Katharine Mach es profesora de ciencias y políticas ambientales en la Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas, Atmosféricas y de la Tierra de la Universidad de Miami.

Gran parte de la isla de Fort Myers Beach en Florida está irreconocible. Los edificios más antiguos que no estaban hechos de hormigón fueron destruidos por el huracán Ian. Es casi seguro que la ciudad se reconstruirá. La ayuda federal, estatal y el capital privado fluirán a la región durante los próximos años en grandes cantidades.

El patrón en todo el país ha sido reconstruir más grande, aunque no necesariamente más inteligente. Esta propensión para reconstruir de maneras que sabemos que no son seguras debe cambiar. Afortunadamente, algunos están trabajando con un enfoque conocido como adaptación transformadora que representa un cambio fundamental en la forma en que la nación ha estado manejando la recuperación y preparación para tormentas.

Para las comunidades vulnerables se trata de convertirse en algo diferente. Retirarse del borde del océano y reconstruir más densamente lejos de las áreas que se inundan una y otra vez. El objetivo debe ser el bienestar a largo plazo, lo que significa adaptar las comunidades para que sean resilientes, asequibles, inclusivas y económicamente viables. Se necesitan desarrollar nuevas formas de protegerse contra tornados, calor sin precedentes, incendios explosivos, humo, inundaciones y sequías.

Las comunidades deben tomar medidas para garantizar que sus poblaciones puedan vivir con seguridad en la nueva normalidad climática, ya que el aumento de las temperaturas altera la realidad meteorológica diaria. Eso significa estar preparado, no solo los desastres como el huracán Ian, sino también las condiciones climáticas cambiantes que amenazan de forma igualmente importante.

Para lograr esto, se necesita crear la capacidad para la innovación radical. Las soluciones variarán ampliamente en alcance y escala. Algunos serán la construcción de viviendas y edificios más resistentes a partir de materiales más livianos y asequibles, la impresión de diques en 3D que imitan las barreras naturales y el envío de alertas en tiempo real para guiar a los conductores por caminos inundados. Otros enfoques dependerán de la naturaleza, como proteger o reponer los manglares en el suroeste de Florida o el esfuerzo en curso para reconstruir los arrecifes de ostras en las aguas de la ciudad de Nueva York.

Otras innovaciones serán legales y financieras, como un seguro que vincule las tarifas de los propietarios de viviendas con su preparación y proporcione pagos inmediatos en función de la intensidad de los vientos o las marejadas ciclónicas.

Se espera que un campo de pruebas sea Governors Island en Nueva York, donde un fideicomiso de la ciudad está evaluando propuestas para crear un Centro Global para Soluciones Climáticas, que puede evitar largos procesos de obtención de permisos y la resistencia de los residentes.

Tomarse en serio la tentativa de nuevos enfoques es esencial; de lo contrario, las transformaciones que experimentamos serán impulsadas por desastres agravados en lugar de los esfuerzos que hacemos para crear comunidades vibrantes y conectadas, incluso cuando el cambio climático altera la forma en que vivimos.