Angélica Enciso L. es reportera ambiental para el periódico La Jornada.

Aunque el acceso al agua para satisfacer las necesidades vitales es un derecho, la escasez de este líquido es tal que gran parte de la población mexicana se ve en la necesidad de consumir agua embotellada, esto sin considerar que no es accesible.

En 1992 la Ley de Aguas Nacionales (LAN) originó una ola de concesiones de agua sin límite (dato crucial 1), lo que ha generado carencias en sectores públicos, la sobreexplotación de acuíferos y ha contribuido en las alteraciones climáticas.

Con servicio diario, sólo 58% de la población

Según el estudio Perspectivas del agua en México, realizado por la Red de Agua UNAM, Unesco y Agua capital, poco más de la mitad de la población tiene acceso al agua diariamente, la mitad de esa agua proviene de aguas residuales y poco menos de la mitad es desperdiciada en fugas en las redes (dato crucial 1).

En promedio en México se consumen individualmente entre 147 y 254 litros de agua embotellada al año, con ello se espera que para 2026 el mercado de esta industria alcance 217 mil 120 millones de dólares.

Desde 2012 el acceso al agua es un derecho constitucional; sin embargo, ni siquiera una décima parte de la población tiene acceso a agua potable y menos de la mitad de eso poseen sistema de drenaje (dato crucial 2).

De igual manera, la mala distribución de este líquido se debe, principalmente, a las concesiones otorgadas a grandes industrias cerveceras, refresqueras, automotriz y agroindustrial.

Aunado a esto, se han implementado métodos para evitar lluvias para proteger los invernaderos. Este tipo de acciones implican la necesidad del uso del agua disponible para la siembra, al mismo tiempo que generan sequías al escasear las lluvias.

Escasez en ascenso

Antes de que el día cero {nota 1: El llamado 'Día Cero' es el momento en el que una ciudad, región o país se queda sin la suficiente agua como para satisfacer plenamente las necesidades principales para subsistir o desarrollarse.} ocurriera en la capital de Nuevo León, el investigador Benjamín Ordóñez predijo este suceso.

Sin embargo la ciudad no estaba preparada para tal situación; así que, aún con la presión del momento, se llevaron a cabo proyectos de recolección de agua, como el acueducto II de la presa El cuchillo. Aún así, entidades como El Cuchillo y Cerro Prieto, están 50% por debajo de su capacidad.

Un acontecimiento similar se espera en la Ciudad de México pues, en 2022 se señaló que se poseen reservas de agua únicamente para 2 años más, no para 40, como se había estimado con anterioridad. Alrededor del 30% de la población del valle de México obtiene su suministro de las presas ubicadas en El Cutzamala y chicas presas se encuentran en menos de la mitad de su capacidad total, este es el nivel más bajo que se ha registrado hasta el momento.

Focos de tensión

Usualmente en este tipo de situaciones se prioriza las afectaciones en la urbe, dejando completamente de lado los impactos en los pueblos indígenas, la contaminación de los ríos y lagunas, los conflictos que genera la construcción de acueductos. El río Coatzacoalcos presenta contaminaciones que llegan incluso a las lagunas de Juchitán y de Salina Cruz, el acueducto Independencia que se encarga de suministrar agua a Hermosillo son ejemplos de focos de tensión que usualmente son ignorados.

Aunado a esto, la latente intención de privatizar el servicio de agua potable y el surgimiento del huachicoleo del agua son temas de los que igualmente habría que hacer mención, volvemos a la distribución desigual de este líquido vital.