The 21st-century economy. How to measure prosperity. GDP is a bad gauge of material well-being. Time for a fresh approach

Cita: 

The Economist [2016], "The 21st-century economy. How to measure prosperity. GDP is a bad gauge of material well-being. Time for a fresh approach", The Economist, London, 30 de abril http://www.economist.com/news/leaders/21697834-gdp-bad-gauge-material-we...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Abril 30, 2016
Tema: 
Crítica a la medición actual del PIB como medida del bienestar material.
Idea principal: 

Existe una dificultad inherente a las mediciones: difícilmente captan los elementos cualitativos. El estándar de vida a través del tiempo sólo puede medirse a través del Producto Interno Bruto (PIB), sin embargo este número, que mide el bienestar material, es insuficiente.

Los defensores de este indicador señalan que su propósito original era medir la capacidad de producción de la economía en tiempos de guerra, entre las décadas de 1930 y 1940. Incluso si ese es su único propósito, existen serias dudas con respecto a su cálculo.

Como medida de bienestar material resulta más inadecuado. Después de la Segunda Guerra Mundial, el aumento en el PIB significaba con certeza una mejora en los estándares de vida. Actualmente, el PIB sigue creciendo, aunque a menores ritmos, pero la calidad de vida parece estancada debido al crecimiento de la desigualdad en el ingreso.

Otros cambios pasan desapercibidos con la medición actual del PIB, por ejemplo, la calidad de los bienes. Con el cálculo que prevalece, se asume que todos los bienes tienen una calidad constante, lo que era cierto en la época de producción en masa, pero con productos diferenciados no se captan variedades en los servicios ofrecidos, lo que modifica los precios con un probable efecto negativo en el PIB.

The Economist propone tres cambios para medir la prosperidad de un país:

*El primero es mejorar el PIB como medida del desempeño de una economía. Una condición fundamental para que el PIB sea un dato preciso es ampliar las fuentes de información: a las encuestas ordinarias a consumidores y negocios, hay que sumar registros de impuestos, transacciones de las tarjetas de crédito, búsquedas en internet, etcétera.

*Una segunda medida es reconocer el cambio estructural y metodológico que requiere la inclusión del sector terciario en las estadísticas nacionales. Se trata de reconocer los trabajos por los que no se recibe remuneración y las mejoras en la calidad de los servicios, así como la mayor satisfacción que implica la aparición de nuevos productos o de mayores opciones de bienes. Esta información permitiría conocer los patrones de consumo de los diferentes segmentos de la población.

*Finalmente, los países deben hacer un inventario cada diez años de su riqueza, incluyendo los activos de los gobiernos -como carreteras y parques-, de la riqueza privada, de la riqueza intangible, y su depreciación.

Al inicio, estas medidas implicarán profundos cambios metodológicos e imprecisos, pero es mejor “abrazar un nuevo enfoque que ignorar el progreso de la vida moderna”.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Es interesante el reconocimiento de la insuficiencia de una medición estadística para captar los cambios cualitativos mundiales. Sin embargo, esta crítica se mantiene dentro de la lógica moderna: el progreso es igual a la riqueza material, en este caso, a la satisfacción que produce la mayor cantidad de bienes materiales. Este pensamiento no contempla un cambio en las relaciones con los sujetos y la naturaleza como parte de una mejora en la forma de vida, por lo que la creación de riqueza permanece en manos de quienes producen, las empresas.