Appetite for change. Can big food adapt to healthier diets?

Cita: 

The Economist [2024], "Appetite for change. Can big food adapt to healthier diets?", The Economist, London, 24 de agosto, https://www.economist.com/business/2024/08/18/can-big-food-adapt-to-heal...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Agosto 24, 2024
Tema: 
El régimen de alimentos ultraprocesados: riesgos a la salud y persistencia en el tiempo
Idea principal: 

    The Economist sostiene que la alimentación es un negocio lucrativo que no sólo genera cuantiosas ganancias (dato crucial 1), sino también impone regímenes alimentarios, cuya tendencia está apuntando hacia los productos baratos altamente calóricos (dato crucial 2).

    Incluso cuando la inflación de dichos productos ha aumentado, las ventas continúan creciendo (dato crucial 3). La demanda es más grande en mercados de países en desarrollo (dato crucial 4). Esta situación genera preocupaciones en torno al impacto que generan los alimentos baratos altamente calóricos en la salud; sobre todo porque un puñado de investigaciones sugiere que estos son dañinos no sólo por las cantidades excesivas de azúcar, grasa y sal que poseen, sino también porque se trata de productos ultraprocesados cuyo objetivo, más allá de la nutrición, es que sean más baratos.

    En 2009, Carlos Monteiro, científico brasileño, clasificó a los alimentos en cuatro categorías según su grado de procesamiento. La primera corresponde a productos no procesados como frutas y verduras. En la última categoría se encuentran los alimentos ultraprocesados (UPF, por sus siglas en inglés). Estos incluyen productos que contienen una cantidad significativa de ingredientes que no suelen encontrarse en una cocina casera (cereales, papas fritas, barras de proteínas y carnes falsas).

    Los únicos frenos a la industria de los alimentos ultraprocesados hasta ahora han sido las restricciones hacia el consumo de sus productos por parte de legisladores y consumidores, aunque se trata más de una decisión individual. En ese sentido, los consumidores cada vez más reducen la adquisición de estos productos incentivados por el convencimiento y abaratamiento de los medicamentos para perder peso (dato crucial 5). Aunque ello aún está sujeto a que las compañías farmacéuticas consigan reducir significativamente sus precios y que la vía de suministro sea más conveniente vía píldoras (dato crucial 6).

    Para The Economist la conciencia de los daños por parte de los consumidores y el auge de los medicamentos para perder peso amenazan a la industria de los alimentos calóricos y podrían transformar los patrones de consumo mundiales. Aunque esto no significa que las grandes empresas mundiales de alimentos pierdan su protagonismo, pues tienen la capacidad de adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores.

    Las raíces de la industria alimentaria actual se remontan a innovaciones como la pasteurización y el enlatado, propias de la Revolución Industrial, en el siglo XIX. Estas permitieron que los alimentos fueran abundantes, convenientes y seguros. Hoy en día la producción de alimentos ultraprocesados es rápida y barata.

    No obstante, se trata de productos altamente calóricos que han contribuido al aumento de los problemas de salud a nivel mundial, los cuales afectan a países ricos y pobres (dato crucial 7). Para finales de la década de 2020, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) prevé que casi la mitad de la población mundial esté obesa o con sobrepeso.

    Frente a esto, se abre una nueva oportunidad de mercado para las farmacéuticas que desarrollan medicamentos para la pérdida de peso. Los pacientes que toman estos medicamentos han reportado que su deseo de consumir alimentos calóricos ha disminuido (dato crucial 8).

    Las grandes empresas de alimentos ven en este obstáculo al consumo de sus productos un área de oportunidad para adecuarse a las nuevas necesidades de los consumidores. Ya hay un gran historial de lanzamientos de nuevos productos para personas preocupadas por su peso, los cuales contienen menos azúcar, grasa, sal; se promocionan como “más saludables” o vienen en porciones más pequeñas. Por ejemplo, en 1982 Coca-Cola lanzó Diet Coke y desde entonces ha sacado diversas alternativas sin azúcar. Modelez, gigante estadounidense de snacks, ofrece porciones más pequeñas.

    Sin embargo, las adecuaciones más recientes dentro de la industria de alimentos ultraprocesados tiene que ver con el lanzamiento de productos dirigidos específicamente a los consumidores de medicamentos para bajar de peso. Algunas empresas de alimentos envasados como Conagra y General Mills ya cuentan con esos productos. Asimismo, en mayo de 2024, Nestlé, la mayor empresa de alimentos del mundo, anunció que lanzaría Vital Pursuit, una línea de alimentos congelados dirigida a usuarios que consumen alimentos para bajar de peso, promocionando sus productos como Superfoods (es decir, con menos calorías y mayores cantidades de proteínas y otros nutrientes, dato crucial 9).

    Para The Economist es muy difícil que pierdan protagonismo las empresas de alimentos fuertemente consolidadas. Esto se debe a tres razones: primera, las empresas tienen la capacidad de atender a las demandas de consumidores que buscan opciones nutritivas y bajas en calorías. Segunda, para la industria alimentaria, desarrollar y lanzar un nuevo producto es un proceso relativamente rápido que abarca entre seis y nueve meses, así lo deja de manifiesto Mark Schneider, director ejecutivo de Nestlé. Tercera, las empresas cuentan con profundas redes entre supermercados y minoristas, lo cual les facilita colocar inmediatamente en los estantes sus productos una vez que están listos.

    Algo en qué pensar

    Los legisladores de algunos países ya están implementando medidas en contra del consumo de los alimentos ultraprocesados. En noviembre de 2024, Colombia impuso un impuesto sobre una variedad de UPF. Por su parte, en Bélgica, Brasil, Canadá y otros lugares las guías alimentarias recomiendan evitar el consumo de UPF. Carlos Monteiro, de Brasil, sugiere el etiquetado de los UPF para alertar a la población sobre los riesgos a la salud.

    La respuesta de la industria de los alimentos ultraprocesados ha variado desde el escepticismo hasta los juicios suspendidos. Ramón Laguarta, director ejecutivo de PepsiCo, manifestó en enero de 2024 que no cree en el término de UPF; Schneider, únicamente ha expresado que Nestlé sigue de cerca el debate.

    Hasta ahora la industria alimentaria ha prosperado a pesar de las preocupaciones en torno a la salud de los consumidores. Ni la clasificación de UPF, la elección individual o los fármacos para bajar de peso han podido hacerle frente, dado su poder y capacidad adaptativa. Para The Economist los mayores desafíos provendrían de las presiones de gobiernos y la revisión de los procesos de fabricación por parte de las empresas, es decir, la eliminación de aditivos que acorten la vida útil de los productos y reduzcan las ganancias.

Datos cruciales: 

    1) Las diez empresas más valiosas de alimentos envasados y bebidas no alcohólicas de Occidente tienen una capitalización de mercado combinada de alrededor de un billón de dólares. Su margen operativo promedio el año pasado fue de 17%; en comparación, los supermercados ganan solo entre 2% y 4%. El 14 de agosto de 2024, Mars, gigante de alimentos envasados, anunció su adquisición de Kellanova (fabricante de Pringles y Pop-Tarts), por 36 miles de millones de dólares. No es la única empresa que está apostando fuertemente por los productos calóricos. En noviembre de 2023, Smucker's, un proveedor de mermeladas y mantequillas de maní, adquirió su adquisición de Hostess Brands, fabricante de Ho Hos y Twinkies, por 6 miles de millones de dólares.

    2) Desde la década de 1990, la proporción de alimentos ultraprocesados en las dietas mundiales ha aumentado. Hoy en día representan aproximadamente la mitad de la ingesta calórica en Estados Unidos, Reino Unido y Canadá.

    3) De acuerdo con el banco HSBC, la demanda global de alimentos aumentará más de 40% entre 2024 y 2040.

    4) Alrededor de la mitad de los ingresos de Coca-Cola provienen de mercados fuera de Occidente.

    5) El banco Morgan Stanley estima que entre 7% y 9% de los estadounidenses podría estar tomando medicamentos para la pérdida de peso para 2035, provocando una reducción en la demanda general de 3% de cereales y de 5% de helados. La gráfica 1 ilustra el efecto estimado de los medicamentos para bajar de peso en el porcentaje de volumen de consumo de alimentos para 2035. Los resultados se basan en una encuesta de 300 pacientes que consumen GLP-1, un fármaco para bajar de peso.

    6) Compañías farmacéuticas como Novo Nordisk, de origen danés, y Eli Lilly, su rival estadounidense; han desarrollado medicamentos para la pérdida de peso como Wegovy y Zepbound, respectivamente. Por ahora, el alto costo y la inconveniencia de las inyecciones semanales implican que solo una pequeña parte de la población en países ricos está tomando estos medicamentos. Pero se espera que su adopción aumente a medida que la competencia reduzca los precios y las versiones en píldora lleguen al mercado.

    7) La ingesta diaria promedio de calorías de las personas en los países ricos ha aumentado 20% desde la década de 1960, alcanzando las 3 500 calorías, cifra muy por encima de lo que los cuerpos necesitan.

    8) Un análisis de la firma de investigación Grocery Doppio revela que los consumidores de medicamentos para bajar de peso reducen su gasto en comestibles en 11% en promedio y el gasto en snacks y confitería cae más de la mitad.

    9) Nestlé se fijó como objetivo aumentar en 50% las ventas de productos “más nutritivos” antes de que termine la década de 2020.

Nexo con el tema que estudiamos: 

    El texto deja al descubierto el poder y la adaptabilidad de las grandes empresas alimentarias, especialmente en el contexto de la creciente preocupación por la salud pública debido a los alimentos ultraprocesados (UPF). Los grandes imperios alimentarios han sabido aprovechar la demanda de productos baratos y altamente calóricos en mercados de países en desarrollo, impulsando un modelo de alimentación que maximiza beneficios a expensas de la salud. Este fenómeno refleja la competencia entre grandes empresas en un entorno de consumo masivo, donde las corporaciones no solo controlan el mercado, sino también imponen regímenes alimentarios globales que perpetúan el consumo de productos dañinos.

    Aunque algunos países han implementado impuestos o guías alimentarias para reducir el consumo de estos productos, el impacto ha sido limitado debido a la capacidad de adaptación de las empresas para lanzar nuevos productos "saludables" rápidamente. Así, las transnacionales juegan un papel central en el colapso sistémico del sistema alimentario, ya que perpetúan un modelo que prioriza la rentabilidad por encima de la salud pública.