Silvia Ribeiro es una investigadora y periodista uruguaya. Directora del Grupo ETC (Asociación sobre Erosión, tecnología y Concentración), asociación internacional especializada en la investigación y difusión acerca de la actividad de corporaciones agroalimentarias, los impactos de las nuevas tecnologías y movimientos populares. Es redactora en la Jornada y Desinformémonos. Fundadora de la revista latinoamericana de Biodiversidad.

Las Granjas Carroll en México se encuentran en el ojo del debate público. Propiedad de Smithfield (la mayor productora industrial de cerdos en Estados Unidos y subsidiaria de WH Group de China), Carroll es la trasnacional porcícola mas grande a nivel global. El 20 de junio de 2024, la compañía ordenó -apoyada por La Fuerza Civil de Veracruz- reprimir violentamente las protestas pacíficas de los campesinos afectados por su accionar contaminador, lo que se saldó con asesinato de dos campesinos (los hermanos Jorge y Alberto Cortina Vázquez^[1]).

El Movimiento de Defensa del Agua en la Cuenca Libres Oriental^[2] se ha erigido como una de las principales organizaciones civiles en defensa del agua, el territorio y la salud en la región^[3]. La transnacional, por su parte, acapara el agua limpia, contaminando los mantos freáticos de los que los habitantes se abastecen diariamente (produciendo daños ambientales y enfermedades en toda la Cuenca).

Las Granjas Caroll son, además, un actor crucial en la demanda Estados Unidos contra México para imponer el uso/importación de maíz transgénico en el país. La producción de industrial de cerdo, pollo, res y comida ultra procesada (ligada a las principales causas de muerte en México, por contaminación o enfermedades cardiovasculares y renales) se posiciona como la principal importadora de maíz transgénico en el país. Los criaderos de Caroll también son un foco de posibles enfermedades infecciosas -la gripe A (H1N1), por ejemplo, que se origino en una de ellas-.

El maíz transgénico es asociado, por las empresas, a bajos costos que, en gran medida, se deben a la subvención del gobierno de los Estados Unidos, así como al no reflejo de los costos ambientales/sanitarios reales de su producción (dato crucial 1). Su importación es también parte de la competencia desleal que afecta la producción nacional de alimentos: los productores chicos y medianos, que usan maíz blanco en la elaboración de masa y tortillas, se ven obligados a fijar precios según los costos del maiz importado.

Granjas Caroll y otras empresas importadoras de maíz transgénico constituyen actores clave que evitan que México alcance la autosuficiencia alimentaria, pero (paradójicamente) a las que las políticas gubernamentales parecen apoyar (impulsando las megagranjas de cría de cerdo y el aumento de la importación de maíz), en contra de los productores nacionales de semillas.

No es un secreto que Conagua otorga todos los años numerosas concesiones de agua a Carroll, limitandolas para las y los campesinos (dato crucial 2), mientras la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) la declara como “empresa modelo a nivel mundial”, facilitando la importación, desatendiendo la producción nacional y promoviendo el registro/depósito del maíz nativo en bancos de germoplasma a disposición de las empresas, desconociendo y reprimiendo por el camino a quienes se oponen a tales medidas.