How China Took Over the World's Rare Earths Industry
Bradsher, Keith [2025], "How China Took Over the World's Rare Earths Industry", The New York Times, New York, 16 de abril https://www.nytimes.com/2025/04/16/business/china-rare-earths-us.html
Keith Bradsher es jefe de la oficina de The New York Times en Beijing. Está especializado en economía china, comercio internacional y sectores como la energía y la industria automotriz. También colabora en la cobertura de temas políticos, geopolíticos y de derechos humanos en China.
En 2010, China modificó el equilibrio de poder en la cadena de suministro global al usar su control sobre las tierras raras como mecanismo de presión. Durante una disputa territorial, impuso un embargo a Japón, afectando su industria tecnológica y causando alarma en la prensa nacional. Aunque el embargo solo duró siete semanas, el episodio marcó un precedente, ya que inmediatamente después Pekín emprendió una ofensiva nacional para centralizar y controlar aún más la industria, consolidando así su posición como actor hegemónico en este sector estratégico.
China había invertido en plantas productoras de imanes en Ganzhou, desplazando a la transnacional japonesa Hitachi Metals (ahora Proterial), cuya sucursal en Carolina del Norte, Estados Unidos, operó entre 2011 y 2013 antes de cerrar, incapaz de competir con los precios más bajos de los proveedores chinos.
Además, China aceptó la entrada de empresas japonesas productoras de imanes: Proterial, Shin-Etsu Chemical Company y TDK Corporation, que acceden a los recursos estratégicos del territorio chino.
Posteriormente, Pekín nacionalizó la industria minera bajo la empresa estatal China Rare Earth Group, confiscando minas privadas en Longnan, reduciendo el contrabando (que representaba hasta la mitad de la producción nacional) y eliminando la corrupción en el sector, anteriormente dominado por mafias en connivencia con funcionarios locales, quienes fueron arrestados.
Aunque el texto alude brevemente a esta situación, conviene destacar que el crimen organizado jugó un papel central en el descontrol previo a la nacionalización, operando redes paralelas de extracción y exportación que minaban la autoridad estatal y desestabilizaban los precios internacionales.
Como si no fuera suficiente con su dominio en la extracción y procesamiento de tierras raras, China blindó su estrategia económica desde lo político, institucionalizando su enfoque a través de discursos de alto nivel. En 2020, el propio presidente Xi Jinping declaró que la dependencia internacional de las cadenas de suministro hacia China debía consolidarse como un objetivo estratégico, con el fin de reforzar la seguridad nacional.
Esta postura, expresada tras su visita a una planta clave en Ganzhou, demuestra que la supremacía china en industrias críticas no es fortuita, sino parte de un plan deliberado impulsado desde la cúpula del poder para ejercer influencia geoeconómica mediante su posición en el mercado de tierras raras.
Estos acontecimientos llevaron a Japón a reducir su dependencia de China. El gobierno y el consorcio Sumitomo Group invirtieron en la minera australiana Lynas, que ahora extrae y refina 60 % de las tierras raras ligeras japonesas y, pronto, también las pesadas en Malasia. Los fabricantes nacionales comenzaron a almacenar tierras raras para dos años, mientras que la producción de fábricas se trasladó a Vietnam, aprovechando la mano de obra barata.
Por otro lado, Estados Unidos, independientemente de si gobiernan administraciones republicanas o demócratas, ha mostrado una creciente dependencia de imanes fabricados con tierras raras, los cuales poseen propiedades superiores a los del hierro convencional y son esenciales para motores eléctricos de vehículos, turbinas eólicas, sistemas de defensa y equipos de alta tecnología. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos recientes, la mina de MP Materials —la única operativa a gran escala en el país— produce en un año lo que China genera en un solo día.
Esta desventaja no es reciente, sino el resultado de una pasividad sostenida durante al menos quince años, en los que no se implementaron políticas industriales consistentes para reactivar la minería nacional o diversificar las cadenas de suministro. Factores como regulaciones ambientales estrictas, la reticencia de inversionistas privados a asumir los riesgos del sector y la falta de subsidios públicos o infraestructura adecuada han impedido que surjan alternativas viables fuera de China.
A pesar de que se menciona la diferencia productiva, no siempre se contextualiza el alcance del dominio chino en términos de exportación, ni su papel en sectores estratégicos: el país asiático abastece la gran mayoría de imanes necesarios para industrias críticas como la automoción eléctrica, la energía renovable y la defensa. Así, la combinación de dependencia tecnológica y falta de acción estructural coloca a Estados Unidos en una posición vulnerable dentro de la geopolítica de los recursos estratégicos.
1) Hasta 2025, China produce 90 % de los imanes del mundo y continúa ampliando su capacidad industrial, con la expansión de dos de las mayores fábricas en Ganzhou.
2) Estados Unidos fue líder en el minado de tierras raras hasta 1995, pero perdió su posición tras la entrada de China con exportaciones baratas. Aunque reanudó la minería en 2017 tras una inversión de 1 500 millones de dólares, sigue dependiendo de China para el procesamiento, y abrir una nueva mina puede tardar hasta 29 años.
La disputa por el control de las tierras raras ha evidenciado cómo estos recursos estratégicos no solo impactan en la economía global, sino que también se han convertido en herramientas clave de poder geopolítico. Aunque el mercado mundial es reducido y arriesgado para inversionistas, China ha logrado consolidar una posición dominante gracias a una estrategia hegemonista clara, al punto de que Estados Unidos ha desistido parcialmente de competir en este sector. Esta supremacía china busca mantener la dependencia de Occidente como mecanismo de disuasión y control en el escenario internacional.