Jim Cason es un periodista norteamericano, colaborador del diario La Jornada, de México.

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Ante la ONU, el presidente Joe Biden en actos de generosidad de su país pretende aportar 11 mil millones de dólares anuales, esto con busca de combatir el impacto del cambio climático en los países menos desarrollados, omitiendo que su país debe tener en consideración que el costo por reparar el daño de su desarrollo al planeta es mucho más que cifras monetarias. Ante esto, líderes internacionales y científicos han posicionado a Estados Unidos como el gran responsable de alrededor del 25% de toda la contaminación de carbono en el medio ambiente, generada durante en los últimos 350 años, siendo nula su preocupación.

Por tal motivo, desde la ONU países como Colombia, Sudáfrica, Chile y Barbados han recomendado acciones para una expansión dramática de inversiones con el objetivo de mitigar los efectos del cambio climáticos y promocionar vías con energía renovable en el sur global.

De igual importancia, de acuerdo con la jefa de investigaciones Nuestro Mundo en Datos en Oxford, Hannah Richie, la investigación del proceso de uso industrial de combustibles por parte de Estados Unidos data desde 1750 hasta el año 2000, en la que contribuyó con 416 mil millones de toneladas de CO2 al planeta (Dato Crucial 1)

De esta forma, la contaminación solo llevó a escenarios con titulares lamentables, que resaltan el aumento de fenómenos naturales como el Hurácan Ian, incendios forestales, las sequías en Centroamérica y suroeste estadunidense. Por ejemplo, las inundaciones de Pakistán, siendo la quinta población más grande ha desplazado a 33 millones de personas, con más de un millón de viviendas afectadas por deslaves.

Se coincide que el fruto de desarrollo en las economías de los países ricos se debe a la dependencia de los países pobres en el mundo, siendo los países pobres los más perjudicados por el impacto climático derivado de las decisiones de industrialización con altas emisiones.

Países en desarrollo pagan el precio

Por su parte, el Secretario general de la ONU, Antonio Guterres menciona una relación interesante, pues rescata que los países en desarrollo como Pakistán terminan pagando factura por los grandes emisores de gases de efecto invernadero, que además siguen priorizando el uso de combustibles fósiles. De esta forma, se hace evidente las diferencias de impacto entre el norte y sur global, pues en el sur las reparaciones son complejas y de fondo.

Ante este panorama, los países ricos se comprometieron en la Conferencia del Clima de la ONU en 2009 a participar en menos con 100 mil millones de dólares anuales en vías de adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático, acción que fracasó. A pesar de la cuantiosa participación de los países ricos, las cifras siguen muy por debajo de lo suficiente, ya que con estimaciones del ministro de medio ambiente de Sudáfrica los países ricos necesitan aportar 750 mil millones anuales desde antes de 2030. De manera que, el sur global se acerca a escenarios más preocupantes en apoyos e inversiones que puedan sostener y atender las pérdidas y daños del cambio climático, así como en la búsqueda del desarrollo de alternativas a los combustibles fósiles.

Desgraciadamente, los testimonios del profesor Salem Huq como participante en las cumbres de la ONU sobre cambio climático reafirma que las promesas, los diálogos y las decisiones se generan, pero no terminan en la práctica.

Asimismo, en forma de recabar más evidencia, Tom Athanasiou, el codirector de Climate Equity Reference Project, recomienda que la contribución individual por país al esfuerzo de los Acuerdos de París debería ser medida por sus emisiones históricas y su capacidad para actuar, con el fin de limitar 1.5 grado Celsius para 2030. Por consiguiente, las recomendaciones hacia Estados Unidos responden con 30% del esfuerzo global en vías de reducir el calentamiento global. De esta forma, las partes correspondidas para demás zonas como la Unión Europea con 22%; China con 12%; América Latina con 6 %, y con carga significativa México con 1.5 % del total de esfuerzo global (Dato Crucial 2).

Con lo anterior se presenta un futuro nada sencillo, como ejemplo, la compleja situación de Estados Unidos que para 2030 está obligado a reducir sus emisiones aproximadamente 200% debajo del nivel alcanzado de 2005, así como aportar miles de millones de dólares anuales para la mitigación y adaptación global, logrando un déficit en emisiones. El presupuesto estimado necesario alcanza los 50 billones de dólares para 2050, esperando se promuevan condiciones para la transición hacia energías renovables en países pobres Dato Crucial 3).