Gracias a las imágenes en la televisión, Vladimir Putin obtuvo una victoria famosa en Siria. El presidente ruso pidió crédito por el alto al fuego y el inicio de las conversaciones de paz.

El presidente ruso, sólo ha mostrado interés por su aliado, Bashar al-Assad, sin que le importen los civiles. Putin ha “convertido en armas” a los refugiados al dispersar sirios entre sus enemigos en la Unión Europea. La nota señala que Putin ha superado las maniobras de Barack Obama, quien no ha logrado comprender la enormidad de la guerra civil Siria y la amenaza que representa para los aliados de Estados Unidos en Medio Oriente y Europa.

No obstante, la victoria es hueca, la paz es frágil, lo importante resultó ser la mercadotecnia. El presidente de Rusia utilizó imágenes de guerra para convencer a la población de que el país es otra vez una gran potencia.

La fragilidad de Rusia y la legitimidad de Putin se puede observar en diversos aspectos: la caída de los precios del petróleo; el incremento en la austeridad debido a las sanciones impuestas por el ataque a Ucrania; el descenso en el nivel de vida de la población; en el invierno de 2011-2012 hubo protestas que pedían un estado moderno con elecciones disputadas.

Por tales motivos, Vladimir Putin ha seguido tres pasos: 1) modernizar las fuerzas armadas, 2) utilizar a los medios de comunicación para convertir a Rusia en una fortaleza contra un Occidente hostil, e 3) inversiones en el exterior.

Hay dos mensajes de la acción rusa en Ucrania y Siria para Estados Unidos: primero, que son iguales y rivales, segundo, que no es vulnerable a un intento de subversión de régimen aunque Estados Unidos utilice el lenguaje de la democracia universal, como hizo en Ucrania y en Siria.

La táctica rusa funciona para periodos cortos: parte de la población estuvo dispuesta a intercambiar comodidad material por orgullo nacional, pero desde octubre pasado, la porción de votantes que siente que el país se encamina en la dirección correcta ha caído de 61 a 51%.

La interpretación de estos hechos para Obama es que si Rusia recurre repetida veces al uso de la fuerza es signo de debilidad, además, que se debería dejar a Rusia a voluntad de su inevitable declinación, de la misma manera que a un niño malcriado, según cree, se recompensa a Putin si Estados Unidos le pone atención.

Ucrania puede ser determinante ya que se trata de un centro de atención rusa y de un país muy similar. Si Ucrania se convierte en un estado europeo exitoso, demostrará a los rusos que tienen un camino hacia la democracia liberal. Si, en contraste, Ucrania se vuelve un estado fallido, fortalecerá el argumento del Kremlin de que Rusia pertenece a su propia cultura “ortodoxa” y que la democracia liberal no tiene nada que enseñarle.

Momentáneamente, la declinación rusa limitará su agresión. Un Putin con armas nucleares se inclina por imponerse en la antigua esfera de influencia soviética. En el último año de Obama como presidente, Putin, con el reciente éxito sirio, bien podría poner a prueba a Occidente una vez más.