón en nombre de la seguridad energética han hecho que sus emisiones sigan aumentando.

En cuanto a Putin, su invasión de Ucrania podría finalmente desbaratar su gran estrategia. Podría alentar a los países a abandonar el petróleo y el gas más rápidamente. La Agencia Internacional de Energía pronosticó que la demanda de gas alcanzaría su punto máximo a fines de esta década, después del carbón y el petróleo.

Putin ha negado que aproveche sus recursos energéticos para el poder geopolítico y acusó de hipocresía a Occidente, un consumidor de energía. En cambio, culpa a lo que llamó la "promoción agresiva de la agenda verde" por una inversión insuficiente en petróleo y gas. Igor Sechin, jefe del gigante petrolero estatal ruso, Rosneft, dijo que un nuevo proyecto de perforación en el Ártico aliviaría el aumento de los precios mundiales de la energía.

El primer día del nuevo milenio, Putin se hizo cargo de Rusia e impuso el control sobre las empresas energéticas del país y puso a sus aliados de confianza a cargo de ellas. En una década, 40% del gas que los europeos usaban para calentar sus hogares y generar electricidad provenía de Rusia.

Cuando Putin invadió Ucrania, Europa se apresuró a deshacerse de la energía rusa, lo que solo alentó nuevos proyectos de gas en otras partes del mundo. Y Putin se burló de las promesas de los gobiernos del continente de reducir o acabar con su dependencia de la energía rusa.

Tal ha sido el hábil cálculo de la amistad de Putin con Xi. El primer atisbo de esto se produjo en 2014. Ambos anunciaron un acuerdo de 400 mil millones de dólares por 30 años para construir un gasoducto de 1 864 millas desde el Ártico ruso hasta China. Para Putin, el acuerdo amplió el acceso al mayor consumidor de energía del mundo. Para Xi, el acuerdo significó reducir la dependencia de su país del carbón, que estaba envenenando el aire del país.

También puso a China en el camino para desarrollar más energía eólica y solar que cualquier otro país del mundo. El gigante asiático aseguró los suministros mundiales de cobalto y litio, minerales clave para la economía de las energías renovables y se convirtió en el principal exportador de todo, desde células solares fotovoltaicas hasta autobuses eléctricos. No obstante, China, que representa poco más de la mitad del consumo mundial de carbón, duplicó el consumo de carbón y construyó tres veces más capacidad de carbón para generar electricidad en 2021 que el resto del mundo combinado.

Por otra parte, la apuesta de Putin por Asia es imposible sin India. Se prevé que su demanda de energía crezca más rápido que cualquier otro país en los próximos 20 años. Modi ha jugado ese papel a su favor. India necesita energía a precios bajos. India también alberga algunas refinerías muy grandes. La guerra en Ucrania le ha dado a India nuevas oportunidades. Modi tiene lo que él llama una “química especial” con Putin. Él lo ve como digno de confianza y comparte con él una afinidad por la vida silvestre y el buen estado físico.

En el escenario mundial, Modi se ha presentado a sí mismo como un estadista climático. Ha puesto a India en el camino para cumplir con un objetivo ambicioso de que la mitad de su electricidad provenga de fuentes de combustibles no fósiles para 2030. Creó regulaciones que requieren que las empresas de servicios públicos obtengan una parte significativa de su electricidad de fuentes renovables. Al mismo tiempo, su administración ha aprobado minas de carbón, incluso en un bosque ecológicamente sensible.

En el otro lado del planeta, en Brasil, Jair Bolsonaro descartó la necesidad de abordar el cambio climático. Se propuso convertir gran parte del Amazonas en tierras de cultivo para elevar a Brasil como una potencia agrícola. Una de las primeras cosas que hizo Bolsonaro cuando asumió el cargo en 2019 fue desmantelar el Fondo Amazonía de 1 200 millones de dólares, destripó las agencias de protección ambiental y los despojó de sus presupuestos.

Putin llamó a Brasil su socio más importante en América Latina. Y le dio a Bolsonaro lo que tanto necesitaba, una promesa de suministros ilimitados de fertilizantes de fabricación rusa a precios bajos. Las importaciones rusas de fertilizantes crecieron 20% durante los próximos cinco meses en comparación con el mismo período del año anterior.

Esto no le ayudó a Bolsonaro para reelegirse en 2022. Pero deja un legado de daño que podría llevar décadas reparar, si es que lo hace. Solo en sus primeros tres años como presidente, Brasil registró más de 13 000 millas cuadradas de deforestación en el Amazonas. Al igual que con Bolsonaro, las acciones de Donald Trump durarán mucho más que su presidencia.

Sacar a Estados Unidos del acuerdo de París jugó directamente con la visión del futuro de Putin. Cuando las naciones del mundo acordaron en París trabajar juntas para combatir el cambio climático en 2015, Putin no se opuso al pacto. Pero no necesitaba hacerlo porque Trump no solo se retiró del acuerdo de París, sino que también comenzó una reversión radical de las regulaciones ambientales. Se proyecta que sus retrocesos agreguen al menos 1 800 millones de toneladas de dióxido de carbono adicional a la atmósfera para 2035 y provoquen miles de muertes adicionales anualmente debido a la mala calidad del aire.

El 4 de febrero de 2022, Xi y Putin firmaron un acuerdo petrolero de 117 mil millones de dólares. Veinte días después, Putin invadió Ucrania. En octubre de 2022, Xi aseguró un tercer mandato como presidente. Su control sobre el poder se volvió casi absoluto. Y en sus comentarios en el momento histórico, dejó en claro que no se apresuraría a deshacerse del carbón.

La riqueza de combustibles fósiles de Putin ha sido difícil de descartar para el mundo. El valor de sus exportaciones ha crecido desde la guerra. Las importaciones de petróleo de China desde Rusia se han duplicado, las de Turquía se han más que triplicado y las de India se han quintuplicado. A finales de octubre de 2022, Putin dijo que, “si bien estaba bien explorar fuentes de energía renovable, abandonar el petróleo y el gas en el corto plazo sería una tontería”.

Datos cruciales: 

1. Las refinerías indias están trayendo volúmenes mucho más altos de petróleo crudo ruso de bajo costo que antes, y lo están convirtiendo en diesel. Las importaciones de crudo ruso pasaron de 30 000 barriles en 2021 a 1 millón de barriles por día en 2022, y ahora rondan 800 000 barriles por día.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La guerra en Ucrania y los Estados aliados de Rusia, socavaron las pequeñas oportunidades que había para luchar contra la destrucción del medio ambiente en el mundo. El crecimiento económico y la seguridad energética tienen prioridad sobre la ecologización de la economía en países como Rusia, China, India y Brasil.