Ecocidio, imperialismo y liberación de Palestina

Cita: 

Hamouchene, Hamza [2025], "Ecocidio, imperialismo y liberación de Palestina", Transnational Institute, 17 de septiembre, https://www.tni.org/es/art%C3%ADculo/ecocidio-imperialismo-y-la-liberaci...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Septiembre 17, 2025
Tema: 
Los impactos ambientales y coloniales del genocidio en Gaza
Idea principal: 

    Hamza Hamouchene es un investigador y activista argelino. Actualmente es el Coordinador del Programa para la Región Árabe en el Transnational Institute (TNI). Es autor/editor de los libros: Dismantling Green Colonialism: Energy and Climate Justice in the Arab Region (2023), The Arab Uprisings: A Decade of Struggles (2022).


    La destrucción sistemática del territorio palestino afecta tanto a la población como a su entorno natural. Los bombardeos israelíes generan millones de toneladas de escombros y contaminan suelos, aguas y cultivos, destruyendo la base ecológica y agrícola de Gaza. Esta destrucción ambiental forma parte de una larga historia de violencia colonial y control territorial por parte de Israel, donde el daño ecológico está siendo usado como una herramienta de dominación. Es por esto que no puede haber justicia climática global sin la liberación de Palestina.

    Orientalismo ambiental

    La geógrafa Diana K. Davis emplea el concepto de “orientalismo ambiental” para describir las narrativas y los imaginarios europeos que representaban a las tierras árabes como desérticas y degradadas, justificando así la intervención colonial bajo el pretexto de restaurarlas o mejorarlas.

    A través del Fondo Nacional Judío se emprendieron campañas de forestación para borrar los restos de 86 pueblos palestinos destruidos durante la Nakba. Con la excusa de la conservación se plantaron árboles para ocultar los desplazamientos masivos, la destrucción del medio ambiente y la limpieza étnica. Ghada Sasa denomina estas prácticas como “colonialismo verde”, en donde Israel pretende lavar su imagen de apartheid.

    Estas acciones revelan que la destrucción ecológica es parte integral del colonialismo de asentamientos, entendido como una forma de supremacía ecológica que busca reemplazar los ecosistemas nativos por ecologías coloniales. La violencia colonial israelí es también violencia ecológica, pues transforma el territorio, el clima y la vida misma de Palestina, convirtiendo la Nakba en un proceso de cambio climático impuesto colonialmente.

    La crisis climática en Palestina

    La transformación ambiental impuesta por Israel hace que los palestinos sean cada vez más vulnerables a la crisis climática global (dato crucial 1) Se prevé un aumento en la temperatura del planeta que afectará gravemente la agricultura y la seguridad alimentaria (dato crucial 2). Sin embargo, estas vulnerabilidades no son solo climáticas, sino también coloniales derivadas de más de un siglo de ocupación, desplazamiento y opresión sistemática.

    Mientras Israel concentra los recursos y la infraestructura necesarios para adaptarse al cambio climático, los palestinos carecen de acceso a medios básicos para hacerlo. Esta desigualdad se manifiesta especialmente en el acceso al agua, donde Israel controla más de 80% de los recursos hídricos de Cisjordania desde los Acuerdos de Oslo II de 1995. Mientras que la población israelí disfruta de abundancia y tecnología avanzada, los palestinos viven una escasez crónica agravada por la destrucción de la infraestructura hídrica (dato crucial 3).

    La crisis en Gaza es más grave: incluso antes del genocidio actual, solo 30% de los hogares tenía acceso diario al agua, cifra que disminuyó drásticamente durante los recientes ataques israelíes (dato crucial 4).

    Econormalización y ecolavado en la era de las energías renovables

    Israel se presenta como un defensor de las tecnologías verdes, energías renovables y la desalinización en los territorios ocupados de Palestina. Mientras impone un ecocidio y un apartheid sobre el pueblo palestino, se presenta internacionalmente como un modelo ecológico avanzado en un Oriente Medio árido y atrasado. Los Acuerdos de Abraham de 2020 reforzaron esta imagen al vincular a Israel con países árabes como Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán, promoviendo proyectos conjuntos en agua, agronegocios y energía renovable.

    Proyectos como el de Prosperity Blue y Prosperity Green impulsados por Israel, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos aparentan fomentar la cooperación ambiental, pero ocultan el saqueo histórico de los recursos hídricos palestinos (dato crucial 5). Refuerzan su papel de potencia ambiental dominante en la región. La participación de empresas con sede en países del Golfo pérsico revela jerarquías en la región árabe ya que también reproducen dinámicas de extracción y despojo.

    Guerra ambiental y ecocidio en Gaza

    La ofensiva de Israel no solo busca exterminar a la población palestina, sino también destruir su entorno natural. La violencia ecológica en Gaza tiene la forma de la imposición de restricciones al cultivo de los productores palestinos, la destrucción de cultivos de olivos y destrucción de invernaderos. Israel también despliega periódicamente aviones fumigadores que esparcen herbicidas tóxicos y matan plantas en tierras agrícolas palestinas (dato crucial 6).

    Las fuerzas israelíes están perpetuando un ecocidio deliberado en Gaza (dato crucial 7). La mitad de las tierras cultivables y bosques han sido destruidos, el agua subterránea y el aire están contaminados por municiones y fósforo blanco, 95% del agua no es apta para consumo (dato crucial 8). De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente los bombardeos han generado 40 millones de toneladas de desechos peligrosos y gran parte de los escombros contenían restos humanos.

    Palestina contra el imperialismo estadounidense y el capitalismo de combustibles fósiles

    El ecocidio en Gaza revela con claridad cómo la industria militar es un motor central de la crisis climática (dato crucial 9). Las emisiones de carbono también aumentaron debido a los vuelos militares y la fabricación de armas en Estados Unidos.

    Israel y las monarquías del Golfo son pilares del dominio estadounidense en Oriente Medio, una región clave para el control del petróleo mundial. Israel actúa como ancla del imperio ya que provee vigilancia, tecnología y control sobre los recursos energéticos, mientras se integra económicamente a la región mediante acuerdos de normalización como los Acuerdos de Camp David (1978) y los Acuerdos de Abraham (2020).

    La liberación palestina no es solo una causa moral o humanitaria, sino un frente esencial de la lucha global contra el imperialismo, el capitalismo de combustibles fósiles y la supremacía blanca. No habrá justicia climática sin desmantelar el régimen colonial israelí y los regímenes reaccionarios del Golfo, por lo que es necesario fortalecer el movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS) y vincular la lucha palestina con los movimientos internacionales por la justicia ambiental.

    Resistencia y eco-sumud

    A pesar de la devastación material y ecológica, el pueblo palestino mantiene una resistencia arraigada con el concepto de sumud, esta palabra tiene múltiples significados. Se puede definir como un patrón de prácticas de resistencia y adaptación cotidianas a las dificultades de la vida bajo ocupación. También se refiere a la perseverancia del pueblo palestino de permanecer en su tierra y mantener su identidad y cultura ante la violencia israelí.

    El eco-sumud es una forma de resistencia ecológica cotidiana que combina cuidado del territorio, conocimientos autóctonos y prácticas agrícolas tradicionales como actos de supervivencia. Se basa en que las únicas respuestas viables a la crisis ecológica son aquellas que buscan la justicia, soberanía y libre determinación del pueblo palestino.

Datos cruciales: 

    1) Al final de este siglo, las precipitaciones anuales en Palestina podrían disminuir hasta 30%, en comparación con el periodo entre 1961 y 1990.

    2) El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático prevé que las temperaturas aumentarán entre 2.2 y 5.1 °C.

    3) En Cisjordania 600.000 colonos israelíes ilegales utilizan seis veces más agua que los 3 millones de palestinos que viven allí. Los asentamientos israelíes consumen hasta 700 litros de agua per cápita al día, mientras que los palestinos sobreviven con apenas 26 litros de agua por persona, debajo de la cantidad de agua para cubrir las necesidades personales según las recomendaciones de las Naciones Unidas.

    4) En febrero de 2025, mientras la violencia del genocidio continuaba, Oxfam calculó que el volumen de agua disponible en Gaza era de 5.7 litros por persona al día.

    5) Para el proyecto de Prosperity Blue, Jordania comprará 200 millones de metros cúbicos de agua al año de una planta desalinizadora israelí en la costa del Mar Mediterráneo. Esta planta obtendrá energía de una central solar de 600 megavatios ubicada en Jordania (Prosperity Green), que será construida por Masdar, una empresa emiratí de energía renovable.

    6) Entre 2014 a 2018 el Ministerio de Agricultura palestino estimó que los herbicidas dañaron más de 13 kilómetros cuadrados de tierra agrícola en Gaza.

    7) En marzo de 2024 alrededor de 40% de la tierra de Gaza utilizada para la producción de alimentos había sido destruida, mientras un tercio de los invernaderos había sido demolido, lo cual representa 90% en el norte de Gaza y 40% alrededor de la ciudad de Jan Yunis, en el sur.

    8) Desde octubre de 2023 hubo una ruptura y destrucción total de las instalaciones e infraestructura de agua en Gaza, lo que provocó el colapso de los suministros de agua potable y de la gestión del saneamiento.

    9) En cuanto a la guerra genocida en Gaza, en dos meses, las emisiones de carbono anuales de Israel sobrepasaron las emisiones anuales de 20 de los países climáticamente más vulnerables del mundo.

Trabajo de Fuentes: 

Davis, D.K. [2011], ‘Imperialism, orientalism, and the environment in the Middle East: history, policy, power and practice’, in: Davis, D.K. and Edmund Burke (eds.), Environmental Imaginaries of the Middle East and North Africa, Athens, Ohio: Ohio University Press

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) / Programa de Asistencia al Pueblo Palestino [2010], Climate Change Adaptation Strategy and Programme of Action for the Palestinian Authority, https://fada.birzeit.edu/handle/20.500.11889/4319

Molavi, S. C. [2024], Environmental Warfare in Gaza: Colonial Violence and New Landscapes of Resistance, Londres, Pluto

Nexo con el tema que estudiamos: 

    La lucha palestina no es únicamente una cuestión de derechos humanos o soberanía nacional, sino un símbolo profundo de la confrontación entre los pueblos y las lógicas destructivas del capitalismo global. La ocupación israelí no solo es un proyecto político y militar, sino es un modelo colonial dirigido no solo contra los palestinos, sino también contra la tierra que los sostiene.

    El colonialismo y la crisis climática no se pueden analizar por separado. El despojo territorial, la apropiación del agua, el control energético y el ecocidio son expresiones de un mismo sistema basado en la explotación de cuerpos y ecosistemas. Lo que vemos en Gaza es el laboratorio donde se perfecciona un modelo de dominación que combina control militar, despojo ecológico y limpieza étnica.

    Israel no impulsa proyectos de justicia ecológica, sino una extensión de su colonialismo ahora disfrazado de sostenibilidad y cooperación ambiental. En este ecocidio Israel busca aniquilar las condiciones materiales de vida en Gaza, mostrando que el ecocidio es una extensión del proyecto colonial israelí.

    La resistencia palestina traducida en el eco-sumud muestra una forma de vivir y luchar que vincula la justicia ambiental con la autodeterminación y el cuidado de la tierra. La verdadera justicia climática no vendrá de tecnologías verdes controladas por corporaciones o estados, sino de comunidades capaces de tejer modos de vida en armonía con sus ecosistemas.

    En este sentido es necesario recordar las palabras de Andreas Malm: los palestinos no solo luchan por sí mismos, luchan por la humanidad entera, luchan por la idea de humanidad que resiste a la catástrofe en la forma que sea y sigue resistiendo a pesar de las fuerzas considerablemente superiores a las que se enfrentan. Hay muchos motivos para solidarizarse con la resistencia palestina por su propio bien, pero también por el nuestro.