El 1 de septiembre de 2016 ocurrió un accidente durante el lanzamiento de un cohete Falcon 9, propiedad de la empresa SpaceX, lo que ha puesto en cuestión la viabilidad del modelo de negocios que busca ofrecer servicios de bajo costo como aprovisionamiento de estaciones espaciales y colocación de satélites. El 28 de junio de 2015, otro cohete no tripulado estalló rumbo a la International Space Station (ISS) de la NASA.

Aunque no hubo daños a personas, el principal afectado fue el cliente de SpaceX, la empresa israelí Spacecom que perdió un satélite valuado en 200 millones de dólares y cuyas acciones cayeron 40% tras el accidente. También resultó dañada la reputación de SpaceX, quien ya sufrió dos pérdidas totales y una parcial de un cohete que si bien llegó a su objetivo, no pudo cumplir todas sus tareas. El accidente ha retrasado diversos planes de la empresa: 9 lanzamientos durante 2016, el inicio de vuelos de los cohetes Falcon Heavy y de los vuelos tripulados que estaban anunciados para 2017.

SpaceX está desarrollando cohetes reutilizables, lo cual reduce los costos de los servicios que ofrece. Actualmente trabaja en el aterrizaje de los cohetes en una barca en altamar. El objetivo último de la empresa es bajar los costos de los viajes espaciales hasta el punto que sea factible crear una colonia humana en Marte, en previsión de "eventos catastróficos" en la Tierra.