Making it, breaking it. China's future rests on 200m precarious workers
The Economist [2025], "Making it, breaking it. China's future rests on 200m precarious workers", The Economist, 20 de septiembre, https://www.economist.com/finance-and-economics/2025/09/18/chinas-future...
La situación de muchos trabajadores chinos es alarmante y resultará determinante para el futuro económico de dicho país. Sucede que una gran proporción de personas económicamente activas no cuenta con un empleo “estándar” ni contratos formales (dato crucial 1). De manera recurrente se ven obligadas a desplazarse grandes distancias en busca de un nuevo empleo flexible y temporal (dato crucial 2).
Ejemplo de lo anterior es el caso del señor Chu, un trabajador flexible chino que recorrió más de 3 mil kilómetros en busca de trabajo. Una vez lo consiguió, tardó 5 días en darse cuenta de que atornillar piezas de celular sin parar durante horas resulta agotador. Decidió renunciar y continuar con su viaje al sur, en busca de nuevas oportunidades.
El caso anterior es solo uno más entre millones similares que experimentan los obreros flexibles chinos. Este grupo constituye lo que se denomina “economía gig”[1]. Dado que no solo ancianos, sino también muchos jóvenes forman parte del grupo, se espera que materialicen su potencial de ciudadano: formen una familia, adquieran una vivienda y contribuyan al progreso económico chino (datos cruciales 3 y 4). En este contexto, determinarán el futuro económico de su nación.
Escenarios económicos de pesimismo e incertidumbre empeoran la situación. La demanda de los consumidores es escasa y disminuye conforme pasan los años. Las ventas y precios de las viviendas siguen el mismo ritmo. Por su parte, el descenso poblacional obligó al Estado a implementar políticas que incentivaran el aumento de natalidad. Finalmente, datos pesimistas vaticinan un escenario adverso para el crecimiento económico (dato crucial 5).
La vida de la economía gig occidental se centra en el sector servicios. Por su parte, su equivalente chino pertenece principalmente al sector industrial (dato crucial 6). Asimismo, las condiciones de trabajo y desplazamiento de estos trabajadores temporales son pésimas, ¿por qué entonces no buscar un empleo formal?
A principios de la década de 2000, el sostén de la economía China eran los trabajadores empleados en mega fábricas similares a miniciudades. En ellas tenían servicios desde vivienda hasta entretenimiento. Aunque el trabajo solía ser muy tedioso, muchos solo se marchaban cunado, regresaban a sus lugares de origen.
Los trabajadores flexibles de hoy en día desprecian tales condiciones de trabajo. A diferencia de las generaciones anteriores, valoran más la flexibilidad y la libertad. Desean tener mayor autonomía a la hora de tomar sus decisiones.
En este contexto, los trabajadores flexibles encuentran formas de aprovechar las distintas oportunidades que aplicaciones en línea les brindan. Desde manejo de taxis hasta trabajos de marketing, estos empleos les permiten mantener ingresos sin verse obligados a cumplir estrictamente con un horario laboral (dato crucial 7).
Las repercusiones de esta dinámica invadieron la cultura popular. En un centro de reclutamiento de Shenzen (llamado Sanhe) surgió un conjunto de trabajadores conocidos como los “dioses de Sanhe”. Estos trabajadores se dedican a trabajar para obtener un ingreso indispensable que les permita pagar pocos días de alquiler y manutención. Después de eso se dedican a holgazanear y disfrutar la vida. Por último, el ciclo se reinicia.
Sin embargo, es imposible ignorar que, a medida que crece la economía gig, las presiones económicas aumentan. Por un lado, los empleos informales permiten que los trabajadores no estén obligados a ahorrar en sus pensiones. Asimismo, la mayoría de los trabajadores urbanos provienen de zonas rurales. Esto significa que no poseen permiso de residencia urbano y, por tanto, no pueden acceder a las prestaciones asociadas. Por último, en muchos casos los trabajadores no pueden costearse un piso.
El futuro que los economistas auguran es todavía peor. Dado que las fábricas son ahora más automatizadas, los trabajadores tienen que especializarse en “microtareas”. De esta forma, su capacitación no tiene incentivos para las empresas. El señor Chu señala que el montaje de fundas de teléfonos o la colocación de etiquetas son las peores “microtareas”.
Más allá de lo que aportan los trabajadores precarios, es importante que consuman (dato crucial 8). Zhang Ning, del banco UBS, menciona que, si logran construir una familia y comprar una vivienda, habrá un cambio significativo en el consumo global (dato crucial 9).
Recientemente el gobierno chino aprobó imponer sanciones a aquellas empresas que nieguen otorgar prestaciones a sus trabajadores. A pesar de ello, resulta incierto cuáles serán este tipo de sanciones. Asimismo, aunque reformas recientes facilitan que trabajadores formales se establezcan en ciudades, los trabajadores temporales permanecen ignorados.
En consecuencia, aumenta la aparición de trabajadores que duermen en parques y debajo de puentes. Se captó incluso a docenas de ellos en el parque de Kunshan. En el mercado de Shenzen se tienen reportes de trabajadores alcohólicos o drogadictos. Dexter Roberts, autor de The Myth of Chinese Capitalism (El mito del capitalismo chino), señala que ahora los jóvenes son menos respetuosos con el Partido Comunista Chino.
No resulte extraño que la aparente tranquilidad y paz del Estado chino se vea interrumpida por jóvenes inquietos e insatisfechos. Los espacios urbanos serán el foco del problema. Precisamente urbes enormes, tecnológicas y ordenadas son una de tantas imágenes que China quiere dar al mundo. En este sentido, será necesario que comiencen a tomar medidas más estrictas, a fin ayudar a los trabajadores a encontrar un lugar propicio para dormir (y otras cosas más).
Notas
[1]La gig economy o economía gig se refiere a un nuevo formato para generar ingresos fuera de la idea de trabajo tradicional en la cual una persona se encarga de realizar una tarea específica, y cobra este servicio de forma independiente (entregas a docimicio, trabajos de limpieza, etc.).
Fuente: Rodríguez, Catalina y Azuara, Oliver [2022], Gig economy: el nuevo paradigma para la generación de ingresos, BID, https://blogs.iadb.org/trabajo/es/gig-economy-el-nuevo-paradigma-para-la..., 2 de octubre de 2025.
1) Más de 200 millones de trabajadores chinos son considerados por el Estado como “trabajadores flexibles”. Significa 25% respecto a la población activa total y 40% respecto a la población activa en las ciudades.
2) La gráfica 1 muestra el aumento en porcentaje de anuncios de "trabajos flexibles" con respecto al total de anuncios de trabajo en China a lo largo del tiempo.
3) La edad media de los trabajadores temporales en las fábricas es de 25 años.
4) Alrededor de 80% de trabajadores flexibles son hombres. Entre 75 y 80% son solteros y no tienen hijos.
5) Algunos analistas prevén que el crecimiento interanual del PIB puede caer hasta 3% en el tercer trimestre del año.
6) 40 millones de trabajadores temporales y precarios laboran en fábricas, 84 millones para empresas en línea, y se cree que muchos más se dedican al marketing o a la construcción y restauración de manera ocasional.
7) La gráfica 2 compara cuánto ganan y qué tan satisfechos están con ese ingreso los trabajadores chinos en varias ocupaciones. La barra roja indica su ingreso promedio mensual en miles de yuanes. El recuadro gris muestra en porcentaje qué tan satisfechos están con ese ingreso.
8) La gráfica 3 muestra el Índice de Confianza del Consumidor en China desde 2010 hasta 2025. Se encuentra en mínimos históricos desde 2022.
9) Junhui Wang, de la Universidad Suroeste de Finanzas y Economía de Chengdou, descubrió que cuando los hogares rurales se convierten en urbanos su consumo aumenta 2.4%.
Las condiciones precarias de trabajo en que se desenvuelven los trabajadores flexibles chinos no es culpa estricta de ellos mismos. Pese a que se indique que la cultura popular escaló al punto de que este grupo posee bien definidos sus hábitos, así como sus formas de entretenimiento y vida, lo cierto es que no son ellos quienes definen tal marco de acción.
La ausencia de incentivos a las empresas para capacitar a sus empleados, así como para ofrecer contratos formales y condiciones dignas de trabajo son parte de la raíz del problema. A ello se suma el hecho de que el Estado chino se muestra reacio a obligar a tales empresas a cambiar sus formas de operación respecto a los obreros.
En este contexto, el individuo trabajador termina siendo victima total de un sistema y entramado de poderes que lo superan en proporciones inmensas. De esta manera, una vez definida su condición, las posibilidades de que la cambie son paupérrimas. Mientras el Estado chino no tome la batuta, como suele presumirlo, sobre este tipo de empresas y el trato a sus trabajadores, estos permanecerán al margen de la sociedad y la “buena reputación” china. De nada sirve que empresas y Estado los culpen por dormir en parques cuando el sistema mismo no les ofrece condiciones accesibles de vivienda.
El cambio tiene que venir desde arriba. Si el estado se muestra laxo con las empresas, estas no harán nada por cambiar el escenario. En todo caso, no resulta sorprendente que el país asiático se muestre dispuesto a sacrificar condiciones de vida dignas de muchos de sus trabajadores a cambio de crecimiento económico (por ahora). Recuérdese el siglo pasado, cuando millones murieron por hambruna mientras alimentaban con su trabajo a la economía nacional. Todo sea por preservar una posición en la disputa por la hegemonía mundial.

