China y el Ejército de Liberación Popular (PLA, por su sigla en inglés) se destacan por tener la capacidad de desarrollar tecnología militar avanzada, tales como submarinos, armas y misiles. No obstante, el desarrollo de esa tecnología está lejos de ser autosuficiente puesto que son dependientes de la cadena de suministro mundial, lo que conlleva a que sus desarrollos presenten retrasos y fallas persistentes. Es importante destacar que The Economist señala que también la "corrupción" impera en esa industria (datos cruciales 1 y 2).

Ruleta rusa

El conflicto entre Ucrania y Rusia ha dejado a relucir las fallas del armamento ruso, el cual ha sido comprado o imitado por China desde 1989. Lo que ha afirmado las preocupaciones de Xi sobre no estar preparado para una guerra de alta tecnología. Además, las tensiones de China con Estados Unidos, han resultado en medidas restrictivas del segundo país en productos como chips y otras tecnologías de uso militar, causando sorpresa al mandatario y teniendo que recurrir y afirmar que la defensa nacional debía centrarse en la innovación y autosuficiencia (dato crucial 3). Aunado a las restricciones, una desaceleración económica en China podría repercutir negativamente en el gasto militar.

Para 2023, el presupuesto militar que destinará China será de 225 000 millones de dólares. Sin embargo, los beneficios en dicha rama podrían ser mayores porque el gasto no toma en cuenta las importaciones, bajos costos laborales y las acciones fuera del marco legal por parte de la defensa en el robo de tecnología militar a otros países. Además, la educación y el capital intelectual puede influir de manera importante porque a diferencia de los estadounidenses, hay más egresados en el nivel de doctorado en ramas de ciencias matemáticas y tecnología. Esto influye positivamente en la investigación y en el desarrollo de armamento, tales como armas hipersónicas y drones submarinos.

Sin embargo, no debe ignorarse la producción de calidad en componentes fundamentales para llevar a cabo una guerra. Por ejemplo, los motores rusos han presentado errores durante el conflicto ucraniano-ruso. Algo contrario a lo que pasaba en 2012, cuando la mayoría de cazas furtivos –de nombre J-20– chinos utilizaban un motor ruso y posteriormente en 2022 fueron sustituidos por motores chinos llamados WS-10. Sin embargo –para cualquier caso–, no fueron resistentes, además de que contaban con menor capacidad para vuelos supersónicos, dificultando su operación.

En junio de 2023, surgieron imágenes en redes sociales que captaron una aeronave con el nombre WS-15 siendo más potente, confiable y eficiente. Lo que generó expectativas sobre el gran avance en la industria aeronáutica militar china y su competencia directa con la aeronave militar F-22 de Estados Unidos. Sin embargo, inclusive los chinos consideran que aún faltan mejoras en las cadenas de suministro de componentes que requiere una aeronave de tales magnitudes como el F-22 (dato crucial 4).

Por ende, con la tecnología militar actual en china, el PLA no tienen certidumbre ante una guerra futura dada su dependencia del extranjero (dato crucial 5). Esto se vuelve más complejo con las limitaciones en la producción que conlleva el conflicto armado entre Rusia y Ucrania y las presiones por parte de Estados Unidos a países europeos con respecto a las relaciones comerciales en armamento militar que tienen con China. Además, la industria de la defensa surgió como una imitación de la implementada en Unión Soviética. Ciertamente, también arrastra los mismos errores en investigación y producción del antiguo bloque.

Finalmente, la revista londinense resalta que las complejidades de China no han limitado sus grandes avances tecnológicos en materia de defensa nacional; y sin duda, seguirá brindando grandes innovaciones. No obstante, considera que la idea de que es un país impresionante en dicha materia, está sobrevalorada.