The Hidden Environmental Costs of Food
DePillis, Lydia, Manuela Andreoni y Catrin Einhorn [2024], "The Hidden Environmental Costs of Food ", The New York Times, New York, 19 de septiembre, https://www.nytimes.com/interactive/2024/09/19/climate/food-costs-protei...
Lydia De Pillis, es periodista y especialista en historia. Cubre temas que tienen que ver con la economía, bienes raíces y uso de la Tierra en The Washington City Paper, tecnología en The New Republic, trabajo y finanzas en The Washington Post y la industria energética en The Houston Chronicle. Se unió a The Times en 2022.
Manuela Andreoni, es periodista y comenzó a trabajar en el Jornal do Brasil en 2009, escribió sobre desastres ambientales, corrupción, violencia urbana y otros temas de América Latina para publicaciones de Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos. En 2018 se unió al New York Times en Brasil.
Catrin Einhorn, es periodista en el The New York Times, cubre la biodiversidad y el clima. Se centra en cuestiones relacionadas con la vida silvestre, los ecosistemas y la naturaleza.
Los autores en este artículo tocan un tema muy importante para la economía, la sociedad y el medio ambiente. El estudio de “la contabilidad de los costos reales”, es un sistema desarrollado por economistas, el cual expone el daño ambiental causado por los diversos tipos de agricultura. Creen que esta metodología argumenta el porqué al exhibir los costos reales climáticos se generaría una mayor conciencia en los consumidores.
True Price, una organización holandesa pionera en contabilidad de costos al por menor, en colaboración con las Naciones Unidas y la Fundación Rockefeller, desarrolló un sistema de datos para comparar los costos ambientales estimados de los alimentos producidos en Estados Unidos. Estos costos se dividen en tres categorías principales: el impacto del cambio climático derivado de las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso del agua y los efectos sobre los ecosistemas debido al uso del suelo, incluyendo la pérdida de biodiversidad.
No obstante, este enfoque ha sido criticado por la complejidad de calcular con precisión el valor monetario de costos tan subestimados y poco claros. A pesar de estas limitaciones, algunos gobiernos están comenzando a diseñar políticas que consideren los efectos ambientales de la producción de alimentos (dato crucial 1).
Los autores realizaron un ejercicio utilizando los costos aplicados en Walmart.com para hacer la comparación con precios al por menor, se puede ver esta disparidad en precios de venta y costos ambientales. Con esto se busca la evaluación entre el precio de venta al público contra el de los costos ambientales requeridos para su producción.
Carne
La carne de res es el alimento con mayor impacto ambiental debido a su ineficiencia en la conversión de alimento en carne, ya que solo 4% de la proteína que consume el ganado se traduce en carne, además de las enormes emisiones de metano provenientes de sus eructos, un potente gas de efecto invernadero. Gran parte del impacto se debe al uso extensivo de tierra para cultivar su alimento, siendo en América del Norte más del doble que en Europa. Este costo ambiental se agrava si la producción desplaza ecosistemas ricos en biodiversidad o con alto potencial de almacenamiento de carbono. A ello se suman los efectos negativos para la salud humana por el consumo excesivo de carne, que no fueron considerados (datos cruciales 2 y 3).
Queso
El queso tiene un impacto ambiental mayor que el pollo o el cerdo por libra, principalmente debido a las emisiones de metano asociadas con las vacas lecheras, aunque menores que las de la carne de res, y al uso extensivo de tierras de cultivo y pastizales para su alimentación. Además, la producción de queso requiere grandes cantidades de agua, ya que las vacas lecheras consumen entre 30 y 50 galones diarios, especialmente en el oeste de Estados Unidos, donde el uso total de agua en granjas ha aumentado a pesar de mejoras en la eficiencia de la producción de leche. Los quesos frescos y blandos, no obstante, tienen un menor impacto ambiental (dato crucial 4).
Pollo
El pollo tiene un menor impacto ambiental que la carne de res y el cerdo debido a su menor tamaño, rápido crecimiento y menor emisión de metano al no ser rumiantes. Además, producen menos estiércol y requieren menos alimento, con una eficiencia promedio de una libra de carne por cada dos de alimento, aunque esto implica criarlos en condiciones industriales que afectan su bienestar, un aspecto no considerado en el análisis. Sin embargo, el consumo global de pollo es significativo, representando más de un tercio del alimento animal producido, principalmente maíz y soja. Gran parte de esta producción se destina a pepitas y alimentos procesados, cuya fabricación conlleva costos ambientales adicionales, como el alto uso de agua (dato crucial 5).
Tofu
La soja es uno de los cultivos más importantes y de rápido crecimiento, principalmente destinados a la alimentación animal, aunque consumirla directamente, por ejemplo, como tofu, es mucho más eficiente. El tofu ofrece aproximadamente la mitad de proteína que la carne y utiliza menos agua que otras proteínas vegetales, como las lentejas. Sin embargo, las fábricas que lo producen pueden generar emisiones significativas si usan energía de combustibles fósiles. Además, aunque la soja cultivada en Estados Unidos generalmente no está vinculada a la deforestación reciente, su cultivo ocupa tierras con un costo ambiental de oportunidad. En países como Brasil, el aumento en la demanda de soja, impulsado por el consumo de carne, ha llevado a la deforestación de nuevas áreas. También se utilizan pesticidas como el glifosato, considerados dañinos para la salud, aunque estos impactos no se reflejan en los análisis ambientales habituales (dato crucial 6).
Garbanzo
El garbanzo es una fuente de proteína de bajo impacto ambiental, ya que requiere poca agua o fertilizante y puede cultivarse sin riego, incluso en regiones áridas. Además, enriquece el suelo cuando se rota con otros cultivos. Una taza de garbanzos cocidos proporciona una cantidad de proteína similar a una porción promedio de carne, siendo una alternativa sostenible junto con las lentejas. Sin embargo, el mayor impacto ambiental de los garbanzos ocurre en la etapa del consumidor, especialmente al cocinarlos. Aunque rehidratarlos toma más tiempo que las lentejas, las ollas a presión son una opción más eficiente energéticamente que hervirlos en una olla abierta (datos cruciales 7 y 8).
El artículo omite varios aspectos importantes, como el hecho de que el mayor costo ambiental recae sobre el consumidor final. Esto plantea una pregunta crucial: ¿podrían los precios más altos fomentar un consumo consciente de ciertos alimentos?
En general, los consumidores no estarían dispuestos a pagar precios elevados para compensar el impacto ambiental de la producción, y esto representa un desafío adicional para las personas de bajos recursos, quienes no podrían acceder a estos productos. Además, incluso si se cubrieran los costos al por menor, no sería suficiente para mitigar por completo el daño ambiental.
El Instituto de Impacto, una organización vinculada a True Price, ha llevado a cabo experimentos en los Países Bajos, aplicando un "precio al por menor" y un "precio en caja". En Alemania, un supermercado implementó esta estrategia, cobrando precios reales, lo que resultó en una disminución en la compra de carnes y quesos. Con estos resultados, los autores esperan que las empresas agroalimentarias y los agricultores tomen conciencia y adopten mejoras en sus prácticas operativas.
Cuántos datos podrían cambiar el sistema alimentario
¿Puede ayudar el impacto de las pegatinas?
El texto aborda el concepto "precios reales" en la industria alimentaria, que reflejan no solo el costo económico, sino también el impacto ambiental y social de los productos. Aunque aumentar los precios podría desalentar a los consumidores, estudios y experimentos en Europa han demostrado que mostrar o aplicar estos precios puede influir en las decisiones de compra, reduciendo el consumo de alimentos de alto impacto, como carnes y quesos incentivando el consumo de productos de origen vegetal. El objetivo es promover opciones más sostenibles, como alimentos de origen vegetal, y permitir que los consumidores elijan productos con menor impacto ambiental sin eliminar categorías completas.
A dónde va el dinero de los impuestos
La implementación de precios reales podría motivar a los gobiernos a reconsiderar los subsidios que actualmente abaratan productos como la carne y los lácteos, financiados con miles de millones de dólares en impuestos, como los destinados a seguros para agricultores que producen alimentos para animales.
Mejores datos, producción de alimentos más inteligente
Al poner en marcha la iniciativa de precios reales se podría motivar a agricultores y empresas agroalimentarias a adoptar prácticas más sostenibles, como el uso eficiente de recursos, energía renovable y mejoras en la calidad del suelo. Aunque estos cambios pueden parecer costosos, pueden reducir costos reales y generar beneficios a largo plazo. Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en 2023 destacó el potencial transformador de la contabilidad de costos reales para promover negocios sostenibles, aunque subraya la necesidad de estandarizar métodos y recopilar más datos para maximizar su impacto.
1.-El estado de Nueva York está trabajando con investigadores de la Universidad de Cornell para desarrollar una herramienta que los incorpore en las decisiones de adquisición, en lugar de elegir solo la oferta más barata. Y Dinamarca está introduciendo el primer impuesto del mundo sobre el metano emitido por vacas, cerdos y ovejas.
2) En la infografía 1, se puede apreciar que con un precio al consumidor promedio de $5.34 por libra, su costo ambiental estimado es de $22.02 adicionales debido a su impacto en emisiones de metano, uso de tierra y agua.
3.- Por cada 100 gramos de proteína que una vaca consume, menos de 4 gramos terminan en la carne que comemos. Las vacas son rumiantes, y sus eructos envían enormes cantidades de metano, que calienta el planeta, a la atmósfera. Eso se suma a las emisiones de metano en Estados Unidos provenientes de la industria de combustibles fósiles, que están en aumento.
4.- El precio del queso es de $3.74 por libra suma $3.76 en costos ambientales, principalmente por la producción de alimentos para el ganado y el consumo de agua.
5.- El precio del pollo es en promedio de $2.20 por libra, los costos ambientales estimados son $1.83 adicionales, derivados de emisiones, consumo de agua y efectos en los ecosistemas por el cultivo de alimentos para su alimentación.
6.- En el caso del tofu, con un precio de $2.42 por libra, agrega solo $0.21 de impacto ambiental.
7.- Para el garbanzo, su costo ambiental es de $0.74 adicionales por libra, con un precio inicial de $1.46.
8.- 0.25 g de taza de garbanzos cocidos tiene el equivalente en proteína a una onza de carne cocida, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Este tema es muy controversial, pues se hace muy poca reflexión sobre lo que se consume diariamente, la destrucción del ambiente está implícito en el sector agroalimentario pues, necesita la expansión y un alto consumo de bienes primarios. Las empresas son las que tienen las armas necesarias para poder hacer una mejora en sus procesos, la sociedad también al hacerse conscientes de lo que conlleva crear cada alimento que nos llevamos a la boca. No quiere decir que dejemos de consumirlos totalmente, simplemente que reduzcamos su consumo.