It's Not Hard to Imagine a Chinese-Led Global Economy

Cita: 

Wallace-Wells, David [2025], "It's Not Hard to Imagine a Chinese-Led Global Economy", The New York Times, New York, 16 de abril https://www.nytimes.com/2025/04/16/opinion/china-trade-economy.html

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Abril 16, 2025
Tema: 
Estados Unidos en declive, sus aliados lo excluyen y China asciende
Idea principal: 

    David Wallace-Wells es un escritor científico y ensayista que explora el cambio climático, la tecnología, el futuro del planeta y cómo vivimos en él. Actualmente, escribe para The New York Times.


    La incertidumbre económica en Estados Unidos superó los niveles registrados durante el punto más crítico de la pandemia bajo la gestión de Trump. La economía mostró señales preocupantes: se anticipó una recesión, hubo despidos en la industria automotriz y un marcado pesimismo hacia los activos estadounidenses por parte de los fondos de inversión (dato crucial 1).

    El mercado bursátil está acercándose a una irrealidad en la que sus acciones tengan el valor de un meme coin -criptomoneda basada en referentes culturales de internet que se caracterizan por tener un valor volátil-, situación similar a una estafa.

    Derivado de estas inestabilidades en el plano financiero, estados con gobiernos socialistas-democráticos o de izquierda a nivel global desarrollaron un nuevo sistema mundial de contención hacia Estados Unidos y su imperio rapaz, excluyendo a la supernación estadounidense de manera pública, y aliándose con China. Comenzó España con planes para blindar sus relaciones con China, después de que Scott Bessent, Secretario del Tesoro enfatizará el declive de España al aliarse con China. Posteriormente, se sumó Francia tras las declaraciones de Emmanuel Macron sobre instalar una delegación en Pekín en julio e invitar a toda Unión Europea a retirar inversiones empresariales de Estados Unidos así como imponer represalias arancelarias como impuestos a toda la gama de productos tecnológicos provenientes de Estados Unidos (dato crucial 2).

    De este modo, es posible visualizar el declive del orden económico de 1945 a 2025, tal como aseveró el nuevo liberalista global, primer ministro de Canadá, Mark Carney, a la par de Unión Europea que declaró la muerte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en el Financial Times-periódico de origen británico-.

    La guerra comercial de Estados Unidos evidenció su incapacidad para reafirmar su hegemonía. No obstante, el nuevo escenario internacional alberga múltiples complejidades que impiden que se considere como un juego de suma cero en el que hay un solo ganador y un notorio perdedor: mientras China lidia con un crecimiento ralentizado, envejecimiento poblacional, desempleo juvenil y dificultades para proyectar poder blando -influencia cultural-, la construcción simbólica de la preeminencia estadounidense también mostró fisuras. Así, incluso la idea de un siglo chino comenzó a tambalear, desafiando visiones de un futuro global estrictamente bipolar.

    Los seguidores de Donald Trump sostienen que la guerra comercial impulsada contra China fue una medida estratégica para frenar el creciente dominio de ese país en la manufactura global, frente al estancamiento productivo de Estados Unidos, cuya capacidad de producción ha disminuido de forma considerable. Sin embargo, esta estrategia ha sido ampliamente considerada como ineficaz: más allá de imponer aranceles de forma errática, careció de compromisos sólidos de inversión gubernamental y de estabilidad política. Su impacto más notable fue de carácter mediático. Aun con estos esfuerzos, China logró avanzar significativamente, no solo en lo económico (datos cruciales 3 y 4).

    Mientras que Estados Unidos centró su atención en la inteligencia artificial y en preservar una posición de liderazgo económico, China invirtió fuertemente en energías renovables e incorporó de manera más efectiva el uso de la inteligencia artificial. Actualmente, China mantiene una posición cada vez más dominante en el registro de nuevas patentes, superando a Estados Unidos. Aunque estas no son una medida perfecta del desarrollo tecnológico, reflejan una brecha creciente entre ambos países. En el terreno de la investigación académica, el gasto chino en instituciones universitarias y gubernamentales ya había sobrepasado al de Estados Unidos incluso antes del inicio de la guerra comercial. A esto se sumó una política interna que afectó a las universidades de élite estadounidenses, llegando a expulsar estudiantes con visas y afectando directamente la fuerza académica y científica del país, mientras que figuras como Elon Musk impulsaron recortes presupuestarios a través del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, que redujo el gasto público en miles de millones de dólares.

    En el sector farmacéutico, China ha tenido un avance sobresaliente. Mientras que en 2010 su participación en la producción global de medicamentos era casi insignificante, hoy es el segundo mayor desarrollador de nuevos fármacos. Entre 2020 y 2024, el valor de los medicamentos desde China a nivel mundial se multiplicó por quince, según datos de The Economist.

    Además, su participación en ensayos clínicos internacionales pasó de 4% en 2013 a 28% en 2023. En términos de publicaciones científicas, China ha superado tanto a Europa como a Estados Unidos en la cantidad de artículos de alta calidad. También ha logrado una posición destacada en disciplinas clave como ciencia de materiales, ingeniería, química y ciencias de la computación, donde ya representa más de 60% de la investigación más avanzada (dato crucial 5).

    El sector automotriz eléctrico ilustra también el desplazamiento de liderazgo. Durante gran parte del segundo mandato de Trump, Elon Musk vinculado a la industria de autos eléctricos fue una figura influyente en el gobierno, pero desde diciembre el valor de las acciones de su empresa de autos Tesla cayó cerca de 50 %, al igual que sus ventas en Europa. En contraste, la empresa china Build Your Dreams (BYD), especializada en vehículos eléctricos, ha experimentado un crecimiento acelerado: desde 2020 sus ventas globales se multiplicaron 1 400%, y se espera que duplique sus ventas en Europa en 2025.

    Otro aspecto relevante es la configuración de las élites económicas nacionales, la cual también revela una diferencia significativa. En Estados Unidos predominan perfiles vinculados al capital financiero, mientras que en China el liderazgo se compone en gran medida de ingenieros, lo que refleja una estrategia centrada en la producción, la tecnología y el conocimiento técnico como pilares del poder nacional.

    Estados Unidos aún no alcanza un punto de quiebre definitivo, pero su administración actual impulsa una etapa de competencia geoeconómica marcada por el enfrentamiento y el repliegue. La presidencia descarta cualquier tipo de alianza con gobiernos que no compartan su línea ideológica. En lugar de fortalecer la cooperación internacional, reduce los recursos destinados a investigación y desarrollo, y traza como ruta avanzar de manera unilateral en temas clave como comercio, cambio climático, ciencia y salud pública.

    Un ejemplo clave se observa en el comportamiento de los bonos del Tesoro, también conocidos como bonos del Estado. La disminución en la demanda de estos bonos revela una creciente preocupación sobre la sostenibilidad fiscal de Estados Unidos y la credibilidad de su modelo económico.

    En el escenario internacional, varias economías replantean sus prioridades. Vietnam, por ejemplo, cuya economía depende 30% de exportaciones hacia el mercado estadounidense, firmó recientemente 45 acuerdos comerciales con China. Este movimiento confirma el reposicionamiento estratégico de países que optan por diversificar sus vínculos comerciales ante el retraimiento de Estados Unidos.

    Tampoco existe consenso interno. Dentro del propio Partido Republicano y entre distintos actores financieros, se cuestiona la viabilidad del modelo comercial propuesto por el Donald Trump. La experiencia demuestra que, sin una estrategia clara ni respaldo internacional, las guerras comerciales tienden a generar más pérdidas que beneficios para quien las inicia.

Datos cruciales: 

    1) En 2025, los viajes turísticos desde Canadá cayeron más de 70 % y desde Europa, cerca del 30 % frente al mismo periodo del año pasado. Tras el “Día de la Liberación” -El 2 de abril, día que Trump nombró así, tras anunciar arancel universal del 10% sobre todas las importaciones a Estados Unidos, además de tarifas aún más altas para 60 países-, las exportaciones de Estados Unidos se redujeron casi un tercio y las importaciones, casi dos tercios, reflejando una caída en su imagen internacional.

    2) En el año 2000, 8 de cada 10 países comerciaban más con Estados Unidos que con China. En 2025, 7 de cada 10 tienen a China como su mayor socio comercial. Esta transición revela cómo China desplazó a Estados Unidos como centro del comercio global, consolidando una forma de influencia geoeconómica no basada en la confrontación, sino en la interdependencia.

    3) En 2025, según modelos de Bloomberg -datos en tiempo real que proyectan escenarios económicos y comerciales-, 30% de los socios de Estados Unidos podrían recuperarse por completo de una interrupción total del comercio con ese país en un año; en cinco años, lo haría más de la mitad. Bajo la estructura actual, los aranceles solo amplían la ventaja de China, empujando a más países a alejarse de Estados Unidos, lo que pone en duda su eficacia como estrategia. https://www.bloomberg.com/

    4) La participación de China en la manufactura global ha crecido tanto que para 2030 se espera que alcance siete veces lo que era en el año 2000; la de Estados Unidos se habrá reducido a la mitad.

    5) En 2025, se considera que China instala de forma rutinaria tanta energía solar como el resto del mundo combinado, produce 90% de los paneles solares del planeta y más de tres cuartas partes de sus baterías eléctricas. Como parte de su respuesta arancelaria, ha detenido la exportación de varios metales y minerales raros; produce también 90% de la oferta mundial.

Nexo con el tema que estudiamos: 

    El caso estadounidense revela una paradoja crítica: proyecta poder hacia el exterior con una intensidad que contrasta con la fragmentación institucional que experimenta internamente. Su cultura política parece cada vez más disociada de las realidades sociales internas, alimentando tensiones y descontento. Las consecuencias de un liderazgo impredecible —al que ciertos analistas describen como el de un “rey loco”— ya se hacen evidentes en la pérdida de cohesión nacional y en decisiones de política exterior inconsistentes.

    Estados Unidos se ha convertido en una “Pequeña América”, reflejo de su pérdida de influencia incluso entre aliados históricos como España, Francia o Unión Europea. Estos actores no solo están disminuyendo sus vínculos diplomáticos, sino también limitando sus relaciones comerciales y de inversión con Washington. En una jugada simbólica y estratégica, comienzan a replicar las tácticas de la guerra arancelaria que alguna vez impulsó Estados Unidos, implementando incrementos impositivos y restricciones a la importación de productos estadounidenses. Esta respuesta marca un giro importante: los antiguos aliados ahora adoptan posturas defensivas frente a un socio que ya no consideran confiable o central en su arquitectura económica.

    Al mismo tiempo, estos países están fortaleciendo sus vínculos con China, que se posiciona al alza en sectores fundamentales como la tecnología, la sostenibilidad ambiental, la explotación de minerales raros, la educación superior, la ingeniería, la manufactura avanzada, la investigación científica y el desarrollo de inteligencia artificial.

    De persistir esta trayectoria, el aislamiento estadounidense será más pronunciado, debilitando su rol en el orden global. Frente a esta pérdida de hegemonía, no sería descabellado pensar que Estados Unidos recurra nuevamente a estrategias que busquen desestabilizar el ascenso chino, en un intento de restaurar su primacía. La historia nos recuerda que las potencias en declive rara vez retroceden sin resistencia; el desafío está en cómo el mundo responderá a esa tensión en una era profundamente interdependiente.

    Finalmente, hay que retomar la advertencia del autor, acerca de los límites y problemas que enfrenta China. Además de las señaladas es preciso considerar la fuerte asimetría militar y el autoritarismo que frenan el avance chino.