America Is Losing the Green Tech Race to China
Wallace-Wells, David [2024], "America Is Losing the Green Tech Race to China", The New York Times, New York, 22 de mayo, https://www.nytimes.com/2024/05/22/opinion/america-green-tech-trade-war-...
David Wallace-Wells, originario de Nueva York, Estados Unidos, es Licenciado en Historia por la Universidad de Brown y periodista. Es editor adjunto de la revista New York Magazine y también escribe para The Guardian, Wired y Harper's. Colabora en el podcast 2038, en el cual se realizan prospectivas de futuro inmediato desde la perspectiva de la emergencia climática. Su actividad periodística gira en torno al cambio climático y la urgencia de movilización frente a éste.
El autor sostiene que —desde el triunfo electoral de Donald Trump en Estados Unidos en 2016— la política industrial “verde’’ se ha vuelto una herramienta de poder y una senda “única” para afrontar la crisis climática y la crisis postindustrial. Esta última es motivo de las medidas proteccionistas que ha adoptado Estados Unidos, dado que el estancamiento secular que atraviesa se debe no sólo al declive de la manufactura nacional o el resentimiento de la clase trabajadora, sino también al desafío geopolítico que representa China. Hoy, el proteccionismo comercial es un consenso que comparten Republicanos y Demócratas
La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha adquirido un matiz definido: frenar el avance de las tecnologías “verdes” que China ha estado desarrollando. El 14 de mayo de 2024, el presidente Joe Biden anunció que elevaría los aranceles sobre los vehículos eléctricos chinos al 100 por ciento, es decir, una cuadruplicación de los ya existentes. Por su parte, Donald Trump anunció que, de ganar las elecciones de noviembre de 2024, elevaría los aranceles al 200 por ciento.
Biden, quien en el pasado había criticado a Trump por imponer aranceles sobre las exportaciones chinas, los ha aumentado durante su gobierno en diversas mercancías (aluminio, acero, baterías de litio, celdas solares, semiconductores, entre otras). El hecho adquiere gran importancia por dos motivos: primero, porque desde la óptica de Estados Unidos como país desarrollado en pro del libre comercio, los aranceles eran vistos como una medida de desesperación por parte de economías “débiles y en desarrollo”. Segundo, si se supone que los objetivos climáticos globales son abordados desde la cooperación y la gobernanza global (y no desde un juego de suma cero), es contradictorio que Estados Unidos tome tales medidas en tecnologías “verdes” provenientes de China, sobre todo cuando sus objetivos para abordar la crisis climática convergen.
David Autor —profesor de Economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts— asevera que “hay pocas cosas que descarbonizarían a Estados Unidos más rápido que los vehículos eléctricos de 20 000 dólares, pero probablemente tampoco [hay] nada que pueda acabar más rápido con la industria automovilística estadounidense que los autos eléctricos”. Esto se debe a la competencia que China lidera por mucho: BYD (un fabricante de automóviles chino) lanzó un auto eléctrico con un precio inferior a los 10 000 dólares (dato crucial 1).
Los efectos de las medidas arancelarias han sido efectivos en el corto plazo, dado que casi no hay vehículos eléctricos fabricados en China en el mercado estadounidense. Ello puede ser positivo en el corto plazo, dado que brinda tranquilidad a los trabajadores automotrices de Estados Unidos, quienes son un electorado clave.
No obstante, bajo la perspectiva de Wallace-Wells, el proteccionismo de los vehículos eléctricos es más un muro de mercado que un ajuste de mercado, diseñado para mantener completamente fuera de Estados Unidos a las exportaciones chinas que amenazan a fabricantes nacionales como Tesla. Asimismo, el país protege la imagen que busca proyectar de la transición energética (dato crucial 2) hacia la cual está dirigiendo todos sus esfuerzos (entre los que se encuentran el estímulo industrial de la Ley de Reducción de la Inflación, dato crucial 3).
¿Estados Unidos tiene la posibilidad de ganar la competencia de tecnologías “verdes” frente a China? Es un hecho que en los últimos años los Estados están dirigiendo sus esfuerzos en la reducción de emisiones, estar dentro de la competencia, al mismo tiempo, es un elemento de poder (dato crucial 4). No obstante, China es responsable de una parte importante de la transición energética en el mundo (dato crucial 5).
Los acontecimientos del pasado sugerían que Estados Unidos llevaba la delantera en todo: en la carrera espacial, la Unión Soviética lanzó Sputnik en 1957, en respuesta a los planes de un satélite estadounidense puesto en órbita tres meses después del lanzamiento ruso. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos tenía ventaja frente a la Unión Soviética en cuanto a los misiles. Sin embargo, en la actual carrera por la transición comercial energética, Estados Unidos ya no lleva la delantera, sino China, quien controla casi todos los aspectos esenciales de la cadena mundial de suministro de energía “limpia” (dato crucial 6).
La situación adquiere relevancia para Estados Unidos que busca evitar a toda costa depender de China para la obtención de energías “verdes”, así como en el pasado dependía de los Estados del Golfo para la obtención de combustibles fósiles. Asimismo, los líderes políticos estadounidenses buscan combatir el problema del “exceso de oferta” de China para las empresas y los trabajadores de Estados Unidos.
Se espera, en el mejor de los casos, que los aranceles y subsidios permitan a empresas estadounidenses aumentar su producción de vehículos eléctricos rápidamente para que ocupen un lugar importante dentro de la descarbonización del transporte global. Aún así, no hay garantía de que la política industrial de Estados Unidos funcione y ningún arancel es suficiente para reducir el dominio global de China en la tecnología “verde”, puesto que el mercado estadounidense no es tan importante para China.
Los aranceles altos podrían permitir que Estados Unidos alcance su autosuficiencia tecnológica aunque, al mismo tiempo, su permanencia impide su transición energética, pues ofrece a los consumidores precios altos para gran parte de los productos “verdes”. David Fickling, de Bloomberg NEF, asevera que “la imposición de aranceles a las exportaciones de paneles solares chinos [...] en 2018 puede haber ralentizado el despliegue de energías renovables en Estados Unidos”. ¿El destino de los vehículos eléctricos tendrá un mejor final?
1) En 2019, las exportaciones chinas de vehículos eléctricos ascendieron a 400 millones de dólares; para 2023, habían alcanzado 34 mil millones de dólares, es decir, aumentaron 85 veces. Hoy China es el principal exportador mundial de automóviles. Casi 60% de todos los vehículos eléctricos del mundo se venden en China, donde se encuentran tres de los cuatro mayores fabricantes de vehículos eléctricos del mundo. A finales de 2023, BYD pasó brevemente al primer puesto, poco antes de que Tesla emitiera un retiro masivo de su Cybertruck y supuestamente cancelara sus planes para un sedán asequible.
2) Según la Casa Blanca, una de las metas de Estados Unidos es que los vehículos eléctricos representen la mitad de todas las ventas de automóviles nuevos para 2030, frente a 7.6% del 2023.
3) A inicios de su mandato, Biden asignó más de dos billones de dólares en gastos a la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) y a la Ley CHIPS. La primera tiene entre sus objetivos la dirección de nuevos gastos federales hacia la reducción de las emisiones de carbono. La segunda tiene como objetivo aumentar las capacidades de fabricación e investigación y desarrollo de semiconductores de Estados Unidos.
4) En 2023, las energías renovables proporcionaron por primera vez 30% de toda la electricidad mundial, y en abril de 2024, por primera vez, los combustibles fósiles proporcionaron menos de una cuarta parte del poder de Unión Europea.
5) En 2023, más de la mitad de toda la energía solar en el mundo se instaló dentro de China. De acuerdo con un informe de Bloomberg NEF (agencia de investigación que ofrece comentarios a profesionales, datos, noticias y análisis independientes en los mercados de energía), el país produce 84% de los módulos solares del mundo, 89% de las células solares del mundo y 97% de sus obleas y lingotes solares, 86% de sus células de polisilicio y de batería, 87% de sus cátodos de batería, 96% de sus ánodos de batería, 91% de sus electrodos de batería y 85% de sus separadores de baterías.
En el caso de la energía eólica, China fue responsable de 60% de toda la nueva capacidad mundial. En tres años, el país ha duplicado la cantidad total de energía solar y eólica instalada dentro de sus fronteras. Mientras tanto, durante el mismo período, Estados Unidos ha aumentado la capacidad en menos de 50%.
En cuanto al sector de baterías de litio, en 2023, China fabricó una capacidad de almacenamiento equivalente a la demanda mundial total.
6) China controla más de 80% de muchos aspectos esenciales de la cadena mundial de suministro de energía “limpia”.
Es un hecho que la carrera por las energías “verdes” en el mundo ha sido también una disputa de poder. No sólo es una forma que ha adoptado el régimen capitalista para continuar sus ritmos acelerados de producción y consumo a costa de la naturaleza y la vida, sino también es un elemento en disputa por los Estados y las empresas transnacionales que lideran estas transformaciones. ¿Qué papel están jugando en el mundo las transnacionales chinas? ¿Hacia qué territorios se están expandiendo para sus ritmos acelerados de producción de autos eléctricos y energías “verdes”?