America and China Have Placed Their Wagers. Now We Wait

Cita: 

Wallace-Wells, David [2025], "America and China Have Placed Their Wagers. Now We Wait", The New York Times, New York, 27 de agosto, https://www.nytimes.com/2025/08/27/opinion/china-america-ai.html

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Agosto 27, 2025
Tema: 
Conflicto entre potencias mundiales en torno a la IA y energías verdes
Idea principal: 

    David Wallace Wells es un periodista estadounidense graduado en historia por la Universidad de Brown. Es editor de la revista New Yorker y escritor del periódico The New York Times. Escribe continuamente sobre cambio climático, su ensayo “La Tierra Inhabitable”, publicado en la revista New Yorker ha sido el artículo más leído en la historia de esa publicación.


    Las percepciones acerca del futuro de la Inteligencia Artificial (IA) están cambiando. En lugar de la visión apocalíptica de hace dos años, ahora hay consensos acerca de entender la IA como una tecnología como cualquier otra. Algunos han sugerido que la IA es una burbuja a punto de explotar y otros defienden las narrativas del progreso argumentando que los modelos decepcionantes no deberían frenar el entusiasmo y que es posible que nos hayamos estancado en una etapa débil para la IA, lejos de las visiones apocalípticas.

    Dimensionar las expectativas sobre la IA no es una cuestión de Nvidia, el PIB o del mercado de predicciones. Hay perspectivas que le dan un enfoque central a la geopolítica actual. El panorama mundial está encabezado por dos superpotencias: Estados Unidos y China. Después de la pandemia, mientras uno apostó por la IA, el otro apostó fuertemente por las tecnologías verdes. En los últimos años China ha dominado mundialmente la producción e instalación de tecnologías limpias, hay fuentes que dicen que es responsable de 74% de los proyectos eólicos y solares en construcción. Esto es parte de la política industrial “Made in 2025”, anunciada en 2015 pero que despegó recién llegó la pandemia.

    En 2025, el dominio chino se extiende a lo largo de la cadena de suministros, siendo responsable de al menos 60% de la producción de casi toda la capacidad de fabricación de energía eólica, solar y de baterías, en algunos casos, sus cuotas son de 80% y 90%. En cuanto a Estados Unidos, los datos disponibles muestran el dominio sobre la inteligencia artificial. Este país alberga tres cuartas partes de la capacidad computacional de los superordenadores de IA en el mundo. Según un análisis de Epoch A.I. otras medidas muestran patrones similares.

    Tan solo en 2024 los inversionistas estadounidenses gastaron en IA, al menos 11 veces más que en cualquier otro país. Tras sumar los totales de los 15 principales actores mundiales, Estados Unidos representó más de 75% de esa inversión.

    Al comparar las exportaciones energéticas, China arrasa a Estados Unidos en tecnologías verdes, y este domina los productos derivados de combustibles fósiles.

    Mientras que la impresión general de Estados Unidos es que se convierte en un petroestado (o al menos a uno más fuerte), China se está convirtiendo en lo que Silicon Valley llama el primer “electroestado” del mundo. Aunque el panorama completo es más complejo, no se puede hablar de economías de una industria sino de potencias complejas.

    Por más que la alza de tecnologías verdes parezca milagrosa, en China apenas ha compensado la contracción autoimpuesta de su sector inmobiliario. La expansión de energía verde en el país ha ido muy lenta por la reforma de precios. Y aunque este país ha tenido un gran despliegue comparado con el resto del mundo, sigue consumiendo grandes cantidades de combustibles fósiles, alcanzando un pico en emisiones de carbono. De igual forma Estados Unidos ha duplicado su apuesta en los combustibles fósiles en los últimos años, convirtiéndose en el mayor productor de petróleo y gas natural. Es responsable de menos de una quinta parte de la producción de petróleo y una cuarta parte de la producción de gas.
    En cuanto a la IA, los modelos chinos han obtenido grandes resultados, pues a pesar que contar con menos chips de alta gama, están por delante en la IA incorporada, sobre todo en robots humanoides.

    Con base en encuestas a personas que dedican tiempo en el tema, la opinión general es que Estados Unidos solo está un poco más adelantado, no precisamente 11 veces más adelante como sugieren las cifras de inversión privadas.

    Mientras que la IA necesita de electricidad abundante y barata y la forma más rápida y barata ha sido a través de energía solar, la administración de Trump ha emprendido ataques sobre las energías renovables, siendo uno de los factores por los que los precios de electricidad se han disparado. Hablan de una “dominancia energética” mientras dan marcha atrás los proyectos de energías limpias.

    Tan solo en agosto, la administración de Donald Trump detuvo la construcción de un parque eólico, y en cuanto a la inversión en producción de combustibles fósiles, no se ve una compensación de la pérdida.

    La derecha tecnológica del movimiento MAGA, obsesionada con la IA, decidió unirse al equipo Trump debido a la frustración que le causaban los obstáculos de antiguas administraciones a su visión del futuro. Y a pesar del apoyo, se ha creado recientemente una división derivada de las ventajas crecientes de China en materia de electricidad.

    La IA puede ser el factor central para la competencia imperial, mientras los optimistas ven cambios a partir de acciones de Trump como la concesión que permite que Nvidia envíe chips a China, del otro lado; este acercamiento hubiera sido indignante hace unos años. Tal vez esto sólo signifique un regreso al status quo anterior.

Nexo con el tema que estudiamos: 
    David Wallace-Wells propone un acercamiento a la disputa hegemónica a partir de las principales tecnologías emergentes: la IA y la electricidad, que, además, están intrínsecamente ligadas. Este balance apunta al predominio chino dados sus éxitos en esos campos y sus posibilidades de expansión por el tamaño de su población y las riquezas naturales que alberga su territorio. Sin embargo, este escenario debe incorporar lo que parece el mayor recurso del liderazgo estadounidense: la guerra y el armamentismo, donde sus ventajas reequilibran esta competencia.