En 2023, las temperaturas terrestres y oceánicas han aumentado significativamente, superando las previsiones para un año de El Niño (un patrón climático natural en el Océano Pacífico tropical que trae temperaturas de la superficie del mar más cálidas que el promedio). Las temperaturas medias globales han sobrepasado 1.5°C , señalando una transición climática. Los fenómenos climáticos extremos, como incendios forestales e inundaciones catastróficas, se han vuelto comunes, causando grandes pérdidas de vidas y daños económicos en todo el mundo.

A pesar de la creciente evidencia y las peticiones urgentes, las medidas significativas para combatir el cambio climático son insuficientes. La prosperidad global ha dependido históricamente de los combustibles fósiles. Los gigantes de esta industria, subsidiados por gobiernos y respaldados por bancos, priorizan las ganancias a corto plazo sobre la supervivencia del planeta. Esta dependencia dificulta la transición hacia un futuro sostenible, a pesar de la necesidad urgente de cambio.

El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) sigue siendo prioritario, sacrificando el clima, la biodiversidad, la salud y la equidad social, condenando a las futuras generaciones a un planeta devastado. Aunque esta declaración parezca una mera señal de virtud, especialmente para el Sur global en desarrollo, se trata de cambiar la situación en el mundo desarrollado para evitar un destino trágico.

Con la trayectoria actual climática y ambiental, la civilización desaparecerá tal como se conoce. Cumplir con los compromisos actuales “cero emisiones netas para 2050” podría permitir que unos sobrevivan pero enfrentando fenómenos climáticos extremos como la pérdida de hielo, el aumento del nivel del mar y temperaturas más altas.

Para lograrlo, se debe adoptar el "camino del planeta 4R": reducir las emisiones, remover los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, reparar ecosistemas y fortalecer la resiliencia local y global contra los impactos climáticos inevitables.

La nota resalta que no se pueden seguir manteniendo economías basadas en combustibles fósiles, confiando la reducción de emisiones en tecnologías de captura. La transición hacia energías renovables ya está en marcha, con tecnologías como la energía hidroeléctrica, geotérmica, el almacenamiento distribuido, el transporte eléctrico y la energía nuclear siendo competitivas económicamente (datos cruciales 1 y 2).

Así, el autor indica que la transición global debe acelerarse significativamente mediante regulaciones gubernamentales y la eliminación de subsidios a los combustibles fósiles (dato crucial 3).

Además, se deben de reparar los ecosistemas para mitigar las consecuencias del deshielo polar y montañoso antes de que los niveles de emisiones disminuyan lo suficiente. La reparación del Círculo Polar Ártico será crucial y para eso se han encontrado procesos prometedores, pero tienen problemas de financiación. Dos proyectos inmediatos son: crear una capa de nubes blancas sobre el Mar Ártico durante el verano polar, y bombear agua de mar sobre el hielo fino en invierno para engrosarlo. Estos proyectos necesitan de una gobernanza y una cooperación internacional.

La financiación para el desarrollo de las 4 R debe provenir de las economías avanzadas y emergentes, con los países del G20, el cual es un foro internacional de gobernantes y presidentes de bancos centrales en donde se discuten políticas internacionales.

De acuerdo con este autor, la transformación cultural necesaria para lograr la transición surgirá en paralelo a la agudización de los "desafíos globales autoinflingidos".