U.S. Creates High-Tech Global Supply Chains to Blunt Risks Tied to China
Wong, Edward y Ana Swanson [2024], "U.S. Creates High-Tech Global Supply Chains to Blunt Risks Tied to China", The New York Times, New York, 8 de julio, https://www.nytimes.com/2024/07/08/us/politics/supply-chain-china-tech.html
Edward Wong es Maestro en periodismo y estudios internacionales por la Universidad de Berkeley. Es periodista y corresponsal de The New York Times. Como corresponsal de Bagdad, cubrió la guerra en Irak. Desde 2008 se encuentra adscrito a la oficina en Beijing. Wong informa sobre la política, la economía, el medio ambiente, el ejército, la política exterior y la cultura de China.
Ana Swanson es Licenciada en antropología cultural por la Universidad Northwestern y Maestra en Relaciones Internacionales con especialización en China y economía internacional por la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados Johns Hopkins en Washington, DC. Ha escrito para The Washington Post y cubre temas de comercio y economía internacional para The New York Times.
La administración de Joe Biden, está tratando de transformar la cadena global de suministro de chips con el objetivo de concentrar la fabricación de chips en Estados Unidos, argumentando que es un asunto de seguridad nacional. En julio de 2024 Biden anunció que Corea del Sur invertirá miles de millones de dólares en la fabricación de chips en Estados Unidos.
La nueva “diplomacia del chip” tiene dos ejes: por un lado, consiste en la atracción de inversión de empresas extranjeras para la fabricación de chips en Estados Unidos; y por el otro, la búsqueda de otros países hacia dónde puedan establecerse fábricas de ensamblaje.
La estrategia de Estados Unidos se caracteriza por el desarrollo fuera de las fronteras. Aunque también al interior se han impulsado ciertas normativas para alcanzar sus objetivos (ello incluye la Ley de Infraestructura y la Ley de Ciencia y Chips), así como fuertes inversiones públicas. Por ejemplo, el Departamento de Comercio ha otorgado 50 miles de millones de dólares a empresas y organizaciones para que investiguen, desarrollen y fabriquen chips; además, la Ley de Ciencia y Chips incluye 500 millones de dólares de financiación anual para “la creación de cadenas de suministro seguras y la protección de la tecnología de semiconductores”. Gran parte de ese financiamiento se emplea en la búsqueda de países para la diversificación de las cadenas de suministro.
Además, las tácticas de diversificación de Estados Unidos podrían contribuir al logro de objetivos estratégicos más amplios. Tal y como lo es la mitigación del aumento de fabricación de chips por parte de China, que amenaza a Taiwán, centro global de tecnología de chips. Asimismo, al diversificar la producción, busca que las cadenas de suministro globales de chips sean “más resilientes”, reduciendo los riesgos de interrupciones, tal y como ocurrió durante la pandemia de coronavirus y la Guerra en Ucrania.
Sin embargo, los chips no son el único objetivo de la administración de Biden. Dado que, detrás del discurso de seguridad nacional se encuentra la contención de los avances de China en “industrias clave del futuro”, cuyas empresas dominan mercados globales importantes; también pretenden que Estados Unidos rebase a China en tecnologías de generación de energía verde [(baterías de autos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas, (dato crucial 1)]. Biden ha declarado que, además de un asunto de seguridad nacional, es un asunto de derechos humanos, señalando que la fabricación de dichas tecnologías por parte de China se desarrolla en Xinjiang, donde grupos étnicos musulmanes son obligados a trabajar en las fábricas.
Entre las empresas que invierten en la fabricación de chips en Estados Unidos, la mayoría tienen su sede en países asiáticos con grandes industrias tecnológicas; tales como Japón, Corea del Sur y Taiwán. Asimismo, Estados Unidos tiene aliados en Europa. SK Hynix, fabricante de chips de Corea del Sur, ha realizado un proyecto con la mayor inversión jamás realizada en Indiana; de acuerdo con el Departamento de Estado "la fábrica está valuada en 3 800 millones de dólares y tiene el potencial de generar más de 1 000 puestos de trabajo".
La “diplomacia del chip” estadounidense también ha girado en torno a las negociaciones para la instalación de fábricas en el extranjero. Gina Raimondo, Secretaria de Comercio, viajó a Costa Rica en abril de 2024 para reunirse con funcionarios locales y ejecutivos de Intel, empresa que administra una fábrica en ese país. Asimismo, en sus viajes a Panamá y Tailandia habló sobre la diversificación de la cadena de suministro de semiconductores.
Por su parte, Ramin Toloui, subsecretario de la Oficina de Asuntos Económicos y Comerciales del Departamento de Estado, ha viajado por todo el mundo en la búsqueda de países y empresas que inviertan en la industria estadounidense, así como para el establecimiento de fábricas que constituyan el punto final de la cadena de suministro. Entre los países que se han unido al programa se encuentran Costa Rica, Indonesia, México, Panamá, Filipinas y Vietnam. Kenia está en negociaciones.
Esta búsqueda de otros países para instalar las empresas implica un estudio de cómo emplear la infraestructura existente para el funcionamiento de la cadena de suministro, así como del aprovechamiento de la fuerza de trabajo existente. En ese sentido, la capacitación laboral es clave para el funcionamiento del mecanismo, por lo que están desarrollando asociaciones entre las universidades prestigiosas de Estados Unidos y sus pares en los países contemplados dentro del programa. Así, se piensa que esta red de alianzas estratégicas es una ventaja que Estados Unidos tiene frente a China, puesto que dividir los papeles en la cadena de suministro de chips reduce los costos en comparación con intentar hacerlo todo al interior del país.
Entre los desafíos a los que se enfrenta Estados Unidos en sus planes por diversificar las cadenas de suministro globales, se encuentra el hecho de que las fábricas de chips pertenecientes a China ofrecen más tecnología de punta, cuentan con un grupo de ingenieros altamente calificados y con costos de producción bajos en comparación con los alcanzados por las fábricas estadounidenses.
China completa su producción de chips en Taiwán. Este país fabrica casi todos los chips más avanzados del mundo (empleados en computadoras, inteligencia artificial, celulares y otros dispositivos), pues tiene más de 60% de la capacidad de fundición mundial (es decir, fabrican chips para otras empresas que los diseñan). En tal perspectiva, la industria estadounidense no sólo está detrás de la sofisticación de su competencia, sino que también, de acuerdo con con la nota, corre el riesgo de enfrentar una escasez de empleados (dato crucial 2).
Es por ello que Estados Unidos se está enfocando en generar estrategias para modificar las cadenas de suministro globales de chips a través de la atracción de inversiones extranjeras de miles de millones de dólares (dato crucial 3). Así también, la “diplomacia del chip” consta de medidas más coercitivas que han impulsado algunos funcionarios estadounidenses. Por ejemplo, Alan Estevez, director de la oficina de controles de exportación del Departamento de Comercio, persuadió a Japón y Países Bajos para que sus empresas dejen de vender herramientas a China para la fabricación de chips.
1) De acuerdo con Ramin Toloui, Subsecretario de la Oficina de Asuntos Económicos y Comerciales del Departamento de Estado, durante los tres años de la administración Biden, Estados Unidos ha atraído 385 mil millones de dólares de inversión en fabricación de semiconductores y 405 mil millones de dólares para la creación de tecnología verde.
2) Se prevé que la industria estadounidense de semiconductores podría enfrentar una escasez de hasta 90 000 trabajadores en los próximos años.
3) De acuerdo con un informe de la Asociación de la Industria de Semiconductores, publicado en mayo de 2024; y el Boston Consulting Group se prevé que la participación estadounidense en la fabricación mundial de chips aumentará a 14% para 2032, en comparación con 10% actual.
La “diplomacia del chip” ilustra cómo es que se genera el intercambio tecnológico desigual a nivel global. Porque no sólo se transmite tecnología per se, sino también las relaciones (desiguales, excluyentes, intensivas, superexplotadoras de trabajo y recursos) de producción capitalistas que la han sustentado; de tal forma que el capital -controlado por los monopolios que detentan tal tecnología- amplía su margen de acción. Ello implica no sólo que la plusvalía que pueda generarse en las periferias sea transferida a los monopolios de los países centrales; sino también niega la posibilidad de que los productores locales impriman su creatividad y sus técnicas a la tecnología que fue “transferida”, inhibiendo la posibilidad de que los países del Sur desarrollen procesos independientes. Por eso es un “desplazamiento geográfico de la tecnología”, porque es un mismo modelo tecnológico y de producción, pero en otro territorio.
Hoy, la industria de chips es un sector clave para la economía global por sus aplicaciones en el sector tecnológico, pero al mismo tiempo tiene implicaciones sociales y ambientales que no se enuncian cuando se habla de la nueva diplomacia de Estados Unidos. Además de que China también lo está haciendo. Ambos se consolidan como grandes imperios en el desarrollo tecnológico y sus procesos de acumulación se ven beneficiados a costa de otros territorios hacia donde se descargan los procesos extractivos, así como los daños ambientales y sociales.